Por Carlos Ares (*) |
Al leer este título no pude evitar la relación con el sociólogo, filósofo y escritor Zygmunt Bauman. ¿Cómo fue que la bola del pinball rebotando entre sus neuronas dio con él? ¿Acaso el calor, la bebida, la tarde lánguida, librada a “la única certeza de la incertidumbre” de la que él hablaba? Comprendo. Todo, todo es tan fugaz, tan “líquido”, como Bauman definía esta época, que un roce de ideas provoca otras. Murió en enero de 2017, a los 91 años, en Leeds, Inglaterra, donde vivía con su esposa, la escritora Janina Lewinson. Hay que volver a leerlo para entender. Publicó cincuenta y siete libros, escribió más de cien ensayos.
En 1939, a los 14 años, huyó de Polonia a la entonces Unión Soviética junto con su familia. Se alistó en el Ejército. Combatió contra los nazis. De regreso, estudió sociología, filosofía. Renunció al Partido Comunista a fines de los sesenta cuando el gobierno polaco inició una campaña antisemita como respuesta a las manifestaciones de protesta, en apoyo a “La primavera de Praga”. La purga de judíos en la Universidad de Varsovia le obligó a abandonar nuevamente su país.
“Los nazis eran transparentes, –explicó– querían infligir el mal y lo hicieron. El comunismo fue una gran estafa, nos defraudó. Albert Camus lo advirtió: el comunismo es el mal bajo eslóganes de buenismo. Por eso fue que en las filas comunistas surgió la real rebelión intelectual”.
En un discurso breve, cuando recibió el premio Príncipe de Asturias, dijo que leer El Quijote de la Mancha –si me permite decirlo así– le partió la cabeza. “Cervantes envió a Don Quijote a hacer pedazos ese telón hecho con los remiendos de mitos, máscaras, estereotipos, interpretaciones, prejuicios. Un telón que oculta el mundo que habitamos y que intentamos comprender. Estamos destinados a luchar en vano, mientras ese telón no se alce, o se rasgue”.
“Don Quijote no fue conquistador, sino que fue conquistado. No fue alguien victorioso, sino que fue derrotado. Sin embargo, en su derrota, tal como nos enseñó Cervantes, demostró que la única cosa que nos queda frente a esa ineludible derrota, que se llama vida, es intentar comprenderla. Ese fue el gran descubrimiento de Miguel de Cervantes. Una vez hecho, no se puede olvidar”.
“Rasgar el telón, comprender la vida, ¿qué significa esto? Nosotros, los seres humanos, preferiríamos habitar un mundo ordenado, limpio y transparente, donde haya bien y mal, belleza y fealdad, verdad y mentira y que estén nítidamente separadas entre sí, donde jamás se entremezclen, para poder estar nosotros seguros de cómo son las cosas, hacia dónde ir y cómo proceder, soñamos con un mundo donde las valoraciones puedan hacerse y las decisiones puedan tomarse sin la ardua tarea de intentar comprenderlas. De este sueño nuestro, precisamente, nacen las ideologías, esos gruesos telones que hacen que miremos sin llegar a ver”.
“Al caer esos telones vemos el mundo en toda su desnuda, incómoda, pero liberadora realidad. La realidad de una multitud de significados y una irremediable escasez de verdades absolutas. Es en dicho mundo, en un mundo donde la única certeza es la certeza de la incertidumbre, en el que estamos destinados a intentar una y otra vez, y siempre de forma inconclusa, comprendernos y a comprender a los demás, destinados a comunicar y de este modo a vivir el uno con el otro y el uno para el otro”.
Perdón, abusé de su espacio. No era mi intención abrumarlo con citas. Sólo quería compartir con usted el recuerdo del viejo Zygmunt. Una mención, aunque breve, tal vez despierte interés por alguno de sus libros, Modernidad y holocausto, El arte de la vida, Generación líquida, Tiempos líquidos.
Gracias, valiosa confusión. Si relee el título, verá que es “liquido”, sin acento. En enero limpio, liquido, regalo, vendo. Tengo unos muñequitos antiguos. Un Scioli casi entero, le falta un brazo nada más. Un Massa ahumado, barato, en oferta. Un Alberto inútil, en una de ésas sirve como adorno. Un Milei que grita cuando lo aprietan. Un Macri que todavía habla. Le hago tres por uno. Trump, Bolsonaro, Cristina, con el bastón de mando que no entregaron, si se lleva el Milei.
En fin, vio como es, se va juntando, cuesta tirar.
(*) Periodista
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