Por Guillermo Piro |
La Biblioteca Pública de Oslo inauguró el 12 de junio una sala llamada Habitación del Silencio, en donde se custodian los libros de la llamada Biblioteca del Futuro, que recién podrán ser leídos en el siglo XXII. A la inauguración acudieron la escritora de Zimbabue Tsitsi Dangarembga y el noruego Karl Ove Knausgård. La ceremonia fue breve (las ceremonias en Noruega siempre son breves). Knausgård y Dangarembga, conocidos por su biografía monumental –de título tomado de Hitler y de Sławomir Mrozek– y por ser la primera escritora negra en publicar una novela en inglés en Zimbabue, visitaron luego el bosque de Nordmarka, a escasos veinte minutos de Oslo –ya se verá qué papel juega el bosque en todo esto–, y el acto se dio por terminado.
La Biblioteca del Futuro (Framtidsbiblioteket en noruego) es un proyecto creado por la artista escocesa Katie Paterson. El proyecto lleva gestándose desde 2014, y consiste en custodiar en la Habitación del Silencio, cada año, durante cien años, el manuscrito inédito de un autor para que pueda ser leído recién en 2114, cuando la iniciativa se dé por concluida.
Cada año se elegirá un escritor y se le pedirá que escriba una historia de la que solo se conocerá el título, no el contenido. El manuscrito en cuestión será depositado en uno de los cajones de vidrio depositados en las paredes de la Habitación del Silencio y allí quedará hasta 2114, cuando todos los manuscritos serán publicados. Y aquí entra en juego el bosque de Nordmarka: en 2014, Paterson hizo plantar allí mil abetos rojos, que crecerán y dentro de noventa años podrán ser utilizados para extraer la celulosa con la que publicar los cien manuscritos. La misma Habitación del Silencio está construida con madera extraída del bosque de Nordmarka.
La primera autora que escribió una historia para la Biblioteca del Futuro en 2014 fue la canadiense Margaret Atwood. A ella siguieron el poeta islandés Sjón, la escritora turca Elif Shafak, la surcoreana Han Kang y el británico David Mitchell con una historia titulada From Me Flows What You Call Time (Fluye de mí eso que llamas tiempo). Y ahora se suman Dangarembga y Knausgård, con dos historias llamadas Narini and Her Donkey (Narini y su burro) y Blind Book (El libro ciego).
La Biblioteca del Futuro no es la primera iniciativa concebida para ser consumida en el futuro. Hay una composición musical creada para que dure mil años y que está sonando desde hace 22, una poesía que no tiene fin, escrita en adoquines expuestos en las calles de Utrecht, en los Países Bajos, con una letra que se agrega cada semana, y una película, llamada 100 años, dirigida por Robert Rodriguez y protagonizada por John Malkovich. La película se llama así porque recién podrá verse el 18 de noviembre de 2115. Está custodiada en una caja fuerte que recién podrá abrirse en la fecha establecida y fue financiada por la marca de cognac Louis XIII, que a juzgar por el tráiler (todo lo que se conoce de la película) tiene un papel importante en la trama.
Las opiniones acerca de la Biblioteca del Futuro están divididas: muchos la recibieron con interés y curiosidad, hasta con orgullo podría decirse, y otros pusieron enseguida en discusión su utilidad, ya que priva a las personas de un patrimonio cultural que debería ser compartido, no encerrado en cajones de vidrio. El proyecto puede ser interpretado de muchos modos (Katie Paterson puede estar hablando horas sobre él), pero entre tantas cosas puede entenderse como una expresión optimista, dado que supone que existirá en el mundo, o al menos en Noruega, gente viva que en 2114 pueda leer los manuscritos.
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