lunes, 20 de noviembre de 2023

Ciudad de Palomino

 Urbanización Palomino, un barrio fino, de Sergio Rambla Márquez

Por Renato Salas Peña (*)

En la ciudad de Palomino todos fracasaron 
excepto los que huyeron a tierras bárbaras

Desde los comienzos de la Literatura, los autores han cantado a esos escenarios que no solo pasan a ser simples escenografías, sino que cobran vida propia desde que acompañan como secuaz malandrín a nuestros héroes: Homero con su Ítaca, los juglares con sus alucinados campos, Shakespeare con su Verona o Mantúa, Cervantes con ese lugar de La Mancha, Gómez Suárez con su Florida, Goethe con su Weimar, Kafka y un simple cuarto o los ya emblemáticos Comala de Rulfo, Yoknapatawpha de Faulkner, Macondo del Gabo.

Sergio Rambla Márquez (SERAMA) ha rescatado del olvido con esta publicación a la Ciudad de Palomino, le ha dado ese valor literario, de ficción hecha realidad o de realidad hecha ficción, una suerte de realismo mágico que nos acompaña a todos los que habitamos sus venas hechas calles, a todos los que vivimos la verdadera libertad que solo nos ofrece la Urbanización Palomino, un barrio fino.

SERAMA nos regala en esta suerte de libro costumbrista del S.XXI una serie de cuadros, de breves bosquejos a lo Pancho Fierro, pequeños tracks que llevamos grabados en ese casete del recuerdo y que de cuando en vez solemos dejar sonar para avivar en nosotros ese pasado que justifica y atestigua que en algún momento de nuestras vidas fuimos hermosos y libres de verdad, pequeños que surcaban las cinco zonas de nuestra ciudad alucinados ante el descubrimiento de los nuevos territorios, de las huacas añejadas del pasado, de los parques que guardaban los secretos.

En Urbanización Palomino, un barrio fino, el autor (habitante de la 2da zona) nos lleva desde un enfoque histórico, al origen mismo de nuestra denominación: el apellido del dueño de estos fundos, unas palomas silvestres “palombinos” que surcaban sus aires, la cría de caballos de raza palomino o porque se divisaba las Islas Palomino desde las alturas huaqueras, hoy eso ya no importa, la ciudad ha sabido ganarse un espacio en Google maps y dejar cruzar a los delivery por su geografía urbana.

 Sergio Rambla Márquez
Rambla tiene el poder de verlo todo, desde esas bancas que apañaron nuestro huevero existir, o tal vez, comprendieron que nuestros proyectos eran utopías insalvables de alcanzarse alguna vez, ya que nuestro parque siempre era bendecido por algún santito que procesionaba una vez al año en compañía de sus infieles vecinos. Y no puede existir un barrio, de más está el decirlo, sin el “tío” que no es nuestro tío pero es el tío que no es lo mismo, pero es igual, en mi zona (la 1era) el Tío Lucas, y en la del autor su tío-papá, gorreador de tranvías en una Lima que se va, en una Lima horrible que siempre mejoraba cuando al lado de mi viejo (el tío Hugo) rescataban esas historias que se van diluyendo como un tango que se silba borracho de regreso a casa.

Los vacacionales en la Escuelita del profesor Gálvez, nuestro cine que nunca llegó a ser un cine de verdad, nuestros primeros tragos adolescentes acompañados de otros postres más adolescentes, esos juegos dibujados en las losas que hoy yacen esperando por nosotros, las tías del barrio que paraban nuestro mundial de futbol de tres contra tres para ayudarlas con las bolsas del mercado, nuestros carnavales barbáricos que se extendían a los micros que surcaban nuestras fronteras, los 10 o los ductos, testigos de ese amor adolescente, nuestra licorería Roldán (vecino de la D) en donde tantas veces nos refugiamos de la absurda realidad, la salsa, el rock, los valses, los huaynos, la chicha, en nuestra ciudad todo habitaba, fuimos el mestizaje más furioso y verdadero, un pequeño Perú, un pequeño resumen de nuestra triste historia nacional.

Hace algunos años escribí una sección llamada Ciudad de Palomino, que forma parte de un libro mayor titulado Lima-Vitarte, en este rendía (a mi manera) un homenaje a mi barrio y a algunos personajes que lo habitan, imagino yo, con más dignidad, hoy SERAMA rescata en su texto a personajes que se salvarán del olvido, porque solo el arte es capaz de mantener vivo ese fuego que llamamos memoria y que enciende, truena, relampaguea cuando nos sentamos en esas cansadas bancas de nuestra niñez y saltan personajes como Doña Leonor, Doña María Isabel, Don Augusto, Don José, el Loco Emerson – personaje de la 1ra zona – o las tijeras mágicas de Don Víctor en esa Barca que no se menea con el bamboleo del mar, o Ramón, el jardinero que le hizo raya al medio a la ciudad, o don Felipe, el cirujano de nuestros zapatos.

Hoy, la Ciudad de Palomino, se celebra con nosotros, viste sus mejores galas, hacen verdes todos sus parques, pateamos un ron con Coca Cola, rolamos un sueño común y sus cinco zonas encienden todos sus postes para dar paso, como siempre, a la vida.

(Ciudad de Palomino, a dos días de la presentación de Urbanización Palomino, un barrio fino de Sergio Rambla)

(*) Lima-Perú 1971 - Docente universitario, Licenciado en Educación con especialidad en Lengua y Literatura, asimismo llevó una Maestría en Docencia a Nivel Superior y Gestión Educativa y actualmente un Doctorado en Humanidades.

© Agensur.info

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