Por Gustavo González |
Esta vez, la variante fue “Quién de nosotros endeudó más al país”.
Como decía Umberto Eco, las estadísticas sirven para demostrar que si una persona comió dos pollos y otra persona no comió ninguno, entonces ambas habrán comido un pollo.
Esta semana, desde uno y otro lado de la grieta, se intentó usar las estadísticas para explicar medias verdades.
Verdades indecibles. Unos afirmaron que en un año y medio de gestión Alberto Fernández endeudó al país en US$ 30 mil millones, “más rápido por año que con Macri”. Los otros le respondieron que este gobierno no se endeudó y sí en cambio Macri, que sumó US$ 100 mil millones en sus cuatro años.
Todos dicen una parte de la verdad, que es la parte que usan para castigar al otro. Entienden que, frente a una sociedad-audiencia agrietada, lo que importa no son las verdades enteras sino los datos que cada sector prefiere escuchar y dar por buenos.
Imagínense lo sorprendente que sería que el macrismo admitiera que en cuatro años generó un endeudamiento inédito y que su modelo económico dejó un país con más pobreza e inflación que cuando lo recibieron, sintetizado en una caída de 4 puntos del PBI. Que el kirchnerismo respondiera que también ellos tuvieron su responsabilidad, ya que dejaron un país con alta inflación y pobreza, con crecimiento cero, con reservas casi nulas y aislado de los centros de poder. Y que unos y otros hicieran un mea culpa público por haber contribuido a partir la sociedad en sectores antagónicos, sembrando una desconfianza patológica de la que solo pueden crecer nuevos fracasos.
Que ese nivel de sinceramiento y autocrítica de los dirigentes no esté sucediendo plantea la duda de si se debe a que todavía no existe una madurez suficiente de la sociedad para escucharlo, o si los dirigentes aún no están sintonizando bien el hastío social ante tantos años de relatos infantiles y polarizados, reflejado en cierto desdén que hoy se percibe frente a los próximos comicios.
Deuda y razones. Es cierto que con Macri la deuda en dólares se incrementó en 98 mil millones (la mitad fue por el préstamo del FMI) y que la deuda en pesos descendió en 10 mil millones. También es cierto que con Alberto Fernández la deuda total creció en US$ 31 mil millones, pero a esa cifra se llega pasando a dólares una mayoría de deuda adquirida en pesos (26 mil millones) más otros 5 mil que sí fueron tomados en dólares.
Con chances de endeudamiento externo, Macri dejó su mandato con 8 puntos más de deuda en dólares y 9 puntos menos de deuda en pesos. Y Fernández, impedido de conseguir dólares en el exterior, bajó en 1,3 puntos el porcentaje dolarizado de deuda y subió 2 puntos el porcentaje en pesos.
En teoría, parecería sensato pasar los números de toda la deuda a dólares. Pero en la práctica no es lo mismo si se trata de dólares o de pesos: la deuda original en divisas presenta una obligación mayor de pago que la deuda en la moneda de cada país. No hay default en pesos porque siempre está el último recurso de la maquinita de imprimir billetes o alguna otra solución heterodoxa.
El "Quien de nosotros endeudó más al país" fue la variante semanal de esta tragicomedia nacional
Para seguir jugando este juego de suma cero de quién lo hizo peor, se podría agregar que durante los 12 años de kirchnerismo la deuda bruta total de la administración pública pasó de US$ 178 mil millones a US$ 241 mil millones. Aunque también se podría decir que la forma de medir el peso de la deuda depende del nivel del Producto Bruto de cada país. En ese sentido, en 2003 la deuda equivalía al 125% del PBI y en 2015 se redujo al 52,5% del Producto Bruto. Durante los cuatro años de Macri, la deuda total pasó de ese 52,5% al 89% del PBI. Hoy la deuda equivale al 101,5% del PBI. Durante el período de Macri, las reservas internacionales pasaron de US$ 25 mil millones a US$ 45 mil millones (con un pico de US$ 76 mil millones en abril de 2019, antes del colapso de las PASO).
FMI, el acuerdo. La pelea entre oficialistas y opositores por quién endeudó más al país incluye un subcapítulo con un debate dentro del propio Gobierno: el futuro de Martín Guzmán.
Desde Economía se viene sugiriendo que la falta de un acuerdo final con el FMI obedece a la negativa de Cristina Kirchner a firmar en medio de la campaña. Pero que, pese a las últimas quejas discursivas del Presidente sobre el FMI, el acuerdo ya está: contempla el pago a diez años con los primeros cuatro de gracia, eliminación de la sobretasa de interés y una cláusula por la cual, si el FMI decidiera ampliar en el futuro sus planes y condiciones, esos beneficios le corresponderían automáticamente a la Argentina. Además, se firmaría un objetivo de déficit cero a alcanzar en cuatro años.
Sin embargo, cerca de Sergio Massa y Máximo Kirchner, en las últimas horas se comenzó a escuchar otra versión: sería Guzmán el que no quiere cerrar el acuerdo por entender que ese sería su acto final como ministro. Y creen que sus temores son fundados.
Los elogios de Cristina a Cecilia Todesca en la semana contribuyeron a la idea de que podría haber cambios en esa cartera tras las elecciones y el acuerdo con el Fondo.
Antes de eso, Sergio Massa deberá despejar una versión que comenzó a circular entre sus economistas amigos: sus supuestos deseos de convertirse él en ministro de Economía. El argumento sería que, con vistas a las presidenciales de 2023, necesita de una exposición ejecutiva que considera que es la que más éxitos le dio en el pasado, ya sea como intendente de Tigre, como jefe de la Anses o como jefe de Gabinete.
La hipótesis plantearía recrear un súper Ministerio de Economía (al estilo del comandado por Cavallo o Lavagna) que capitalice la supuesta recuperación económica que comenzó este año. Si bien es cierto que ningún periodista le escuchó decir algo así, sí es verdad que Massa es de los que consideran que la economía de un país como la Argentina no debe ser manejada por un técnico sino por un político.
WhatsApp. Junto a Massa lo explican con un ejemplo: juran que en marzo de 2020 el WhatsApp del legislador recibió una oferta del fondo BlackRock para cerrar el acuerdo con los acreedores privados con un corte de 54,90 dólares por cada 100 dólares de deuda original y que, cuando se lo llevó a Guzmán, el ministro lo rechazó.
Economistas allegados a Massa dicen que no descarta ser él mismo un superministro al estilo Cavallo
Sostienen que debieron pasar cuatro largos meses de incertidumbre para que Guzmán consiguiera 54,82: “Redujo 8 centavos cada 100 dólares. Lo que para un técnico es un éxito para la comprensión más amplia de un político puede ser un error”.
En cualquier caso, la pregunta es qué ganaría Massa si aceptara exponerse él a un ministerio que puede terminar siendo sinónimo del fracaso de una gestión, en lugar de esperar a 2023 desde un segundo plano.
“Si al Gobierno le va mal, le irá mal a cualquiera que lo represente, sea presidente de Diputados o ministro de Economía –explican–. Pero si a la economía no le fuera mal, quien la comande tendrá más chances que otros de encabezar la fórmula presidencial del oficialismo”.
Si el Gobierno logra la difícil tarea de mostrar que, pese a la pandemia, dentro de dos años dejará al país mejor que como lo recibió, entonces no solo querrá jugar Massa.
El primero en anotarse sería el actual presidente. Cerca de Guzmán también levantan la mano: “Subestiman a Martín los que no se dan cuenta de que él es mucho más que un economista”.
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