Por Renato Salas Peña (*)
Hace algunos años, ocho, si es que queremos ser casi exactos, se abrió para mí, indecente y desfachatada, esta nueva propuesta para educar, esta nueva puerta que permite el ingreso a una dimensión desconocida que ya se había hecho conocida por muchos, pero que en el ejercicio de nuestra indecente profesión de docentes, aun se resistía, clásica y repetitiva la fórmula de nuestros ancestros pedagogos.
Y de cierta forma es entendible ese temor, esas miradas de desconfianza ante propuestas tan atrevidas y revolucionarias que ya surcan las aulas más de 50 años sin aun lograr posicionarse de espacios importantes en el trajín docente; digamos a su favor, que son breves espacios, chispas de emoción creativa que escapan por minutos de las moribundas y aburridas aulas donde se busca impartir conocimientos.
Estas propuestas nuevas son varias, y de verdad, que si se analizan con exactitud (ya lo haré en un próximo artículo) caeremos en la cuenta, que las mismas, siempre han estado allí: cabizbajas, arrochadas por el purismo conservador del profesor repetitivo y castrador. Pero, este mundo interconectado también ha traído bajo el brazo, mejor dicho, en los chips, nuevas propuestas de conocer, nuevas formas para acercarnos al aprendizaje, y las modalidades virtuales han ido tomando por asalto espacios que cada vez van acrecentándose en el mundo del conocimiento.
Los cursos online masivos y abiertos, más conocidos el día de hoy como MOOC ya se acercan a su cumpleaños 11, aunque será Sebastián Thrun, hace tan solo 8 años cuando logre reunir a más de 150000 alumnos en torno a un curso que tituló La inteligencia artificial que logre dar el salto a las grandes ligas y que las Universidades ante esto vean las potenciales ganancias que generaría la implementación de esta nueva experiencia de aprendizaje virtual que escapa de la simple Plataforma que solo se utiliza como repositorio de información casi inmóvil y moribunda.
Mooc ofrece, más allá de lo flexible y autónomo, la creación de una comunidad, de un club de fans hacia determinado conocimiento, un P2P que brinda esa igualdad entre los participantes que hace que se genere esa libertad, ese espíritu que en las aulas clásicas, incluso en las Plataformas virtuales no se tiene, o peor aun, no se siente.
La simple necesidad de aprender es la clave para cursar esta “nueva propuesta educativa”, la idea de pertenecer a un grupo: de formar parte de algo que nos agrada sin la presión de rendir un examen que mida si aprendí o no: allí la libertad en la educación, en nuestro aprendizaje.
Hoy la oferta se ha acrecentado exponencialmente, universidades como la Politécnica de Madrid o el Instituto de Massachussets han abierto esta propuesta que no tiene limites de matriculados, que solo necesitas una internet decente, y la palabra “gratuito” es su marca de presentación que hace de los cursos Moocs una posibilidad que aun tiene mucho por brindar y que aun infante ya se ha ganado un espacio.
Según un estudio realizado por Coursera se estima que un casi 50 % logra un beneficio tangible tras llevar algún curso y estas cifras abren un horizonte a nuevas formas de aprender para mantenernos no solo en las empresas donde laboramos, sino mantener esas ganas de acercarnos al conocimiento por otros medios, nuevos, innovadores y que generan esa libertad que tal vez castraron en nuestra etapa de aprendices.
(Ciudad de Palomino)
(*) Lima-Perú 1971 - Docente universitario, Licenciado en Educación con especialidad en Lengua y Literatura, asimismo llevó una Maestría en Docencia a Nivel Superior y Gestión Educativa y actualmente un Doctorado en Humanidades.
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