Por Sergio Suppo
La Argentina siempre tendrá realidades paralelas. Tres gobernadores de los territorios más mileístas de la Argentina creyeron haber encontrado un antídoto contra una temida avalancha de votos libertarios. Ajeno a esos ensayos, Milei flotó esta semana entre los premios en cenas de gala, un avance importante para un acuerdo con el FMI, el privilegio de asistir a la asunción de Donald Trump y el regreso como una figura llamativa al Foro de Davos.
Esa realidad es tan halagadora que Milei corre el riesgo de minimizar los desafíos y problemas del pago chico. Esta semana dio una muestra en sentido contrario. Registró la temperatura en ascenso del sector agropecuario.
Mientras tanto… desde tres atribulados partidos distintos, el PRO, el radicalismo y el peronismo federal, el entrerriano Rogelio Frigerio, el santafesino Maximiliano Pullaro y el cordobés Martín Llaryora se reunieron el martes en Rosario para unir su reclamo para pedir la eliminación de las retenciones agropecuarias.
“El campo se puede fundir”, dramatizó el trío de la Región Centro, la zona productiva más importante del país después de la provincia de Buenos Aires. Luis Caputo les respondió con un reclamo inverso al pedirles que bajen la carga impositiva provincial. Pero dos días después, el ministro anunció que hasta junio regirá una transitoria reducción de 33 a 26 por ciento el porcentaje de la imposición a las ventas al exterior de soja y otras bajas por el estilo para el trigo, el maíz, la harina, la cebada y el girasol.
Los productores agropecuarios venían contemplando el espectáculo de palabras sin registrar más que promesas a plazo indefinido sobre los números. Están acosados por la baja de las cotizaciones de los granos, las sequías, el dólar paralizado y el formidable descuento de las retenciones que viene desde los años del kirchnerismo.
Esa Argentina de las llanuras condenó a Cristina Kirchner desde el conflicto del campo, y buscó en Macri, y luego en Milei, una solución que empieza por liberarse de tener que entregar al Estado más de la mitad de sus ingresos (entre retenciones, impuestos nacionales y provinciales y tasas municipales). Son los mismos chacareros que se entusiasmaron con Macri y vieron cómo se iba sin poder cumplirles las promesas.
En la segunda vuelta que lo consagró presidente, Javier Milei sacó más del 74 por ciento en Córdoba y rebasó el 60 por ciento en las otras dos provincias centrales. Mauricio Macri se había beneficiado de un apoyo similar cuando ganó por poco sobre Daniel Scioli, entonces kirchnerista. Ese sentimiento contra el populismo se extiende a Mendoza y al interior de Buenos Aires (en población más que Córdoba y Santa Fe juntas), cuyo rechazo es siempre neutralizado por el conurbano peronista.
Sacudidos por el avance libertario, aunque con realidades singulares en cada caso, los gobernadores de la Región Centro se aferran a los reclamos rurales en busca de una representación que temen perder de la peor manera si sus candidatos quedan enfrentados en forma directa con los libertarios en las elecciones legislativas.
En los meses que quedan, estos tres gobernadores y otros muchos tratarán de acertar una solución que nos les borre la popularidad que logren mantener. Pueden terminar haciendo campaña para Milei, pueden terminar haciendo campaña en contra de Milei, pueden terminar haciendo campaña desde una lista intermedia entre el kirchnerismo y los libertarios.
Como pocas veces la adaptación de las especies a los cambios de hábitat tiene una comprobación en la política argentina.
El Presidente navega como ajeno a estos desvelos. Hechizado por la fama, Milei parece atrapado por la creencia de que su cercanía con Donald Trump y el calor de los saludos de las celebrities le despeja el camino.
Recién aterrizado en Davos, anunció que busca un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos. ¿Tiene un guiño concreto de la nueva administración?
La señal pública de Trump, al asumir, fue en sentido contrario. Hace casi un siglo que un presidente norteamericano no tenía un discurso tan proteccionista y áspero contra sus socios más inmediatos, México y Canadá. El republicano habló como para romper el tratado de libre comercio con esos vecinos, aunque finalmente no lo haga y lo que en realidad busqué sea una negociación que saque a los Estados Unidos de la derrota frente a China.
Milei es ahora un eco de los discursos de Trump contra la globalización en términos culturales, sociales y ambientales, y oculta como puede el abismo que los separa de la táctica norteamericana en materia económica.
¿Cuánto ayudó Trump y qué peso tiene en verdad el plan económico de Caputo para que el Fondo se disponga a entregarle a la Argentina otra suma extraordinaria? Los elogios que recibió el presidente libertario de la jefa del FMI, Kristalina Georgieva, parecen otorgar más importancia a los deberes que con tanto énfasis hizo Milei para eliminar el déficit y bajar la inflación.
En la euforia de los viajes y los encuentros que lo celebran, Milei se anotó en la conversación global de las redes sociales. No por nada, repite todos los días en X su burla a quienes alguna vez lo llamaron “fenómeno barrial”.
En ese juego de la embriagante mezcla del poder y la fama, defendió de la peor manera a Elon Musk de las criticas que el empresario y ahora funcionario recibió por su saludo parecido al gesto nazi.
Musk defiende a la ultraderecha alemana que compite con posibilidades de crecimiento importante en las elecciones de fines de febrero y ataca al primer ministro socialdemócrata Olaf Scholz. Milei escribió en su alegato por Musk: “Los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta. Zurdos hijos de putas tiemblen.”
El exabrupto no fue corregido y quedó asentado como la confirmación de que el liberalismo de Milei se agota en las teorías económicas. En Davos, el jueves, llegó a los mismos extremos cuando al denunciar al wokismo como responsable de la crisis occidental expuso una intolerancia radicalizada en contra de quienes no piensan como él.
El éxito repentino conduce a Milei a un corrimiento autoritario por el peligroso camino de insistir en lo que hasta ahora le dio resultado.
© La Nación
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