martes, 18 de abril de 2023

La gran 7 de Sergio Massa

 Por Roberto García

Al 7 se le atribuye la perfección, lo “bien hecho”. Es el mejor de todos los números. Y, si se apela a una cita bíblica, puede añadirse otro detalle favorable. Pregunta Pedro: “¿Maestro, cuántas veces debo perdonar?”. Respuesta: “No te digo 7, hasta 70 veces 7 debes perdonar”. 

Cuesta entender la precisa elección de la cifra, el misterio numerológico. Muchas explicaciones, ninguna certera.

Pero hoy le sirve el 7 a Sergio Massa en su fantasía para aprovecharlo, más el 7,7% de inflación del último mes: cree lograr el perdón de la sociedad ante ese desastre. Supone, como los católicos, que la gracia popular habrá de excusarlo por alcanzar esos números clave de las Escrituras en sus atrevidas excursiones por la economía.

Decide entonces mantener su propósito presidencial a pesar del daño y la frustración que provoca el incontenible costo de vida. De ahí que ese proyecto, si no ocurren episodios aun más traumáticos, hacia junio o julio lo obligará a retirarse del Ministerio e iniciar su carrera hacia la Casa Rosada. Ya la campaña, cartelería, videos, slogans y otras yerbas están en su cabeza.

Es una aspiración que bendice y consagra Cristina de Kirchner, aún cuando en sus alrededores se enardecen por la elección de un candidato cercano al imperialismo, a “la entrega” en el lenguaje de la izquierda. Esa protesta imberbe, sin embargo, tropieza con la terquedad de la dama, amparada en un interrogante sobre el peso de la organización de su hijo, la misma que conminó a un reciente acto en su favor desde el Partido Justicialista bonaerense y contra la Corte Suprema: al margen de la discutible cantidad de almas asistentes, ella se preocupó por observar que solo hubo un par de intendentes en la cita, el bombardeado Fernando Espinoza de La Matanza y el sempiterno devoto Jorge Ferraresi de Avellaneda, a quien no se lo vio con la pimpante y veinteañera rubia que fue privilegiada con una inyección en tiempos del vacunatorio vip. Seguramente merecedora de la salvación física. Tal vez por su físico, diría el procurador Carlos Zannini, como justificó otras excepciones patrióticas del ministerio de Ginés González García.

Al margen de estos comentarios, la vicepresidenta se quejó con razón: Claudio ‘Chiqui’ Tapia, el titular de la AFA, juntó más intendentes para jugar al fútbol, en la misma semana, que la militancia de La Cámpora para que ella fuera nominada para la Presidencia de la Nación.

Ahora prometen, junto a grupos sociales tipo producción Grabois, el “Volvé Cristina” en un último acto monumental en mayo, para que ella se convenza de que debe pelear por la Presidencia si no quiere el amargo declive que empieza a padecer Mauricio Macri en el PRO desde que renunció a su candidatura. El deshielo es peor que el congelamiento: se ven todas las arrugas.

La coqueta viuda, mientras, juega todas las cartas alternativas: si hasta le permitió a su protegida Mayra Mendoza, la intendenta de Quilmes, que se fotografiara con Daniel Scioli para avalarlo como candidato. Del mismo modo que el Pichichi seguramente le preguntó al resucitado Alberto Fernández si le permitía ese tipo de encuentro. Ha caído tanto en las encuestas el binomio de la Casa Rosada que ambos se resignan a cualquier tipo de transacción.

El Plan Llegar. Objetivo Massa: llegar a las PASO con la nariz fuera del agua. Para ese fin, requiere una cobertura de 10 mil millones de dólares, un tránsito complejo. Cinco mil, estima, los obtendrá con la liquidación del preferencial dólar al campo y, el resto, lo persigue ahora en Washington con dispensas del FMI, préstamos de organismos o de cualquier país. Lo que sea para llegar y presumir, en el regreso, de una garantía financiera que haga olvidar el 7,7% de inflación.

De ahí que, aparte, negocie un desdoblamiento cambiario más amplio, por sectores, más impuestos a las importaciones, trabas para el turismo en el exterior y alivios al sector exportador. Estas medidas ya se discuten técnicamente en Washington, demandarán unos semanas tal vez. Más dólares, sí; más inflación, también. Como se sabe, es lo que demanda el organismo internacional para abrir las piernas y dejar que pase la pelota, además de otras concesiones geopolíticas a los Estados Unidos (por ejemplo, ¿se suspende o se extingue el plan nuclear? Ni hablar de continuidad).

Para ocupar el cargo de Massa, si éste se aparta para emprender su campaña presidencial hacia mediados de año, ya se mencionan cuatro posibles reemplazantes, todos de su cercanía:

1 - Marco Lavagna, quien lo acompaña a todas partes y disfruta de un apellido reputado en economía.

2 - Jorge Leonardo Madcur, un profesional que está en el Gabinete recomendado por Lavagna padre.

3 - Gabriel Rubinstein, un filo-ortodoxo que ha ganado en influencia pero no goza de las preferencias del círculo cristinista.

4 - Guillermo Michel, un abogado todoterreno de formación tributaria estilo Massa: versátil, siempre dispone de una respuesta o un paper para lo que el ministro requiera.

Cuesta ofrecer un céntimo por la candidatura de Massa. Lograr la Presidencia con 7 por ciento de inflación parece un delirio de quien parece no solo es el responsable del índice, sino también de diversas iniciativas propias que no pudo cumplir. Es larga la lista de fracasos.

Aún así, la madrina de confirmación lo asiste y renueva el apoyo hasta en actos medianamente públicos. Debe ser porque en su vitrina personal no hay mucho más o lo que hay es invendible: una carencia inducida por su propio encierro, por meterse en una prisión antes de que lo determine la Justicia y por depender más de los custodios o los bufones de ocasión que de un crítico consultor independiente. Los Eusebio no hicieron grande a Juan Manuel de Rosas.

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