Por Luciana Vázquez
Debió ser un fin de semana repleto de oportunidades para exhibir logros económicos. Se convirtió en un nuevo episodio de la saga de cuestionamientos que caen sobre Javier Milei desde que estalló el escándalo $LIBRA. Entre sábado y domingo, con la inauguración de la Asamblea Legislativa, el avance de Caputo versus Manes y nuevas declaraciones de Milei sobre el criptogate, el Gobierno cerró dos días cargados de contradicciones y paradojas que afectan a Milei y a su autoridad presidencial.
El faltazo masivo de legisladores de la oposición kirchnerista más dura y también de opositores más racionales y dialoguistas es una medida de varias cosas. Sobre todo, capta un cambio de estado de ánimo de la clase política: el inicio de la pérdida del miedo a Milei. El año pasado, en la apertura de la Asamblea de marzo de 2024, apenas hubo diecisiete ausencias sobre un total de 257 diputados y 72 senadores: hubo siete senadores “ausentes”, diez diputados “ausentes con aviso” y otros cinco, “con licencia”. En cambio, un año después, en la sesión de este sábado a la noche, el recinto estaba semivacío. La “casta política” parece estar abandonando el complejo de inferioridad ante el espejo que le devuelve Milei. ¿Será el ocaso del principio de revelación?
En el peronismo, el poder lo ordena todo: por eso la decisión de dejar solo al Presidente en una ceremonia tan institucionalizada como la Asamblea Legislativa es todo un dato de un cambio de brisas en sus percepciones sobre una pregunta clave: ¿Dónde está el poder?
Más allá de consideraciones de oportunidad política y de moral institucional republicana, las ausencias del sábado son un síntoma de una transformación en la percepción del poder en el tablero político: Milei sigue siendo imbatible ante la opinión pública pero la política empieza a librarse del desconcierto, la culpa y la vergüenza por la derrota histórica ante el outsider más inconcebible. En su discurso ante la Asamblea, Milei sintetizó bien esa culpa que lo venía beneficiando: “Tampoco es casualidad que las últimas elecciones las haya ganado el primer presidente liberal libertario, un completo outsider del sistema. Es algo que jamás hubiese ocurrido si los políticos tradicionales hubiesen mejorado nuestras vidas”.
Es cierto que el sábado hubo ausencias sonoras en el Congreso, pero Milei ya no habla en un vacío político cargado de bochorno. Empiezan a alzarse voces que disputan la legitimidad de la visión de país. No necesariamente tienen chance en el corto plazo, y ni siquiera en el mediano. Pero a la larga, en política, siempre surge una alternativa: Milei es la prueba más clara de la onda larga de la alternancia política. Para un presidente que aspira a un legado de décadas, dejar abierto el campo de la disputa política con tanta anticipación es un problema.
También lo es para la percepción de los mercados que no sólo esperan la confirmación del rumbo argentino con un triunfo electoral en estas elecciones legislativas. También, la reelección 2027: muchas decisiones de inversión multimillonarias no avanzarán hasta que se cumplan esos plazos.
Sobre el Gobierno se cierne una sombra larga de incoherencias a cielo abierto difíciles de controlar. Todos los efectos de esas contradicciones suceden en vivo y en tiempo real y ante los ojos de la opinión pública: cuando después el Gobierno quiere corregir la interpretación de lo visible, no hace más que quedar expuesto. En política, lo esencial es visible a los ojos.
En las últimas semanas, esas incoherencias encuentran su eje en dos nombres: $LIBRA, el shitcoin, y Santiago Caputo, el asesor clave de Milei. Y afectan, especialmente, en el plano institucional y simbólico.
La Asamblea Legislativa del sábado sintetiza algunas de las paradojas y contradicciones en la estructura ideológica del mileismo. Por un lado, su identidad de libertarios entra en contradicción con la vocación de control arbitrario de la transmisión oficial: los legisladores de la oposición casi ni fueron enfocados. Una edición de imágenes que violenta la transmisión fiel del evento y restringe la libertad de los ciudadanos, los “pagadores de impuestos”, según el lenguaje mileista, que quieren ser testigos, vía transmisión televisiva, de un evento institucional clave.
No es la primera vez que sucede: Milei inauguró su presidencia con la gala del Teatro Colón a puerta cerradas, lo mismo que la jura de ministros: la ciudadanía no pudo disfrutar lo que disfrutó el poder político libertario aquella noche y no pudo conocerle el rostro a los ministros nombrados. Más de un año después de asumir, el Gobierno lilbertario sigue achicando la noción de libertad y privatizando en su favor el derecho de los ciudadanos a ser testigos de los actos de Gobierno.
