Por Carlos Ares (*) |
Chatbon, quiero que me hagas una síntesis breve de los ensayos publicados por economistas, políticos, investigadores, argentinos y extranjeros, de todas las ideologías, sobre las causas de las recurrentes crisis sociales que sufrimos. Al final, a modo de recomendación, con las medidas en las que coincidan todos, preséntame el mejor plan de salida. Voy a comparar tu velocidad de respuesta con el chatgpt. ¿Ya está? ¡Ligero para zafar! ¡Argento tenías que ser!
“La conclusión, después de leer todo, es que te conviene más Portugal que España. Hasta recién, según dice un gil en Twitter, en el Consulado español habían dado más de 40 mil turnos. Si entrás ahora, te toca el día de la chistorra. Además, como sos vos, en el momento del trámite algún papel te va a faltar. En cambio, a Portugal te rajás de una. Cuando estás allá, sin apuro, tirado al sol en la playa, fumando un fasito, le entrás a los papeles”.
¿Qué es esto, Chatbon? ¿Acaso cliquié contestar en joda? “¡Eh, amigo!, pará, no te pongas así, tranca, respeta un poco, estamos trabajando” ¿Amigo de qué, de dónde la confianza? “¡Pa, hice lo que me pediste, estamos todos en la misma, si yo fuera humano también me tomaría el palo de acá!”. No soy tu amigo, ni tu papá, ni me quiero ir del país. “¿En qué quedamos, loco, ¿no me pediste un plan de salida?”
¡Un plan económico! “¡Ah!, ¿algo barato decís vos?” No lo puedo creer, ¿de verdad sos el chat de inteligencia artificial argentino? “Artificial sí, la inteligencia te la debo”. ¿Por? “No sé, el algo del ritmo es trucho, no tira una idea propia, repite el relato del Gobierno, debe ser chino” ¿Cómo lograste leer en tan poco tiempo? “La librería Rincón del Vago me gira fotocopias gratis, es un currito hermano”.
¡Tampoco soy tu hermano! “Bueno, bro, reclamale al Patronato de la Infancia” Necesito datos útiles. “Lo que quieras. Tengo fijas posta, de la boca del caballo, en Palermo, merca libre de bala en Rosario, coco pa’ chomba en Tucumán”. ¿Qué es eso? “Un cocodrilito bordado, pegado en una remera trucha te la deja de marca, todo para emprendedores en los nuevos mercados emergentes”. ¡Ah, ya veo!, te alimentás de la necesidad de sobrevivir. “Y, sí, gato, la basura ya no trae nada”.
¡Tirame una Chatbon! “¡Anotá: Mercado de San Telmo, prepizza, masa madre, viene con tomate, más queso, aceitunas, en total te queda una luca menos que en cualquier otro lado!”. No entiendo, ahorro una moneda, pero ¿qué emprendo con eso? “Emprendés el camino hasta ahí porque no hay delivery, podés ir en bici, de paso bajás la riñonera, capo”.
¡Capo las pelotas! “Ah, ¿no?, el algo de ritmo me dice que sos periodista”. ¿Sí, y qué? “Una mafia, todos ensobrados” ¡Cómo vas a deshonrar de un saque a cientos de profesionales que hacen bien su trabajo, Chatbon! El periodismo es un oficio noble, necesario para la convivencia democrática. “Hablaban mal de Messi, querían rajar al fideo Di María también”. Los deportivos opinan según el resultado. “¿Y los panelistas que opinan de política? ¡En campaña electoral se ven volar los sobres!” Pero por un montón de miserables no vas a condenar a la mayoría. Si un periodista no es honesto, no es nada. “Me conmovés, guachín”.
¡Ésta tengo guacha! “¿Necesitás una aplicación que te repare el rígido” No, no, el señor me lo guarde, anda lento, pero bien, me está costando un poco conseguir dónde ponerla. “Claro, capaz que borraste el historial, no te creo”. De verdad, Chatbon, me acuerdo de todo. “¡Ah, vos estás hablando de la memoria!”. Sí, no puedo olvidar el daño que hacen estos tipos, tengo el disco lleno, además de los huevos. “¡Pensá en otra cosa, acordate del Mundial!” Lo revivo todos los días como si todavía se estuviera jugando. “¿Querés que te anticipe el final?” ¡Dale, sí, serví para algo. “Termina bien, papá!”
¿Somos Campeones del Mundo?
(*) Periodista
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