Raúl Alfonsín, Padre de la Democracia argentina |
Nacionales - La democracia cumple 38 años de su restauración en el país. El 10 de diciembre de 1983 asumía el radical Raúl Alfonsín.
El líder de la UCR se consagró en las elecciones del 30 de octubre de 1983 como presidente de la Nación en una jornada que significó el fin de siete años de dictadura militar y la primera derrota electoral del peronismo a nivel nacional.
La dictadura, autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional”, dejó una herencia de miles de desaparecidos a manos de grupos militares y paramilitares, la derrota en la Guerra de las Islas Malvinas y una economía estancada, con inflación y una abultada deuda externa.
Con esta combinación de factores se llegó a las elecciones del ’83, que dieron lugar a un Alfonsín victorioso, de la mano de una campaña apuntalada por un discurso de unión de los argentinos y de enérgica condena a las juntas militares.
Para conmemorar este acontecimiento histórico como lo fue la asunción de Alfonsín, en noviembre de 2007 el Senado y la Cámara de Diputados de la Nación sancionaron la Ley 26.323, también llamada Ley de Restauración de la Democracia.
El texto de la ley detalla: “Declárese ‘Día de la Restauración de la Democracia’, el 10 de diciembre, el que será celebrado en todo el ámbito del territorio nacional, mediante actos pedagógicos y académicos que promuevan los valores democráticos, resaltando su significado histórico, político y social”.
Asunción de Alfonsín
“Hay muchos problemas que no podrán solucionarse de inmediato, pero hoy ha terminado la inmoralidad pública. Vamos a hacer un gobierno decente. Ayer pudo existir un país desperanzado, lúgubre y descreído. Hoy convocamos a los argentinos no solamente en el nombre de la legitimidad de origen del gobierno democrático, sino también del sentimiento ético que sostiene a esa legitimidad”, remarcó Alfonsín en su discurso de asunción, que duró 58 minutos y fue realizado en la Cámara de Diputados por la mañana de aquel 10 de diciembre.
Cerca del mediodía, Alfonsín se dirigió al Cabildo, donde desde uno de sus balcones se dirigió a la multitud que se había reunido en la Plaza de Mayo.
Por la tarde, el presidente saludó a las delegaciones extranjeras que viajaron a presenciar su asunción y hasta mantuvo algunas entrevistas, como por ejemplo con George Herbert Bush, por entonces vicepresidente de Estados Unidos.
Las elecciones
“Con la democracia se come, con la democracia se educa, con la democracia se cura”, decía Alfonsín en sus discursos de campaña, que siempre cerraba con el recitado del preámbulo de la Constitución nacional.
La fórmula de Ricardo Alfonsín, de la línea interna Renovación y Cambio de la Unión Cívica Radical (UCR), y el cordobés Víctor Martínez llegó a las elecciones, tras imponerse en las internas a Fernando De la Rúa, por entonces identificado con el liderazgo de Ricardo Balbín, y con el antecedente de haberle ganado al peronismo gobernante en 1973, en las elecciones para senador porteño.
Por su parte, el Partido Justicialista (PJ) presentó como candidatos al binomio formado por Ítalo Argentino Lúder y Deolindo Felipe Bittel, que pasarían a la historia en ser los primeros peronistas en perder, sin condicionamientos ni proscripciones, unas elecciones nacionales ante otra fuerza política.
El punto más alto de la campaña radical llegó el 26 de octubre, a cuatro días de las elecciones, cuando Alfonsín congregó a más de un millón de personas frente a un escenario montado en el Obelisco porteño.
“Hay dos propuestas, dos ideas, pero un solo pueblo”, subrayó el candidato radical ante la multitud.
Triunfo histórico del radicalismo
La manifestación de apoyo a Alfonsín se constituyó en un desafío para el peronismo, que dos días más tarde convocó a otra multitud en el Obelisco, donde el dirigente Herminio Iglesias apareció como responsable de la quema de una miniatura de ataúd con el nombre del candidato radical y pintado con los colores blanco y rojo de la UCR.
La gente acudió a votar en forma masiva el 30 de octubre y marcó así otro hito histórico: hubo una participación electoral del 85,61 por ciento, un nivel que desde entonces nunca volvió a ser alcanzado en una elección presidencial en el país.
El desconcierto en la cúpula del PJ durante el escrutinio fue mayúsculo, porque no imaginaban el resultado adverso que se iba anunciando y algunos dirigentes hasta hablaron de un “fraude informativo”.
Tal vez la frase que mejor sintetizó la perplejidad del peronismo fue la que pronunció el líder sindical Lorenzo Miguel: “Falta contar los votos de La Matanza”, se esperanzaba.
La UCR había obtenido más de 7,7 millones de votos (51,75%) contra los poco menos de 6 millones (40%) de la fórmula del PJ y, además, había ganado en la Capital Federal y las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza, las más pobladas del país.
Informe: La Voz
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