Por Andrés Fidanza
Si bien desapareció de la agenda internista del Frente de Todos, la inflación no se despegó de la realidad cotidiana. La suba de precios que devora salarios y jubilaciones simplemente dejó de ser motivo de pases de factura al interior de la coalición de Gobierno.
Pero esa decisión política no alcanza para que la inflación ceda de forma significativa. Tampoco para que revierte un fenómeno que parece naturalizado: el empleo precario. El Indec reveló que si bien el desempleo está a la baja, el trabajo en negro es el más alto desde 2008.
La peor noticia para el oficialismo es que esa realidad multiplica el desánimo y el escepticismo en el humor social. Frente a la voluntad frentetodista de poner sus peleas en pausa, se agrandó la brecha que separa al Gobierno de la sociedad.
Sobre todo porque gran parte de la energía oficialista está puesta en una serie de cruzadas extemporáneas, como la suspensión de las PASO y la ampliación de la Corte Suprema. Dos propuestas que, encima y por la imposibilidad de encauzar el remanido diálogo entre oficialismo y oposición, difícilmente logren avanzar. Tampoco el intento de asesinar a Cristina Kirchner encabeza el ranking de preocupaciones sociales, por grave y sintomático que haya sido el ataque contra la Vice.
Vivir en tiempo real un hecho conmocionante quita perspectiva histórica. Aún con esa salvedad, no parece que el plan para fusilar a CFK alcance el efecto que, por ejemplo, tuvo la muerte de Néstor Kirchner en 2010.
Tras la muerte inesperada del exPresidente, el kirchnerismo renovó el contrato de representación con la sociedad. Y al año siguiente CFK arrasó con el 54% de los votos. Ahora, el avance de la causa Vialidad y el intento de magnicidio vuelven a ubicar a Cristina Kirchner en el centro de la escena.
Pero esta vez, a diferencia de lo que ocurrió hace 12 años con la muerte de Kirchner, Cristina lidera una épica impotente, a la defensiva y sin un guion definido sobre el panorama económico.
El éxito reciente de Sergio Massa, tanto en alinear al oficialismo detrás del ajuste como en haber conseguido dólares (a un costo alto de emisión de pesos y con el agregado de una interna abierta con Miguel Pesce), encuentra un techo concretísimo: los tres dígitos de inflación con los que cerrará 2022. ¿Alcanza con el gradualismo para frenar esa ola? Massa empieza a creer que no.
En paralelo, Alberto Fernández hace saber que sigue resguardando una cuota de poder. No a raíz de su gira por Estados Unidos, en la que no tuvo la bilateral buscada con Joe Biden, sino por su respaldo a una figura que, a esta altura, es más que un sobreviviente: Pesce, el amigo radical del Presidente. Ex integrante del gabinete económico de Fernando de la Rúa en el gobierno porteño, Pesce enlodó el logro de Massa a raíz de la liquidación de granos.
Pero el desconcierto frentetodista se refleja especialmente en los propios votantes del Gobierno. Dentro de un kirchnerismo que siempre se jactó de contar con un relato unificado, ahora se multiplican, se superponen y se contradicen las interpretaciones. Tanto en el palacio como en la calle.
Entre los votantes del Gobierno, no existe una lectura mayoritaria sobre la causa de la suba de precios. Según una reciente encuesta de la consultora Trespuntozero, el 28% culpa a la especulación de los empresarios; el 27% señala el excesivo gasto público; otro 26% de los votantes del Gobierno apunta a la falta de control del oficialismo; el 13,5% responsabiliza a la emisión en pesos y un 6% de los simpatizantes kirchneristas directamente no sabe cuál es el motivo de lo que identifican como el principal problema del país.
Se trata de una división casi en cuartos sobre un diagnóstico clave. Así, la encuesta revela un astillamiento inédito en la base de apoyo kirchnerista. Entre los votantes de los Fernández conviven al menos cuatro libretos ideológicos muy distintos.
Esta novedosa crisis de identidad le suma un motivo de añoranza a la Vicepresidenta, quien permanece en estado de nostalgia respecto a lo que ella recuerda como "los 12 años del mejor gobierno que tuvo la Argentina en las últimas décadas: el de Néstor Kirchner y mis dos mandatos".
© El Cronista
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