Una de las últimas imágenes de Néstor Salvador Quintana, poco antes de su
fallecimiento. Fotografía tomada por Isidoro Zang en marzo de 2024.
Por José Eduardo Saicha
Estaba tratando de hacer un homenaje a mi amigo Néstor, pero de una manera muy personal, diría casi en mi intimidad. Pero fui invitado a participar en un evento en el mismo sentido pensado por varios amigos, no solo como un simple homenaje sino como un gran reconocimiento a un salteño que se merece estar en la galería de los notables con muchos más títulos y honores que él mismo en vida y por su humildad, no hubiera aceptado.
Hablar de Néstor y su extensa vida pública y privada, y hacerlo con justicia, podría ser una misión casi imposible. Quien se anime a semejante desafío tendría cuanto menos que haber leído su historia y sus memorias de nada más y nada menos que de noventa largos años que sin dudar aportó al periodismo, que estimo fue su mayor vocación, a la docencia, a la que tributó todo su caudal de conocimientos y también como para coronar ese cuadro de honor, a la política a la que entregó muchas veces su descanso, en cuantas ocasiones se lo demandaron sus firmes convicciones, las de un demócrata de estirpe que abrazó desde su juventud las filas de la Unión Cívica Radical, en las que a decir verdad, nunca fueron fáciles de transitar durante tantos años como los de su propia existencia.
Pero como ya lo dije voy a hacer un recordatorio de lo que fue mi experiencia por haberlo conocido recién en mi andar en la política y por razones y circunstancias muy comunes entre los radicales como las internas que nos encontraron en el inicio de este período democrático del año 1983, en distintos sectores internos. Para quienes no conocen lo que esto significa puede parecer un dato intrascendente, pero puedo asegurar que es un obstáculo que increíblemente nos ha negado muchas veces entendernos aun estando en la misma trinchera política. Y hago esta mención porque fue con Néstor con quien se podía vencer esa dificultad porque no solo abría siempre un canal de entendimientos sino por el contrario a pesar de ser muchas veces criticado aportaba siempre ideas para lograr consensos.
Nunca se permitió agraviar a nadie. Sí se ganó el calificativo muchas veces mal intencionados de travieso, cuando en realidad buscaba a como dé lugar toda forma de crear un espacio con verdadero poder político y que pudiera alguna vez ser gobierno y abandonar ese sempiterno espacio de oposición y obtener en realidad la herramienta que le permitiera al radicalismo cumplir sus objetivos y sus plataformas. No se pudieron lograr ni aún en esas elecciones del 83 con todo el viento a favor que provenía de la figura del Dr. Alfonsín que arrasó en el retorno a la democracia. Era ya un síntoma de la mediocridad política en la conducción del radicalismo en Salta que se tradujo en los años subsiguientes con la pérdida de los espacios ganados y en un retroceso permanente y continuo.
Pero ya participar como lo hizo en el ochenta y tres no le resultó fácil a pesar de conformar con otros amigos el sector interno Renovación y Cambio, conducida por el Dr. Alfonsín quien ya reconocía en Néstor a un político de raza, a un excelente amigo y mejor persona
Pero su incursión como Intendente de la ciudad de Salta durante el período del gobierno militar le trajeron aparejadas no pocas críticas y disgustos que venían de la ignorancia de la estupidez o de la mal intencionada competencia fundada en la envidia pero que jamás pudieron concretar. Era ya un ciudadano ilustre al que no pudieron doblegar.
Es muy difícil condensar una opinión de quien se mantuvo activo tantos años como los vividos y en actividades de tanta trascendencia como el periodismo, la docencia y la política. Como si todo esto fuera poco dedicó sus últimos años a estudiar el fenómeno del progreso y los actores que impulsaron el crecimiento que experimentó Salta en su sociedad que no encontró obstáculos por la fortaleza de esos actores para concretar los avances en comercio, comunicación y tantas otras actividades en las que siempre estuvo presente como uno más de ese cuadro de honor.
Pero rescato de esa personalidad tan especial porque era un trabajador del conocimiento, intelectualmente lleno de experiencias y aun así jamás hizo galas de prepotencia ni superioridad. Todos nos sentíamos pares gracias a su humildad.
Hoy en su ausencia recién empezamos a valorar todo ese caudal de conocimientos y de información al que pudimos acceder gracias a su desinteresada amistad que duele en su ausencia.
© Agensur.info
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