Sergio Massa y Martín Insaurralde
Por José Calero
Sergio Massa no podía creer su mala suerte cuando las redes sociales exhibían con lujo de detalles videos de una fiesta íntima en las costas de Marbella, a bordo de un yate cuyo alquiler ronda los dos mil euros la hora, con el ex jefe de Gabinete bonaerense besando apasionadamente a una modelo de alto perfil.
Pidió información de primera mano en el gobierno provincial, conversó con Cristina Kirchner y, con la furia de un rayo, exigió que Martín Insaurralde fuese echado sin miramientos, y lo antes posible. Axel Kicillof ya venía meditando ese despido, y actuó en la misma línea. Insaurralde, en lo que seguramente fue su último acto político, hizo llegar su "renuncia".
No había tiempo que perder para el candidato oficialista a la Presidencia, ya que la escenas casi porno de Insaurralde se viralizaban a la misma velocidad con que la gente reaccionaba, entre estupefacta y rabiosa, a la exhibición de tamaña obscenidad patrimonial.
"No se puede creer que esto pase a horas del primer debate, y cuando nos venimos comiendo a ´Chocolate´ y sus tarjetitas", mascullaba un dirigente del conurbano bonaerense, que se anotó entre los primeros en ponerse a disposición del candidato para dar vuelta el tercer puesto de las Primarias.
Entre las espadas del Frente Renovador creen que nada es casualidad. "Todo tiene que ver con todo", diría Cristina.
Apuntan a sectores políticos del propio corazón oficialista como posibles diseminadores de esa vergüenza a plena luz de día en videos a granel.
Estuvo claro que, cuando llegó al debate de Santiago del Estero, Massa estaba convencido de que ya no alcanzaba con cumplir el rol de candidato y cruzarse a todo o nada con Javier Milei y Patricia Bullrich.
Con una audiencia que llegó a los 44 puntos de rating, aguardó a la finalización del convite, y ante los micrófonos lanzó un mensaje claro al seno de Unión por la Patria. Insaurralde no sólo debía renunciar al cargo, sino también bajarse de la lista de concejales que, encima, encabezaba.
El video que recorrió las redes este lunes, en el que operarios desarman el cartel de Insaurralde candidato en alguna calle de la empobrecida Lomas de Zamora, fue acompañado de aplausos en las redes.
Massa espera que algunos de esos aplaudidores termine pensando que él, como presidente, esta vez sí podrá terminar con la "casta" que se roba la plata y los sueños de la gente de a pie.
Con la misma lógica, hizo echar a la gerenta del Banco Nación que contrató a la numeróloga para que le haga servicio a domicilio.
Faltan menos de tres semanas para las presidenciales. Queda otro debate. El escenario está muy cuesta arriba para el oficialismo. Pero Massa irá hasta el final para tratar de entrar al balotaje. Sabe que, si no logra su sueño presidencial, tendrá igual muchas chances de erigirse como jefe de la oposición, y fijarse un horizonte de cuatro años para alcanzar, tal vez, lo que viene soñando desde aquella vez que lo llamaron para ser jefe de Gabinete de Cristina.
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