El campo es uno de los grandes motores de la Argentina. El sector aporta el 70% de las divisas que circulan por la Argentina, dan empleo a 400.000 personas de manera directa y a otro millón y medio de manera indirecta. Además, la mitad de las pymes dependen de una u otra manera del sector agropecuario.
Es el sector más productivo de la economía a pesar de tener variables que no puede controlar: el clima, las inundaciones, los incendios y por sobre todo, las decisiones de la política argentina. Cuando la política actúa contra el campo, en realidad lo hace contra todos los argentinos no expresando otra cosa que no sea su divorcio con la realidad y las necesidades del país.
Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina, dio por inaugurada la 135° Exposición Rural con el tradicional discurso central. El mensaje fue claro y una gran síntesis de lo que ocurre en la Argentina. En el mismo apeló a que la política dé paso a una Justicia independiente que trabaje con rapidez, que se termine con el actual esquema nocivo de retenciones a las exportaciones, que se unifique y libere el tipo de cambio para terminar con el robo compulsivo al productor al momento de liquidar su producido y por sobre todo que las reglas sean claras y justas. Nada que no sea de sentido común en un país normal. El concepto de trabajo, esfuerzo y crecimiento acompañaron el discurso que repasó la decadencia de la Argentina, las políticas erráticas que impusieron los diferentes gobiernos durante 80 años y lo que han avanzado los países de la región en comparación con nuestro país, terminando el discurso recitando como cierre el preámbulo de la Constitución Nacional.
Todo terminó siendo un gran resumen de la historia argentina reciente. La pobreza y la decadencia que vive el país enmarcado en un contexto donde la riqueza en recursos naturales, las ganas y el esfuerzo disponible se opacaron por una política que procuró estimular un sistema populista que solo ha multiplicado pobres, agrandado el Estado y que le ha quitado la dignidad a un pueblo que fue envidia del mundo por su riqueza, por su nivel educativo y por su futuro. Todas cuestiones que hoy no son más que un recuerdo de una Argentina que alguna vez estuvo entre nosotros y que la codicia de un poder sin escrúpulos dejó escapar.
En esta foto de la Argentina que se planteó en la voz de Nicolás Pino como cabeza de la muestra rural más grande de Latinoamérica, muchos marcaron que faltó mayor dureza para con el presidente Alberto Fernández y el kirchnerismo. Sin embargo, no tenía sentido que el concepto de futuro de país, de crecimiento, de inversión y de trabajo que se expresaban en el discurso se hubiesen empañado por ahondar en críticas a un Gobierno terminado, que será recordado seguramente como el peor y el más nocivo de toda la historia democrática argentina: es evidente que el campo solo quiere mirar hacia adelante.
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