lunes, 16 de octubre de 2023

Las elecciones del desencanto


Por Mario Mactas

Llegaremos por fin a votar, pero serán las elecciones de un desencanto negro.

Un país recurre otra vez a la idea de que tenemos todo para ser una nación desarrollada y armónica. Un consuelo que ha ido gastándose en la medida del desencuentro histórico, la corrupción a la vista como los perversos de plaza al abrirse el impermeable, los dones que se enumeran siempre: un gran territorio, pocos habitantes, el campo con su modernidad en alianza con la ciencia y el trabajo ejemplar en el mundo, Vaca Muerta con varias provincias a 2.500 metros con la obtención de gas y petróleo no convencionales debajo de los acuíferos de agua dulce, la tozudez de empeñarse en que todo esto está compuesto por personas inteligentísimas. 

Los humanos de aquí han experimentado un bajón intelectual que no puede discutirse labrado por el ideologismo cerril, la manipulación doctrinaria, la falta de proteínas en los primeros dos años de la vida de manera que, no hay otra forma, no les da la cabeza. No pueden. No podrán.

Los fatigados habitantes han visto roerse la capacidad de entendimiento y creatividad, la mitad de ellos muy pobres, la defensa hipócrita de la escuela pública, son los mismos que la destruyen una y otra vez, al mando de orangutanes enriquecidos y con dedicación a la política “militante” a tiempo completo: imposible contar cuántos son chicos que salen del primario sin saber leer, escribir y hacer operaciones básicas. Son aprobados de manera miserable, pobres argentinos que ya no piensan en colegios y aprendizajes sino en sobrevivir. Muchos de ellos rumbean hacia el delito como motochorros, ataques a personas, asesinatos y soldaditos empleados como distribuidores, guardias y sicarios en una carrera repugnante.

Son una cantidad larga aquellos que, después de tres generaciones sin trabajar, han alcanzados límites subhumanos: no entienden qué es lavarse los dientes, cómo hablar con otros fuera del gigantesco gueto de la miseria. Abandonados, son cosas. El acostumbramiento a recibir sin hacer nada es uno de los precios relacionados con la decadencia. Es imposible conseguir el destete: si se regalaran bolsas con bosta de camello y el cartel de “gratis”, se agotarían en unas pocas horas.

La cantidad de jóvenes que tramitan la manera de irse de aquí no para. Solo se vive una vez y nadie conoce el guión. En años verdes, y con ese contexto, yo también me iría.

Los piquetes diarios no consiguen ninguna mejora, ningún objetivo: ni siquiera cuáles son esos objetivos. Un negocio de la pobreza en lo que atañe a las organizaciones integradas al gobierno.

Aquí la gran roca que se levanta frente a nosotros: ¿qué habrá al otro lado?

Parece que una pócima con resultados adormecedores a los líderes mediocres y ávidos y, digámoslo, también a los comunes, a nosotros.

Fue el terrorismo de Estado, las organizaciones armadas, la triple A, el cretinismo de suponer que lo que había que hacer es suprimir todo orden, toda infracción, desde el tuteo de los entrevistadores como si los espectadores estuvieran fuera y los conversadores a los panzazos, amiguísimos, los maestros golpeados y quemados porque el pobre demonio violento, sin limites, tenía que repetir o ser expulsado. Los ejemplos son aplastantes y en apariencia no nos dábamos cuenta. Hay indicación expresa de que todos pasan: la irresponsabilidad de un igualitarismo mentido a sabiendas.

En mi caso, tendría que haber salido corriendo cuando el Presidente ofreció la idea de que los mexicanos “salieron” de los indios, los brasileros “salieron” de la selva y nosotros salimos de los barcos. Ya era una señal de alarma, una sirena: esas personas decían disparates. Es la ventana rota de la tolerancia cero. Había que huir y nos quedamos quietitos cuando el autoritarismo, la arbitrariedad, los privilegios insultantes sin fin, la loza de la inflación, los millones robados, malversados, desde los cuadernos, el pacto con Irán hasta los penes de madera, que todo es aprovechado para conseguir un buen vuelto en cada ocasión.

Mataron a Nisman a horas de su presentación en el Congreso. La diputada Conti dijo: “Vení, vení tranquilo, no te vamos a hacer nada”. El negocio de revolcarse con Chávez, la amistad con Nicaragua, con Cuba, con Rusia (se espera la segunda parte de la vacuna Sputnik), Antonini, las monjas disfrazadas de López, Alperovich, es infinito.

No dijimos nada, o muy poco: era el turno y ya está, qué le vamos a hacer.

Hubo mucho de cobardía, de comodidad. Muchas secretarias, muchos asesores – cualquier concejalete analfabeto viaja en helicóptero–, muchos aumentos de dietas por decisión propia. Gran cantidad de viajes inútiles. Presupuestos inimaginables en cada lugar a ser ocupado. La política no es para enriquecerse, ¿no? (El chiste es bueno).

Entonces, Milei: la casta, el anarco liberalismo, magnético y temido, el cebo del dólar irresistible, derecha pura popular, populista. Se ubica, trasciende en la pole position. El aroma del cambio, comprendido como proyecto tal vez del todo, pero con un sonido a nuevo empujada por la televisión, invitada frecuente a los programas políticos porque “garpa”. Un traje oscuro para esos escenarios, la campera de cuero, rock, y furor para los actos de tribuna, citas de liberales próceres sorbidas con intelecto rápido (perdón, pero se dice ad hominem y no ad homine: no se meta con los latines que hay cancha embarrada).

Está Patricia Bullrich, no menos carismática y – ni pensarlo- de enroscarse en los enjuagues de la corrupción. ¿Podrá? Los números que me muestran de varias fuentes registran una subida que la hace competitiva, sobre todo cuando avanza con menos filósofos y pone la cara y el temperamento.

¿Massa? Buenos números en las Paso para un ministro de economía con tal inflación y mil, algo más, vale un dólar, mientras, puede ser extraño, funciona como integrante del oficialismo y de otro que vendrá con el tiempo, corto por cierto. Pero ahí está, lo vemos. Se abrió casi de una patada hacia la posibilidad de entrar en un balotaje. En fin, y lo ignoro pero es real: algo tendrá el agua si la bendicen. Es el mundo, el de las elecciones del desencanto.

Qué ya vienen. El 23 de octubre amanecerá con temperatura mínima de 9 y máxima de 20. Es el único pronóstico posible.

© Infobae

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