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sábado, 12 de octubre de 2024

Es la cultura, chatbon

 Por Carlos Ares (*)

El revuelto de historias, recuerdos, tradiciones, costumbres, relaciones, educación, artes, estilos, lenguajes, formatos de comunicación, todo aquello que modela eso que damos en llamar “cultura”, sostiene en los cimientos la lenta construcción de un país. Viendo cómo nos va, ahí abajo debe temblar algo no resuelto. Después de cada elección, cuando la mayoría elige los materiales con los que desea levantar el primer piso de casa en común, todo se derrumba como una pirámide de naipes.

Y vuelta a empezar. En el camino van quedando millones de vidas que no llegan a vivirse con las condiciones que todas se merecen. “Es la economía, estúpido”, advirtió James Carville, jefe de campaña de Bill Clinton. Los que llevan años viviendo de esto sin hacerse cargo de nada, porque los culpables siempre son los otros, tipo Pichetto, Lousteau, Eduardo Valdez, Ritondo, Santilli o De Mendiguren, ponele, en chamuyo local dicen: “Se vota con el bolsillo”.

Si así fuera, Massa habría ganado las elecciones por afano. Afano en el sentido de la supuesta cantidad de votos a favor que debió haber obtenido, no de la que se quedaron los intermediarios en el reparto de guita a raudales que ofreció el “plan platita”. La mayoría, como se sabe, eligió en cambio “la motosierra”, el ajuste anunciado, prometido, que va cumpliendo Milei. Explicame esta, Pichetto. ¿De qué economía hablamos?

Plata dulce. Plan Austral. Uno a uno. Hay que privatizar todo. Deme dos. Festejemos el default. Hay que estatizar. No garpemos las deudas. Fotocopiemos papeles pintados. Patacones, Chachos. Paguemos toda la del FMI para que no rompa las pelotas, a la vez mangueemos a Venezuela, que nos cobra el tiple de interés. Volvamos con la cabeza gacha al FMI. Pasemos la gorra por el mundo. Putos chinos comunistas, los queremos mucho. Vivamos con lo nuestro. Tomemos medidas promercado, antimercado, paremos la inflación, precios justos, déficit cero. Qué sé yo, llamalo a Scioli, que estuvo en todas, a ver qué dice.

Los consultores que Duran se mesan la Barba. Cuentan las ganadas. Las que perdieron fue porque los candidatos no les dieron bola. Anticipan la ruta del huracán con solo asomarse a oler el viento de la época en las redes sociales. No usan la inteligencia artificial. ¡Son la inteligencia artificial, chatbon! Auscultan los focus groups, sacan sangre, comparan resultados. Recomiendan acciones. Vaya a la marcha, Massa, lleve termo, mate, sonría para la foto.

Reconozca errores. Prometa otra vez que no volverá a confiar en quien no debía. Hable a las juventudes, las infancias, no discrimine, alce la voz pero no grite, afloje la corbata, desabroche el cuello de la camisa, el escenario tiene que ser redondo, la luz más baja, cante, haga bromas, suba videos ridículos en Tik Tok, participe en programas pedorros, conteste pavadas. Mueva ese culo. Aprenda a bailar cumbia. Contrate a Los Palmeras.

Pierden el sentido del porqué, para qué. La ambición, la codicia, la enfermiza necesidad de apostar, permanecer en el juego, seguir participando en negocios, hacer favores, mantener privilegios, que te traten como a un boludo importante, al cabo de los años los convierte en cómplices comprados, traidores declarados, canallas revelados, miserables trepadores. La “cultura política” determina que es así, que así se hace Nada de ser, se trata de estar.

Perón se inspiró en la “Carta del Lavoro” fascista, aprobada por Mussolini en 1927. Los capos sindicales desarrollaron a su vez la “cultura gremial”. Extorsión, amenazas, aprietes, bloqueos, leyes que aseguren la recaudación obligatoria. Los empresarios se “encuadernaron” al poder de turno. Aceitaron con sobornos, “aportes de campaña”, coimas, naturalizaron la “cultura” de negocios con el Estado. Las “familias” –judicial, sindical, empresarial, eclesiástica, política–, hasta la del Chiqui Tapia en la AFA, se atrincheran. El grito de guerra es: “¡Con la mía, no!”.

Cada una, a su modo, libra una supuesta “batalla cultural” en la que caen, sufren, agonizan, mueren, siempre los mismos.

(*) Periodista

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