(Composición de imagen/iProfesional)
Por S.R.
Los tironeos de campaña no se van a apagar y el candidato oficialista y ministro de Economía, Sergio Massa, no va a dejar de poner "todo lo que haya que poner" para intentar un milagro. Pero lo cierto es que el protagonista de esta historia ya se siente afuera de la competencia por la presidencia de la Nación.
"Siamo fuori", dijo más de una fuente, que lo escuchó reflexionar en estos días. "No se va a poder", cuentan otros que dijo.
En definitiva, "voy a dejar todo, no van a poder decir que no jugué hasta el final, pero no me están ayudando y no creo que me ayuden", habría mencionado el referente del Frente Renovador.
Los problemas que enfrenta son variados. La inflación incontrolable, claro, es uno muy importante, y los dos dígitos a los que vamos a asistir los próximos dos meses antes de la elección general, son una lápida muy difícil de cargar, no solamente para un ministro de Economía, a la postre, responsable de dichos catastróficos números, sino para cualquier candidato que sea el del propio gobierno.
"Se evaluó pero, ¿para qué dejar el gobierno? Ministro o no, somos el peronismo gobernante y de eso no podemos escapar", explicó un operador del tigrense que perdió Tigre.
Pero lo que más lo desanima al postulante no es la inflación. "Con eso perdemos clase media y esa ya la teníamos perdida", explican en su entorno. El real inconveniente es el manejo que están teniendo los intendentes del conurbano bonaerense respecto de su candidatura.
Sergio Massa y la esperanza de dar vuelta la elección
"Acá se la da vuelta comiéndole votos a (Javier) Milei en los barrios populares, votos que siempre fueron nuestros. Hay que asistir, repartir, hacer campaña bien tradicional peronista y se puede", dicen en el massismo más rancio.
"Pero ya lo hicieron en la PASO y lo van a hacer ahora con más descaro: todas las boletas van cortadas, el intendente con Sergio, con Milei o con (Patricia) Bullrich, a gusto del consumidor, te la dan armadita, él se garantiza la reelección, y nosotros estamos liquidados", explica el armador del ministro.
Exactamente así lo hicieron. Todos, también intendentes del PRO como Diego Valenzuela, y lo van a volver a hacer. Todos esos cortes organizados, engordan las urnas para Milei, que no tendría quien le traccionara nada en el conurbano, si no fuese por la actitud desaprensiva de los jefes comunales con sus partidos de origen.
Muchos señalan como el peor de todos al ex intendente y actual candidato en Almirante Brown, Mariano Cascallares. Fue jefe comunal un periodo y medio, de 2015 a 2021. Para eludir la ley que impedía más de una reelección, en 2021 se hizo elegir legislador provincial y siguió manejando el municipio por medio de su mano derecha, Juan Fabiani. Todo con la idea de volver ahora, en 2023, para quedarse otros dos períodos consecutivos.
En eso está, pero su municipio, el segundo más populoso del conurbano, fue en la campaña de las PASO, el reino de la boleta cortada. "Sin disimular nada su gente repartía el corte que pidieras, era un delivery. Es albertista, un ladri, le importa un carajo quien sea presidente, juega para él y nadie más", dicen massistas indignados.
Aunque pongan el acento en Cascallares, ni por casualidad es el único con estas conductas y para el massismo son incontrolables.
La falta de apoyo interno condiciona a Massa
"No tenemos autoridad interna, nadie da dos pesos por que ganemos. Te diría que La Cámpora tampoco los puede ordenar, aunque quiera. Se huele naufragio y cada uno corre a su bote", explican cerca de Massa.
Todo esto ocurre mientras ciertas encuestas lo dan justamente al candidato oficialista, en el ballotage con Milei. El cronista se lo hace saber a la fuente. "Pero che", argumentó, "tengo tres encuestas que los ponen en ballotage". El viejo operador, simpático él, ocurrente, nacido al calor de las épocas en que el duhaldismo era la base del poder político nacional, me observa con sus ojos claros un tanto achinados "¿vos me estás cargando o te pusiste más viejo y más boludo?", inquiere. "Dale canchero, decime qué onda esas encuestas", le refuto. "Son nuestras nene, estamos despedazados, no llegamos a 20 puntos" se sincera con dolor.
Massa sigue adelante, anuncia acuerdos que no tienen resultado electoral porque a la base social a reconquistar no le importa nada el FMI, pero lucha con lo que tiene, incluso sabiendo que la batalla está perdida. Pero no renuncia a la pelea por la presidencia: "No le voy a dar el gusto a nadie para que digan que abandoné", le habría comentado a uno de sus laderos.
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