sábado, 2 de marzo de 2024

¡Viva la Federación!

 Por Carlos Fara (*)

Cuando de un lado hay un aguerrido y arriesgado, a la corta o a la larga termina apareciendo enfrente otro de las mismas características. O se podría decir también que a cada Milei le llega su Nacho Torres. No necesariamente eso significa un beneficio para las partes, pero establecen un protagonismo coyuntural ocupando el centro de la escena.

Torres es un personaje muy joven, astuto, locuaz, rápido para los intercambios de defensa y ataque, que ha hecho una carrera meteórica, y quienes lo conocen bien dicen que siempre anda “a la pesca” de oportunidades para sobresalir. 

Es el típico cabeceador que salta cada vez que la pelota parte desde el tiro de esquina: en algún momento mete un gol. Otros lo asimilan a Sergio Tomás Copperfield, ya que tiende a acelerar de manera excesivamente temeraria. En una liga de gobernadores con muchas imágenes novedosas, hizo la semana. Encima salió desde el espacio más cercano al Gobierno, otra curiosidad.

Se trató de una jugada preparada, ya que disparó el tiro libre y fueron varios a cabecear. No lo dejaron solo, aprovechando la oportunidad para manifestar el malestar que se desató con el gobierno de “Sinley”. El Presidente no solo está generando un revulsivo para las formas políticas tradicionales, sino que también le ha recordado al sistema que es federal, al menos en la letra.

En 1984 se publicó el cuento Cuando la Argentina perdió la Patagonia. Ahí se relata una ¿utopía? en donde comandos suicidas toman varias centrales eléctricas y la región se independiza del resto del país, en nombre de los Estados Unidos de la Patagonia. Lo más probable es que la proclama de los seis gobernadores de “las Provincias Unidas del Sur” no pase de una bravuconada para condicionar una negociación con el oficialismo nacional. Sin embargo, eso tiene aristas complejas.

Una vez que se hace la amenaza y no se cumple con la misma, se corre el riesgo de quedar como: a) bravucones pero timoratos, o b) temerarios sin destino. Si el Presidente apuesta al “juego de la gallina” –quién se tira primero del auto antes de llegar al precipicio, como muestra el film Rebelde sin causa–, sobre la base de que tiene más oxígeno para quebrarles el brazo, los federalistas pagarán los platos rotos no solo en términos de recursos, sino también quedando mal parados frente a sus respectivos públicos locales.

Perooooo, si al Gobierno se le complica el esquema económico antes de lo pensado –por ejemplo, que la baja de la inflación se estanque o recrudezca vía una nueva devaluación porque no pueda sostener el ajuste presupuestario–, alguno que se le enfrente puede ganar alguna legitimidad nacional (¿Torres se visualiza presidenciable?). En todo caso, el fallo judicial de Rawson fue una buena excusa para bajarle el tono a la discusión y encontrar una salida sin que haya muchos heridos. No obstante, ojo que esa es una pelea de fondo sobre dónde residirá el poder político en la Argentina de los próximos cuatro años, más allá de la discusión coyuntural.

Entre el DNU y estos otros conflictos sobre recursos que esperan las provincias, todos miran a una Corte Suprema que, como dijimos en esta columna en la pre-Nochebuena, no tiene ningún interés de pronunciarse sobre cuestiones de fondo que la muestren inclinando la balanza de la política argentina para un lado o para el otro. Cúneo Libarona hizo referencia al per saltum en el caso de la privatización de Aerolíneas Argentinas durante el gobierno de Menem. Claro, eso fue para destrabar una decisión política con una Corte a favor del oficialismo de turno. No es este el caso.

Entre el deterioro salarial, la recesión económica, el retoque a la actualización jubilatoria, la reconfiguración de los planes sociales o la restricción del pago de asignaciones familiares, entre diversos ajustes en la estructura estatal, existe mucho interrogante sobre cómo está la opinión pública frente a todo este proceso. Repasemos el ABC de parámetros para su comprensión:

1. Recuérdese que la opinión ciudadana cambia menos rápidamente que la del público más politizado/informado.

2. El punto no es el sentimiento sobre la coyuntura, sino el aval al rumbo y al estilo.

3. El mito de los cien días es muy relativo: en general la sociedad tiende a sacar conclusiones más acabadas después de varios meses.

4. La gran mayoría sabía que la crisis era grande, que se iban a tomar decisiones no simpáticas y los resultados iban a tardar en llegar.

Según el índice ICG de la Universidad Di Tella de esta semana, la aprobación de la gestión presidencial bajó por segundo mes consecutivo. Más allá de ese dato estadístico corroborable en varios sondeos, en nuestros relevamientos cualitativos vemos dos facetas. Por un lado, un Presidente que recién arranca, que recibió una herencia espantosa, sincero, frontal, con garra. Por el otro, surge como excesivamente confrontativo, y eso no resulta agradable, aunque a veces tenga la razón en sus planteos. Esto significa que muchas de las cuestiones que surgen a diario –polémica con Lali, exceso de tuiteo, bravuconadas, posiciones polémicas, etc.– no son significativas para un balance provisorio, lo cual no significa que “le caiga la ficha” dentro de un tiempo y “le entren todas las balas juntas”.

El entorno presidencial tiende a elucubrar teorías llamativas sobre cómo puede solidificar su proyecto político. La última tiene que ver con que se chuparía al PRO –dado que ya tendría el apoyo de sus votantes– y que por lo tanto no sería tan necesaria una alianza en lo inmediato, más allá de las consonancias ideológicas y legislativas. En esta rebelión federalista, el Emir de Cumelén hizo mutis por el foro y, en la práctica, aplicó la filosofía Pancho Lamolina: siga, siga. Patricia Reina se quedó cantando sola.

Hace cincuenta años, el folclorista Rimoldi Fraga (para el que no se sabe quién es, está Google, ja) cantaba “Viva la Federación y Don Juan Manuel de Rosas”. Parece que en estos días muchos se acordaron de que la Argentina es una federación, pero no queda claro quién sería Rosas en esta coyuntura.

(*) Consultor político

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