viernes, 3 de marzo de 2023

Breve paseo por la historia de la Neurociencia

(Para acercarnos a la Neuroeducación)


Por Renato Salas Peña (*)

Dentro de los nuevos campos del saber, hay uno tan actual pero con una raigambre tan histórica como la humanidad misma. La neurociencia en estos últimos años ha demostrado que puede abarcar todos los campos del conocimiento: anatómicos, bioquímicos, psicológicos, marketeros, y uno que abre nuevas fronteras para nosotros los educadores: la neuroeducación.

Pero para poder adentrarnos en este neuronal viaje de los nuevos enfoques educacionales debemos revisar los antecedentes que la Neurociencia ha ido sumando con el transcurrir del tiempo.

Y no podía ser de otra forma, los griegos –siempre los griegos- desde Alcmeon de Crotona que postuló que el cerebro asienta el pensamiento y las sensaciones o esta rotunda cita del creador del juramento médico, Hipócrates, Padre de la Medicina: “Los hombres deben saber que las alegrías, gozos, risas y diversiones, las penas, abatimientos, aflicciones y lamentaciones proceden del cerebro y de ningún otro sitio. Y así, de una forma especial, adquirimos sabiduría y conocimiento, y vemos y oímos y sabemos lo que es absurdo y lo que está bien, lo que es malo y lo que es bueno, lo que es dulce y lo que es repugnante... Y por el mismo órgano nos volvemos locos y delirantes, y miedos y terrores nos asaltan... Sufrimos todas estas cosas por el cerebro cuando no está sano... Soy de la opinión que de estas maneras el cerebro ejerce el mayor poder sobre el hombre.” Aunque, Aristóteles borre la plana, dándole al corazón el protagonismo “que hasta hoy en algunos funciona” y proponiéndolo como el gestor del intelecto.

Ya en Roma con Galeano se diferenció la dureza del cerebelo y el cerebro, adjudicando a cada uno de estos; los músculos, al primero; la memoria y sensaciones, al segundo.

La etapa medieval fue de un silencio casi sepulcral, la Iglesia se encargó de sumirnos en un profundo insomnio del pensamiento, salvo Vesalio que (ya escapa del medioevo) aporta con sus estudios a la anatomía del cerebro.

Será ya, René Descartes que rige nuestra conducta animal por el cerebro y deja “l’sprit” para capacidades más elevadas, abriendo con esto, la problemática mente-cerebro (que hasta el día de hoy, sigue apasionando las conversas filosóficas).

Tras esto las sustancias gris y blanca empiezan a generar nuevas ideas (y para el tiempo, nada descabelladas) una lesión en el cerebro produce alteraciones ya sea corporales, de pensamiento, etc. Y esto a diferenciar, la parte dañada con determinada función.

Ya en la modernidad, Du Bais Reymond, electrifica el cerebro que le dará según la intensidad, informaciones sensoriales o motoras. Pero, cabe aclarar que será Luigi Galvani el que descubra que las células producen electricidad, y de aquí de paso a la neurofisiología. Varios estudios posteriores, siguiendo esta línea llevaron a Broca a identificar el centro del habla (el área de Broca).

Santiago Ramón y Cajal es trascendental en el avance de la Neurociencia, es lo que podríamos decir el creador de lo que mañana más tarde será la palabra “sinapsis” acuñada por Sir Charles Scott Sherrington, que es el contacto que deben de tener las neuronas para comunicarse entre sí, y si bien, se trajo abajo la teoría de Golgi (ganador del Nobel) que decía que las neuronas se encuentran unidas unas a otras, sin estos dos aportes no hubiera seguido girando el mundo.

Ya con Birkmayer y a Hornikiewicz que generan L-dopa para contrarrestar la disminución de la amina-biógena: dopamina en pacientes de parkinson se dio un paso gigantesco en la bioquímica que se sustenta en la neurociencia; aunque uno de los pasos esenciales en nuestro campo de acción será la psicología, ya como lo dijimos, fueron los griegos que empezaron ese cuestionamiento: naturaleza de la mente y comportamiento humano. Ya Darwin hablaba de la conducta heredada y hoy con las diferentes escuelas o propuestas psicológicas vamos descubriendo que este estudio viene en un crecimiento que solo el siglo XXI puede ofrecerle. Por ejemplo, dentro de los trastornos del aprendizaje, Karl Lashley, realizó estudios sobre lesiones localizadas del cerebro y buscó relacionarlas con el aprendizaje (teoría, hoy desechada), pero abre nuevas rutas que ya habían sido transitadas por Broca: “¡Nous parlons avec l’hémisphère gauche!”.

Como vemos, la Neurociencia, soporte de la Neuropsicología y esta de la Neuroeducación arman una trilogía casi celestial en esta nueva ruta que se nos presenta a nosotros los docentes del Siglo XX que de lo atrevidos que somos irrumpimos al Siglo XXI con las herramientas que el saber de hoy sigue descubriendo en este mismo instante.

(Ciudad de Palomino)

(*) Lima-Perú 1971 - Docente universitario, Licenciado en Educación con especialidad en Lengua y Literatura, asimismo llevó una Maestría en Docencia a Nivel Superior y Gestión Educativa y actualmente un Doctorado en Humanidades.

© Agensur.info

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