Por S.R.
Las imágenes de los festejos de Alberto Fernández, Santiago Cafiero, Juan Pablo Biondi, Julio Vitobelo, Juan Manuel Olmos y algunos más, en una oficina, el día que se confirmó la victoria contra Mauricio Macri, hoy parecen uno de esos sueños que se pierden en la memoria y, pasado el tiempo, nadie sabe si fueron realidad o fantasía.
Poco a poco, desde que cedió la pandemia de Covid-19, las expectativas del minúsculo grupo político que pudo haber conformado el albertismo, se fue desgranando, desmoronando y transformando en una suerte de Armada Brancaleone sin rumbo ni destino, en medio de un océano político absolutamente hostil.
Durante de la batalla interna con el kirchnerismo, muchos han perdido su cargos y su poder, como ocurrió con Biondi, el vocero presidencial del inicio de la gestión, el hombre que durante años secundó a Alberto, aquel que lo acompañaba en el desierto cuando el presidente, era un tuitero agresivo contra Cristina Kirchner. Fernández lo dejó caer ante el primer feroz ataque de su vicepresidenta.
"Si fue capaz de entregar a Juampi, ninguno de nosotros tiene ningún respaldo", se confesó un funcionario muy cercano al mandatario, aunque no tanto como Biondi, en realidad, no había nadie en su entornó, de tal nivel de proximidad.
Panorama oscuro
Ahora vienen tiempos incluso más complicados. Hay que dejar el poder. Nadie en las cercanías de Alberto Fernández cree que podrá mantenerse ante el cambio de gobierno.
"No importa si se da la lógica y gana Juntos o si ocurre un cataclismo y gana (Javier) Milei. Tampoco si la damos vuelta y termina ganando (Sergio) Massa, cualquiera de ellos va a usarnos para mostrarle a la gente como nos meten en gayola", dice el funcionario albertista resignado.
El Presidente y sus colaboradores más cercanos, sienten que su tiempo se acaba y que, gane quien gane, no tendrán ninguna protección
Por eso, todos están en un rápido proceso de "emprolijamiento", tienen que acomodar expedientes, contrataciones, licitaciones, compras directas, auditorías. Los ministerios mueven sus maquinarias administrativas como nunca lo hicieron durante toda parsimoniosa gestión, buscan dejar las cosas lo más ordenadas posible y que los huecos sean los mínimos frente al cambio de administración.
"Mirá, acá se hicieron las cosas como el traste (en realidad dice otra palabra más contundente, pero de notorio cariz grosero), ni bien llegamos nos agarró la pandemia, los empleados que conocían la burocracia estatal estaban en su casa, hubo que comprar insumos diversos, la compra directa fue de todos los días y el legítimo abono proliferó por todos lados, si quieren nos mandan a todos presos", dicen una fuente del gobierno con extrema preocupación.
¿Qué es el legítimo abono?
El legítimo abono es un mecanismo por el cual la dependencia estatal que quiere comprar algo, en lugar de utilizar los mecanismos de la ley de contrataciones del Estado, directamente encarga el servicio o producto a un proveedor determinado y cuando éste entrega lo que se le pidió, presenta su factura y se le paga.
Todo sin un expediente previo que justifique la adquisición y la necesidad de contar con ese producto o servicio. Es un procedimiento de extremísima urgencia que en la administración albertista, se usó en el 70% de las compras que se hicieron, en todas las dependencias.
"Sean de la opo o massistas, los que vengan nos van a tirar con todo, se van a hacer los transparentes y nos van a usar de ejemplo, nos van a llover las denuncias" dice un funcionario espantado. "Encima tenemos un impedimento insalvable, el expediente electrónico, otro desastre que nos dejó (Mauricio) Macri", explica.
En realidad, el mecanismo que critica es propio de estos tiempos. Evita la acumulación innecesaria de papel e impide que se pueda armar un expediente que no existió. Las fechas quedan en el sistema, no se puede armar un mamotreto hoy, para justificar una compra de hace un año o más. El expediente electrónico impide que se quiten o agreguen fojas, o que un expediente desaparezca. Es un sistema de transparencia casi inviolable que el albertismo desdeña porque lo condena.
Desde que cedió la pandemia de Covid-19, las expectativas del grupo politico que conforma el albertismo se fue desmoronando
Los "hitos" del Albertismo y el riesgo de un nuevo "Sueños Compartidos"
Uno de los hitos que el propio Fernández pretende instalar como un logro de gestión, la entrega de 100 mil viviendas, podría ser el primer objetivo de cualquiera que asuma el próximo gobierno. Mientras el presidente la hace colgar a su amigo, José "Pepe" Albistur, cartelería en vía pública con su imagen, dos señoras a las cuales Alberto abraza, y la frase "100.000 viviendas", todos tratan desesperadamente de ordenar expedientes y le piden a las constructoras que participaron que hagan lo mismo.
"Esto es Sueños Compartidos a la enésima potencia. Un desastre que empezó con (Jorge) Ferraresi y siguió hasta hoy, especialmente desde que Alberto pidió que se acelere la entrega de las viviendas. Las contrataciones no existen, la rendición de cuenta respecto de materiales utilizados no se puede hacer, porque son cartón pintado, la forma en que se seleccionó a los beneficiarios para las entregas fue totalmente arbitraria, ese ministerio va a volar por el aire", dice la fuente respecto a la cartera de Hábitat y Desarrollo Urbano.
El actual ministro del área, continuador de Ferraresi y ex intendente de Navarro, Provincia de Buenos Aires, Santiago Maggiotti, fue el segundo de su antecesor antes de que este decidiese volver a Avellaneda, por lo cual atravesó casi toda la gestión, con decisiva responsabilidad sobre los hechos.
"Pichín", como llaman a Maggiotti los más cercanos, era todavía intendente cuando se unió al grupo de jefes municipales que se autodenominaban "Los Oktubres" y respondían, durante la gestión de Cristina Kirchner, al ministro de Planificación Federal, Julio De Vido. La cercanía con dicho funcionario, ahora condenado por corrupción, lo llevó a "conocer" sobre el manejo de la obra pública.
Sin embargo, no es el único ejemplo. "Salud es un ministerio imposible de ordenar, y la Jefatura de Gabinete ni te imaginás" dice la fuente, preocupada. Vienen tiempos difíciles para el albertismo, porque todos allí saben que cualquiera que llegue a la Rosada los va a usar para consolidar su imagen de transparencia. "Perdimos cualquier mínimo poder, no nos respetan, todos vienen por nosotros", dice el alto funcionario, entre paranoico y realista.
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