Sesgo censor
El episodio Caputo-Manes también quedó atravesado por ese sesgo censor de la transmisión presidencial. Como en otras Asambleas Legislativas, por momentos, los legisladores entran en diálogo informal con el discurso del Presidente. Eso hizo Manes con la Constitución Nacional en la mano, justo en el pasaje sobre el nombramiento de nuevos jueces en la Corte. Pero lo único que mostró la cámara fue al Presidente refiriéndose a Manes duramente, y con insistencia. El televidente pagador de impuestos no pudo valorar la escena completa porque nunca pudo ni ver ni escuchar a Manes.
Se necesitaron imágenes tomadas con celulares por legisladores de Pro o de la Coalición Cívica y otras fuerzas opositoras presentes en la Asamblea para poder poder entender la escena: una medida de lo sesgada y censurada que fue la transmisión libertaria. Paradojas.
Por otro lado, el encontronazo Caputo-Manes también expuso el contraste entre lo visible para todos, esa tensión máxima de la coreografía de Caputo, y los argumentos libertarios que buscaron tergiversarlo con argumentos diversos. El Presidente dijo que era una operación de Clarín. Políticos y militancia libertaria culpaban a Manes por interrumpir al Presidente y faltarle el respeto a la investidura presidencial. Un argumento estructuralmente contradictorio para una fuerza política y un Milei que insiste con la legitimación de la destrucción del Estado y su institucionalidad. Y también con la simetría de la libertad de expresión, eso de que el Presidente también es un ciudadano común que puede putear a quien quiera: al Presidente se le perdona todo pero un diputado opositor no tiene las mismas chances.
La debilidad y contradicción argumental del Gobierno también domina en el tema $LIBRA, y con la misma lógica: relativizar lo visible. En el caso de $LIBRA, lo visible es aquel posteo de Milei en X el viernes 14 de febrero y su rol en el criptogate. Está difícil esa estrategia. En la entrevista con Luis Majul, Milei aportó un nuevo argumento. Se remitió a una resolución de la Securities and Exchanges Commission, la SEC de Estados Unidos, sobre meme coins. Según la interpretación del comunicado por parte de Milei, “este tipo de instrumentos ($LIBRA) no son considerados por la SEC activos porque no representan reservas de valor, no hay promesas de pago por lo tanto no puede haber estafa”.
En realidad, el “staff statement” de la SEC del 27 de febrero es sobre “meme coins”, que define de la siguiente manera: “se compran como entretenimiento, interacción social y propósitos culturales, y su valor deriva primariamente de la demanda de mercado y la especulación”. Los asimila a objetos “coleccionables” sin “funcionalidad”. Para la SEC, no son instrumentos financieros y, como planteó Milei, no generan una promesa de pago.
Sin embargo, algunos conocedores de las regulaciones de la SEC ya debaten el tema. Subrayan una aclaración de la SEC. Dice así: “Esta declaración no se extiende a la oferta y venta de meme coins que son inconsistentes con la descripción mencionada anteriormente”. Es decir, no está claro que el propósito que llevó al posteo de Milei, donde Libra se planteaba como un instrumento financiero, esté alineada con la definición de meme coin de la SEC. En la entrevista, Milei describió otro propósito de $LIBRA: “Me pareció interesante difundir una situación: que la gente vinculada con estos proyectos (de software) pudiera encontrar una forma de fondearse”.
En los casos que un meme coin no responda a la definición de la SEC, la declaración de febrero plantea: “aunque la oferta y venta de meme coins puede no estar sujeta a las leyes federales de securities, la conducta fraudulenta referida a la oferta y venta de meme coins puede estar sujeta a la acción de coerción o enjuiciamiento de otras agencias federales o estatales bajo otras leyes federales y estatales”. Las declaraciones de Mauricio Claver-Carone, asesor de Donald Trum para América Latina, sobre el tema $LIBRA van por esa línea. Sostuvo que “van a haber, obviamente, temas judiciales”.
Los pasos en falso del Gobierno alientan a la oposición. Ahora hay señales de un intento de recuperación de la autoestima política perdida. Para el Gobierno, no llega en el mejor momento: sucede en el año más desafiante. El año 1 fue la luna de miel. El año 2 arrancó con Davos 2025 y la primera polémica, y ahora sigue con la centralidad de $LIBRA. Se le suma otro dato: Milei acaba de inaugurar el año político con una advertencia sobre posibles turbulencias en lo económico. “La estabilidad económica que estamos conquistando no significa que hemos llegado a puerto. Tampoco significa que no vaya a haber volatilidad”, advirtió.
Un anuncio que trató de llevar realismo a la opinión pública. Pero que se vuelve desafiante para un Gobierno que acostumbró a la opinión pública a un optimismo auto celebratorio y a la esperanza por encima de todo.
© La Nación
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