sábado, 5 de agosto de 2023

Hay que ir a votar

 Por Carlos Ares (*)

Como esclavos, la soga al cuello, arrastrando los huevos, hay que ir a votar. El pasado tira tarascones, desgarra el ánimo, come el coco. Las bolsas negras doblan la espalda. Los residuos de ilusiones, proyectos, promesas, degradan en decepción, fracaso, resentimiento, infinita tristeza. El recuerdo suma el peso de los cuerpos. Los miles que podrían estar vivos de haber sido vacunados a tiempo. Los que no pudimos despedir. Los que murieron solos. Los millones abandonados a su suerte, muertos en vida. Volvemos la cara al dolor, vamos igual.

¿Para qué? susurra, terrible, el pasado. Ya fuiste cien veces, ¿cambió algo?, sonríe. Tanto desear la democracia, la que iba a depurar la mierda de la dictadura, a terminar con los patrones de los feudos, dueños del látigo, de la guita pública, Insfrán, Zamora, Capitanich, Alperovich, sus capataces, los Emerenciano Sena, intermediarios que manejan planes sociales, empresarios cómplices, tanto llevar a los chicos de la mano el día de la elección para que vean cómo es, cómo se elige, cómo entre todos se decide hacer un país más justo, y mirá.

Enter, aceptá. Abrí las piernas. Antes por el salariazo, ahora es por la patria. Te violan a cambio de un hueso, un plan, una amenaza. El abuso constante te rebaja lentamente de la condición humana a la de animal domesticado. ¿Cuánto vale tu voto? Acá tenés unos pesos, relajate, gozá. Si te portás bien, después te doy la otra zapatilla. Por ahí, cuando cobres la jubilación mínima, ligás unos manguitos extras. Depende del resultado, vamos viendo. Llevá la boleta ahora, para que no te equivoques ¡No se te ocurra hacerte el loquito! Nada de cabrearte, pensar, esas cosas.

Mirá las fotos. Ésta es en el altar de la CGT, donde el candidato fue bendecido por el clero sindical. Los que están alrededor son los obispos que engordaron fortunas a base de cobrar el diezmo de los trabajadores. Si todo sale bien, dan garantía contra todo riesgo. Cero conflicto. Nada de paros, quilombo, bloqueos, aprietes. Se arregla en paritarias. Es decir: la van a seguir repartiendo entre pares.

Ésta debatime, gil. Las pelotas discusión, consenso, reformas, impositiva, laboral, y demás. La nuestra no se toca. Transa, o “sangre en las calles, regadas de muertos”, como dijo Aníbal Fernández, el ejemplo a seguir. Repugna, pero el tipo, colgado de cualquiera que mande, hace treinta años ocupa altos cargos sin ser responsable nunca de nada. En la práctica, es el mejor discípulo del maestro Felipe Solá, quien recomendó “hacerse el boludo” para seguir estando siempre ahí.

Guarda que de la nada a convertirte en un Aníbal no se llega sólo boludeando. Antes de alcanzar esos niveles, donde ya todo te importa un carajo, hay un camino que te va curtiendo. Mentiras, traiciones, sapos, favores, negocios, lambidas, valijas, peajes, sicarios, merca, servicios, denuncias, en fin. No le hacen asco a nada. Ni hablar cuando están en campaña electoral. Reparten guita, heladeras, computadoras. Le ponen el nombre del muerto a un caño, o un camión de basura, si da para la foto. Esto no es para quien se respete, tenga límites, se proponga ser una persona más o menos digna a los ojos de hijos, o amigos.

El Centro Cultural más importante del país, donde se quedaron con una diferencia en la obra, no se llama Quino, Borges, o María Elena Walsh. Hay una estatua de Néstor, el que tenía a Daniel Muñoz de secretario portabolso. En la placa de mármol figuran Cristina, De Vido, José López, el de la ametralladora, los dólares. ¿Dónde estaba Dios cuando se la llevaron al convento? Dentro de unos años los pibes los pondrán a la par de San Martín, o Belgrano. Total, como dijo “Don Julio” Grondona, otro muerto que zafó de la cárcel, acá “todo pasa”.

El pasado te formatea. Nunca hubo tantas pruebas de que alguien haya mentido tan descaradamente como Massa, pero ahí está. El responsable de palear más pobres a la fosa dice que va a resolver los problemas creados por el gobierno anterior que él integra desde el comienzo. Parece joda, pero no. Los muertos caen en el agujero negro. El sistema no reinicia, no los devuelve a la vida.

Hay que ir, sí, con los pibes de la mano, a votar contra el pasado.

(*) Periodista

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