El poeta Hugo Roberto Ovalle habla en la presentación de su libro "Tarde", junto a
su nieta, Martina, al poeta Raúl Rojas y al autor de esta nota. (Foto/Isidoro Zang)
Por Nelson Francisco Muloni
Este martes 18 de marzo de 2025, a los 81 años, ha muerto el poeta Hugo Roberto Ovalle, una de las figuras más descollantes de la cultura de Salta y creador de maravillosos poemarios que lo convirtieron en un emblema indiscutible de la literatura.
En su casa, con la puerta siempre abierta a los amigos y a quien quisiera llegarse a compartir largas, larguísimas charlas y discusiones, Hugo fue escribiendo sus versos con los que buscó, siempre, transformar la realidad y la memoria a través del lenguaje poético. Él mismo lo comentó varias veces: “Aquí, en esta casa, donde estuvieron todos mis afectos, nacieron todos mis poemas, con la gente que venía cada día, a cada momento”.
Y así, muy joven, publicó Distancia del ausente y fue suficiente presentación para adentrarse en el mundo al que ya pertenecía de sólo ser: la poesía. Pero su empeño más grande fue que la cultura de Salta creciera reconociendo a todos aquellos que fueron la simiente de la creación artística de todo el país.
Así, en su esforzado derrotero, recogió en el libro Poesía de Salta - Generación del ’60, los poemas de muchos de los más significativos poetas locales. Ovalle era ya, un gran “hacedor” de la cultura de Salta.
El monumento a Manuel J. Castilla, a Eduardo Falú, Los Chalchaleros, José Botelli y homenajes a un sinnúmero de artistas, fueron obras que surgieron entre las paredes de “la casa del Hugo”, allí, en la calle Brown y pasaje Abreú.
Con la creación de la Ley al Mérito Artístico, tantas veces bastardeada por los burócratas y advenedizos de turno, Ovalle siguió adelante con su esforzada labor como arquitecto cultural, aunque muchas veces el reconocimiento al poeta siguiera demorado en las poltronas del poder o en el olvido de quienes fueron beneficiarios de tales creaciones.
Pero Hugo Ovalle, el Hugo, fue además, un tipo fenomenal. Abierto a todas las charlas pero firme, a veces con vehemencia, en sus propias creencias, en sus afirmados postulados de vida. Generoso, en toda la amplitud de la palabra, presto a la mano a quien lo requiriera, compañero silencioso en las pequeñas o grandes tragedias de sus afectos, siempre con el cigarrillo en los labios y una buena grappa con la que sostenía el acompañamiento cálido de su presencia.
El año pasado y después de muchas conversaciones, Esteban Ovalle, hijo de Hugo; el poeta Raúl Rojas y yo, logramos convencerlo de publicar un nuevo libro que vio la luz en diciembre de ese año: Tarde, reuniendo allí poemas y canciones escritos entre 1972 y 2024.
Fue su última obra. La entrega final de todo su quehacer por la cultura. Su amplio y generoso legado. Para siempre…
El regalo
Poema de Hugo Roberto Ovalle (de “Tarde” - Salta, 2024)
Aquí te dejo, hijo,
el perro prometido.
Lo hallé
entre las sobras del amor,
escarbando las ruinas
de mí mismo.
Y mientras el animal
aguarde por la casa
que tú llegues de la mano
del ama,
ya sabe que le esta prohibido
todo.
Que no debe tocar nada.
Salvo,
tender al sol
la cama del insomnio,
donde noche a noche
gira la intemperie
de su bestia vacía.
Puede también
bruñir su cadena con la baba
hasta colgar su lengua
de la tregua
en que aceza el péndulo
de su eslabón perdido.
Sobre todo,
debe amparar a tus ladrones.
Y atender
con sonrisa y cara humana,
las órdenes por teléfono,
siempre que no deje
de acurrucar su cuerpo
cada vez que a la begonia
se le antoje alzar la pata.
Cuando regreses, hijo,
juega con él.
Ya tendrá tiempo
de seguir mascando el hueso,
de su propia muerte.
© Agensur.info
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