sábado, 26 de octubre de 2024

Santiago Caputo, Robespierre y la motosierra afilada de Javier Milei

 Por Roberto García

Santiago Caputo confeso cierto aprecio admirativo por Robespierre, sobre todo a favor de la naturaleza transformadora del revolucionario francés. Como se sabe, duró una década de terror ese proceso, al que la administración Milei pretende superar en los tiempos de ejecución. Sin guillotina, claro. Siempre se ufana Javier Milei de que nunca antes la Humanidad produjo los cambios que ahora realiza (el ajuste fiscal, por ejemplo), de ahí el propósito histórico de dar vuelta el país hasta culturalmente, como ocurrió con la Revolución Francesa. En ese sentido, quien suministra material intelectual para poner la tierra patas para arriba es Federico Sturzenegger, a veces más radicalizado que los otros dos. 

Uno podría representar a Danton, el otro a Marat. O viceversa. No se trata de excluir a Karina Milei de la geometría, pero lo razonable sería incorporar una nueva figura al triángulo de hierro, al funcionario que saca de sus alforjas desregulaciones como si fuera Mister Marshall repartiendo dinero. En realidad, procede al revés, embolsa plata. Para los analistas del poder, sería justo un reconocimiento a quien, de prisa, un día lo metieron en la jura del Gabinete con saco sport mientras el resto de los ministros se había vestido de negro.

Era tal vez el único que disponía de un programa para reformar el Estado, en casi todas sus áreas, una monumental colección de medidas que estaban en el horno de su casa para que las aplicara Patricia Bullrich. Mudo de patrón con la llegada de su amigo Milei y, si bien desde hace meses se emiten decretos con derogaciones de privilegios y extinción de beneficios, en las últimas semanas la cantidad de determinaciones oficiales ha tomado un carácter más intenso: se lanzan misiles cada dos días y hasta el mismo Sturzenegger se enfrenta cara a cara con los dañados por su bombardeo. Rarísima actitud frente a varios poderosos (acero, laboratorios, azúcar), lo contagio al ministro Luis Caputo —quien ya se suma hablando como un dirigente político—, mientras el Caputo junior se empeña en la batalla cultural asociándose a la ofensiva y Milei. Como diría su hermana, levanta la antorcha de esos cambios, lo consideran al mandatario, vulgarmente, como un proctólogo en ciernes practicando el ejercicio digital. A todos los que pasan por su consultorio. Tanto Robespierre, Danton como Marat, luego pagaron eso atrevimientos exagerados, así cuenta la historia. Pero los antecedentes no siempre se repiten. 

Envuelto en su mundo feliz, Milei le anuncio en una reunión con los titulares de los bancos centrales de la región a Santiago Bausili y Vladimir Werning, titular y vice el BCRA, que lamentaba avisarles que pronto se van a quedar sin trabajo. “Voy a cerrar el Banco Central, como lo prometí, aunque no lamento que ustedes pierdan el puesto porque el sector privado hará cola para contratarlos”. Ahora afirma que va por la eliminación del cepo cambiario, tal vez más temeroso por una revaluación del peso que por una devaluación. Insólito, al menos para cualquier cabeza hace unos meses. El hecho de que la inflación empiece con dos alimenta sueños, igual que la reversión del FMI y sus críticas, más el anuncio de nuevos créditos del BID y del Banco Mundial. Ni hablar de las sonrisas que provoca el volumen de los dólares del blanqueo.  

Esos datos lo refuerzan en su gestión, cree, para dividir la AFIP, exonerar tres mil empleados del organismo atribuidos a Massa que Massa, a su vez, lo atribuye —por razones de paz social durante su gestión— a una cordialidad con Pablo Moyano, quien fortaleció de ese modo a Pablo Flores en el sindicato impositivo. Será el gremialista que promete encabezar las protestas contra la medida, justificando los ingresos suculentos del personal —el triple de los médicos, por ejemplo—porque el premio que cobraban “los tentaba para buscar delitos en las calles y no quedarse detrás de un escritorio”. La cultura del trabajo, según el caballero del sindicato.

La nueva conducción aparece sospechada por el historial de Andrés Vázquez en la cúpula, irregularidades en su pasado y su vínculo, las llamadas cloacas de los servicios de Inteligencia hoy controlados por el Caputo joven. Manejo de teléfonos y observación de impuestos en una sola mano aterroriza a cualquier dirigente. Hay otra objeción por idoneidad a Vázquez: no es frecuente que al mando de una empresa gigante se ubique a un inspector, más allá de su experiencia. Otra anomalía ética: conserva el cargo como titular del organismo doble Florencia Mizrahi, quien se bajo el sueldo de 32 a 4 millones sin chistar ni reconocer la impudicia que ahora denuncia desde que asumió como excompañera de tenis de la esposa de Toto Caputo, intimó a su vez del marido.

Gran título el de los sueldos para los diarios —enrojecidos porque ahora les cobran el IVA que no pagaban en nombre de la libertad de expresión— en medio de otros títulos vendedores, como la guerra contra la intocable AFA y su titular, Claudio Tapia (protegido por Leonel Messi y los jugadores de selección), las privatizaciones de pequeñas y grandes joyas de la abuela, sin olvidar otras chucherías. Por empezar, el Belgrano Cargas. Solo por conservar recuerdos, Mauricio Macri parece interesado en estos procesos, tiene amigos belgas para la Hidrovía, por ejemplo, del mismo modo que le endilgan paternidad en el acceso en Energía de una conocedora del sistema tarifario, María Tettamanti, por Horacio Rodríguez Chirillo, a veces autor de números voluntarios de las producciones del rubro que hicieron equivocar a Milei y, comentan, por no respetar a raja tabla que las empresas eléctricas no incluyan en sus facturas los impuestos (ABL) que se arrogan municipios y provincias. Cierto o no, el Caputo mayor, ansioso por ser el quinto integrante del ahora cuarteto de hierro, se enfado y dispuso su remoción. 

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