Por Andrés Fidanza
Los salieris cristinistas son mucho más conservadores que la jefa del espacio. Cristina Kirchner suele dejar en off side a sus fans, a golpe de audacia y de pragmatismo. Lo hizo cuando se abrazó a Jorge Bergoglio en 2013, omitiendo por completo las acusaciones previas del kirchnerismo en contra del arzobispo ascendido a Papa. El giro ortodoxo en beneficio de Sergio Massa es la muestra más reciente de la plasticidad de la Vicepresidenta.
Su defensa de ayer encerró otro ejemplo de capacidad de adaptación. Si bien negó la existencia de delitos en la concesión de obra pública a Lázaro Báez, quien evolucionó de cajero bancario a pope de la construcción, CFK ensayó una línea argumental mucho más ambigua.
Coqueteó con una suerte de admisión sobre la corrupción estructural que existe en el vínculo entre el Estado y la patria contratista. Una confesión que abarca a los "doce años del mejor gobierno que tuvo la Argentina", según se jactó en su speech emitido por Youtube.
El contragolpe contra Nicolás Caputo no pudo pasar por alto la necesaria venalidad de la contraparte estatal. Una responsabilidad que la expresidenta encapsuló en José López, el poderoso secretario de Obra Pública durante esos doce años "gloriosos". López, según esa mirada auto-indulgente, fue un error de la matrix.
El objetivo de la Vice, posiblemente con razón, era señalar el sesgo ideológico del poder judicial. ¿Por qué Lázaro Báez sí y el resto de los contratistas del Estado no?
Sobre el final de su discurso dado a cámara fija, en un monólogo por momentos arrebatado y nervioso, Cristina fue más allá en el tono provocador de su defensa. Le sugirió a los fiscales que investiguen el acuerdo entre Néstor Kirchner y Héctor Magnetto para sellar la fusión de Cablevisión y Multicanal en 2007.
Luciani decir que iba a Olivos el empresario Sebastián Eskenazi. Sí, iba a Olivos. ¿Saben quién iba también? ¡Héctor Magnetto, el dueño de Clarín y Telefónica!", aseguró Cristina. En realidad se refería a Telecom.
"Fue durante toda la gestión de Néstor y cuando él estaba por terminar la gestión, le firmó la fusión de Cablevisión con Multicanal; el negocio más importante junto con Telefónica (sic) y mucho más importante que cualquier obra pública. No sé si algún fiscal tomará nota para investigar si hubo algún acuerdo entre Néstor y Magnetto para firmar la fusión de Cablevisión", planteó Cristina desde su oficina del Senado.
Su intención fue demostrar nuevamente la indignación selectiva de Comodoro Py. Cristina Kirchner está convencida de que antes de fin de año resultará condenada. Que la sentencia en su contra llegue bajo la gestión de quien ella misma eligió a dedo para presidir el país, una decisión de la que está arrepentida hace largos meses, sólo multiplica su impotencia.
Acorralada en un laberinto al que no le encuentra salida, Cristina sacrificó el relato de la pureza ideológica sostenido por su núcleo duro. Admitió que el mundo real del poder se compone de figuras como Báez, López, Kirchner, Magnetto, Macri y Caputo.
© El Cronista
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