Por Sergio Sinay (*)
El artículo 1º de la Constitución Nacional señala taxativamente que el sistema de gobierno en la Argentina es representativo, republicano y federal. Ese sistema se convirtió a lo largo de los años y de sucesivos gobiernos populistas en una democracia prebendaria. Los gobernantes dejaron de representar al pueblo, como indica la ley suprema de la Nación, para ser personeros de sus propios intereses, de intereses corporativos (corporaciones sindicales, políticas, culturales, mediáticas, científicas, deportivas y, en su momento, militares) subsidiando con negocios, con dinero o con especies a las facciones que los apoyaban.
La Constitución señala que los principios republicanos son: Constitución escrita, separación de poderes, elegibilidad de los funcionarios, periodicidad de los mandatos, responsabilidad de los funcionarios, publicidad de los actos de gobierno y existencia de partidos políticos. Varios de esos principios fueron ignorados o vaciados de significado mientras se consolidaba la mencionada democracia prebendaria y el capitalismo de amigos, improductivo, parasitario, cortesano y servil. En lo alto, en lo bajo y en el medio de la escala social y económica del país se pervirtió el espíritu de la democracia mientras se decía practicarla.
Karl Popper (1902-1994) filósofo emérito de la ciencia y la política, decía, en su colección de escritos titulada La responsabilidad de vivir, que la democracia es el sistema que permite cambiar a un gobierno (en este caso un régimen) sin derramamiento de sangre. Es, además, decía Popper, el sistema que impide que la acumulación de poder se convierta en dictadura. Este mismo pensador definía a la oligarquía como “el gobierno de unos pocos no tan buenos”. Este sentido de la democracia es el que ganó el balotaje el domingo 19 de noviembre de 2023, aunque a algunos les cueste o se nieguen a aceptarlo. Por interés, por corrupción explícita o larvada, por confusas buenas intenciones, por no perder prebendas (subsidios, becas, cargos, negocios, poder, etcétera), o debido al profundo analfabetismo cívico que padece nuestra sociedad, pretendieron, según fuera el caso, defender la democracia distorsionada siendo funcionales a la miserable, sucia e inescrupulosa campaña de miedo con que se intentó perpetuar un régimen que socavó los cimientos morales, sociales, económicos y vinculares de la sociedad. Mediante falacias de variado tipo, a través de declaraciones, escritos, solicitadas, cartas abiertas, se instó autoritariamente a la ciudadanía a no votar (es decir a no elegir) a un candidato, despreciando mediante esta actitud impositiva la autonomía de pensamiento y la libertad de elección de los votantes. Con soberbia y prepotencia intelectual se rifaron así muchas reputaciones que, desde entonces, quedaron en duda o serán irrecuperables.
Sobre lo que vendrá hay muchos interrogantes, varios de ellos inquietantes. Se irán respondiendo, en un sentido o en otro, con el tiempo y con acciones. Y las dudas que nos aquejan necesitarán, para ser respondidas, de nuestra presencia y nuestra acción de ciudadanos, de nuestras activas conductas individuales y colectivas de cada día en donde a cada uno le toque vivir, trabajar, relacionarse y actuar como ciudadano. Que la democracia siga viva y no vuelva a derivar en oligarquía y en una caricatura prebendaria de sí misma depende de eso. De eso y de no esperar, una vez más, respuestas mágicas ni de creer que es democrático lo que nos beneficia personal o corporativamente y antidemocrático lo que no.
Este texto no milita por el nuevo gobierno (en tiempos de intolerancia siempre es oportuna la aclaración). Solo celebra el triunfo de la democracia, que le ganó al miedo y se dio una oportunidad a sí misma. “La democracia es la necesidad de inclinarse de cuando en cuando ante la opinión de los demás”, dijo Winston Churchill tras perder las elecciones luego de haber sido el líder que derrotó al nazismo. Y confirmó esa convicción con otra, conocida, pero siempre necesaria de recordar: “No es perfecta, pero es mucho mejor que cualquier otra forma de gobierno que haya existido.” Esa es la democracia que ganó el domingo.
(*) Escritor y periodista
© Perfil.com
0 comments :
Publicar un comentario