Raúl Alfonsín
Por Sandra Choroszczucha (*)
¿Las protestas de los últimos dos días convocaron tal vez unas 3 mil personas? Son los mismos de siempre, gritan con cánticos contra las derechas del mundo y la Argentina. Claman por derechos que se perdieron espantosa y fuertemente hace cuatro años, porque bajo la última gestión del último gobierno kirchnerista del Frente de Todos, los sectores populares y la clase media perdieron poder adquisitivo hasta límites inimaginables, y por eso en Argentina hoy comprar alimentos es un privilegio para pocos. Y los manifestantes de siempre, no salieron a la calle a protestar masivamente contra Alberto Fernández ni una sola vez, pero sí contra Javier Milei. Y molestan si cortan cuatro calles. Todo esto es verdad y es miserable.
Pero pregunto dos cosas, primero, si no era más fácil, más inteligente y menos reaccionario, dejar que esos pocos manifestantes gritaran en esas cuatro calles repitiendo lo mismo que repiten hace décadas, mientras el resto de los ciudadanos mirábamos por TV o redes sociales que un puñado de manifestantes protestan frente a un Congreso que trabaja.
Seguramente era más fácil, más inteligente y menos reaccionario, pero en su lugar, el gobierno de La Libertad Avanza, a través del Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich decide que policías motorizados giren violentamente en círculos, mientras lanzan balas de goma y gas pimienta para donde sea a quien le toque. Y que filas de policías empujen con sus escudos y palos hasta lograr lo que tal vez querían lograr algunos de los manifestantes, que la violencia de la derecha se desate. Porque finalmente se generó este ruido mediático ante los ojos del mundo, porque finalmente, cantidad de manifestantes fueron literalmente atropellados, golpeados y lastimados por policías argentinos.
Segundo, ¿Milei no debería pedir perdón al radicalismo al que necesita fervientemente, como lo necesitó hace ocho años el Pro? Porque además de 48 legisladores nacionales morados, necesita del apoyo de 5 gobernadores y de cientos de intendentes, y de millones de ciudadanos que militan hace cientos de años, luchando por lo que hoy tanto necesita Milei, que los consensos confluyan en una hoja de ruta en una sociedad democrática que necesita cambios.
¿Milei no debería pedir perdón por haber mancillado la figura del ex presidente, el Dr. Raúl Alfonsín, que tuvo que bancarse mucho más que unas tres mil personas gritando contra las derechas del mundo y argentina frente al Congreso?
Raúl Alfonsín se bancó 13 paros generales y más de 4.000 huelgas sectoriales extremadamente masivas y agresivas. Raúl Alfonsín tuvo que bancarse una herencia mucho más maldita que la actual, una herencia bañada de sangre por la dictadura más brutal que hizo trizas la vida de millones de argentinos. Y tuvo que bancarse una deuda tan impagable, que hizo que toda la región latinoamericana permanezca en default por casi una década. Raúl Alfonsín recibió a una sociedad diezmada y una economía saqueada. Raúl Alfonsín se bancó dos intentos de golpe de Estado.
Y mientras bancaba todo esto, Raúl Alfonsín alentaba a que la política se reconcilie y a que la sociedad se reconcilie y a que la educación y la cultura sean el motor de toda esta reconciliación, y a que los argentinos Nunca Más tengan miedo de que el terrorismo de Estado ultraje sus vidas.
En los últimos dos días pudimos constatar como, un León que incluye en su gabinete lo más rancio de la casta de los 90, junto a una Pata que el León nos contó que tiraba bombas en los 70, no pueden controlar de modo civilizado una manifestación que esforzándose mucho solo podía cortar tres o cuatro calles. Mientras en el Congreso se debate una ley que en su texto original contenía 664 artículos, para que el León haga lo que le plazca, rodeado de la casta más rancia de los 90 y de la Pata que nos contó el León que en los 70 tiraba bombas, y que ahora ordena tirar gas pimienta y palos a manifestantes, que, comparados con las yuntas de antaño de la Pata, son Heidi, Pedro y Niebla.
Pasamos cuatro años horribles de un gobierno horrible y no nos merecemos esto. Ojalá lo puedan entender el presidente y su ministra de seguridad, porque no nos merecemos esto.
(*) Politóloga y Profesora (UBA)
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