lunes, 2 de octubre de 2023

Geografía envuelta en el temporal, ese que se llama: amor

 José Luis Ramírez Villarreyes y su primer poemario, "Retazos del tiempo"

Por Renato Salas Peña (*)

Umberto Eco en su novela El nombre de la rosa, sostiene en torno al amor que cuán pacífica sería la vida sin amor, cuán segura… cuán tranquila… y cuán aburrida.

Sobre la temática del amor, la historia de la Literatura ha redundado desde tiempos ya olvidados, cuando esos cavernícolas mal arropados susurraban sus gritos como muestra de su primer enamoramiento. 

Safo y Anacreonte cantaron al amor desde ópticas tan disímiles pero analógicas a la vez. Los trovadores hicieron lo suyo con aquellas paliduchas damas de la corte que en musas se entronaron. Dante tuvo a su Beatriz, Petrarca a su Laura, Bocaccio a su María de Aquino, y así fue dando giros el tiempo, retazos de tiempo. El Renacimiento trae a Elisas enamoradas y un poco más tarde a suicidas Julietas; aquí, por nuestras tierras, nacen exóticas Amarilis y Sor Juanas, pero todos atrapados en esa geografía envuelta en temporal que llamamos amor. La rigidez del neoclásico pensar casi condena a Paquita, pero Werther, eso sí, recontra enamorado se clavó una bala en la cabeza. Ni los realistas se escapan de esta debilidad, tan humana, tan subjetiva, tan aniquilante: Gonzales Prada encendió la pradera con sus versos y Raskolnikov salvó la vida en nombre del amor a una prostituta.

El amor es pues, esa constante literaria, ese esfuerzo que muchas veces parece ya inútil, por todo lo ya escrito, por todo lo ya cantado, por todo lo ya llorado encima de esas almohadas milenarias que cobijan solidarias a los estropeados enamorados en la búsqueda de la perfección del amor. Allí, el error.

En Retazos del tiempo, el poeta Ramírez retorna a esas lides con las palabras y las reubica en los papeles, vuelve a esos manoseados temas que tantas veces en pretérito y en futuros imperfectos nos hacen salir a la búsqueda primera del amor, esa, que nos atrapa en incertidumbres que creemos, alucinamos, forzamos como reales.

Hoy quiero recorrer el desierto de tu cuerpo

posar mis labios sobre tus dunas.

Quiero adentrarme a las costas de tu mar

y que tus olas, me envuelvan con su arena.

Esa figura constante en sus versos que nos guía a una repetición, a la perpetuidad del amor, a ese tiempo que es presencia, fiebre alucinada.

Anáforas constantes por eso se hacen presentes en los textos, uso del polisíndeton en extremos alterantes. Porque el poeta Ramírez busca, recuerda, temporiza, presiente.

Qué sería de la locura, sin amor

Qué sería de mí, sin ti…

Sentimos, -cómo no hacerlo- al Neruda de su primera etapa, cuando juega con esas metáforas mujer-geografía. Y cómo dudarlo, estamos ante un geógrafo poeta o al revés. Ramírez conoce del tema y no pierde la oportunidad en muchos de los textos para sorprender al lector con su erudición.

… que se esconden con el rugir de los sonidos

que viajan a velocidades astronómicas.

Y me remojo en tu tormenta

impulsada por las presiones

que ejercen los vientos de tu amor,

en todas las estaciones de mi vida…

Pero ese tiempo nos tajea la cara, nos llena de esas primeras incertidumbres que generan tormentas, aunque la ley manda que tras esta viene la calma, o la ruptura, o las nuevas búsquedas que llevan a nuevas costas o simplemente al anclaje de ese territorio ya conocido.

Y mi respirar se acostumbró a tu aire.

Y mi piel se adentró a tus costas.

Y mi sentir… Ya nunca cesará,

                                            crecerá.

Retazos del tiempo, del poeta Ramírez es un libro que nos reconoce, que posee esa honestidad brutal que incómoda muchas veces; pero eso, lo hace, lo acerca al lector, lo involucra en el juego, ese, del amor.

Infinitamente con tu sonrisa cautivante,

en nosotros sonriéndonos, por siempre.

Versos que fluctúan entre los heptasílabos y no supera los alejandrinos, hace que el libro se agilice, que saltemos de inmediato sus tres secciones: Retazos del tiempo, Retazos de poemas y Poemas sueltos. Ramírez conoce el oficio por intuición, esa intuición que brinda el estar cantándole al amor, a ese amor verdadero, al que lo ha perseguido por años y él ha aceptado con gusto el karma de vivir al Sur o al Norte o simplemente sin brújulas que lo único que hacen es, en su mayoría de veces, equivocar el camino.

Solo sé, que tú eres la vida

que dio vida, a mi vida.

Y que sin ti, soy un caminante

que camina sin pies.

Y mi destino nunca existiría.

Así como tampoco. Yo existiría.

Esto es Retazos del tiempo, primer libros de poemas de Ramírez, versos que denuncian a ese amor, que vapulea a su antojo los almanaques, que precipita todas las geografías y mapamundis en maremoticos diluvios.

(Ciudad de Palomino)

(*) Lima-Perú 1971 - Docente universitario, Licenciado en Educación con especialidad en Lengua y Literatura, asimismo llevó una Maestría en Docencia a Nivel Superior y Gestión Educativa y actualmente un Doctorado en Humanidades.

© Agensur.info

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