Por Fernando Laborda
Al margen de las candidaturas, en el kirchnerismo se sostiene que las próximas elecciones se ganarán con plata en los bolsillos, vacunas en los brazos y el permanente martilleo de la palabra Macri en los oídos de los votantes.
Pero esta fórmula mágica parte de más de un supuesto dudoso: el primero es que los ciudadanos que accedan a las vacunas contra el coronavirus tenderán a votar al oficialista Frente de Todos y el segundo es que una parte del electorado verá en el fenómeno de la pandemia un factor que justificaría la crítica situación económica del país y tendría cierta benevolencia con el Gobierno a la hora de emitir el voto.
Es probable que con la intensificación de la llegada de vacunas que se ha verificado en los últimos días y que se profundizará en las próximas semanas, la sociedad argentina arribe a las elecciones primarias (PASO) de septiembre en mejores condiciones sanitarias que en la actualidad, aun cuando los efectos de la variante delta todavía constituyen una incógnita. Lo cierto es que, con respecto a los últimos 14 días, el número de contagios y de fallecimientos ha registrado una baja que ronda el 17%.
Sin embargo, al menos un reciente estudio de opinión pública parece poner en duda la hipótesis de que las vacunas equivalen a votos. El último sondeo de la consultora Giacobbe & Asociados, desarrollado entre el 8 y el 10 de julio entre 2500 personas de todo el país entrevistadas mediante dispositivos móviles, investigó la posición frente al Gobierno de la porción de esa población que había recibido al menos una dosis de vacunas contra el Covid y las conclusiones no parecen favorecer a las autoridades nacionales.
El 58,7% de las personas que recibieron dosis afirma que, después de vacunarse, su opinión sobre el gobierno de Alberto Fernández no se modificó. El 23,6% señala que, tras recibir la vacuna, cambió para peor su opinión sobre el gobierno nacional y solo el 16,3% indica que cambió para mejor, en tanto que el 1,4% no sabe o no contesta.
La misma encuesta determina que la pandemia no puede ser considerada un pretexto que libere de responsabilidades al actual gobierno respecto del agravamiento de la situación socioeconómica.
El 31,2% de los consultados dice estar de acuerdo con la idea de que “el gobierno nacional está manejando la economía lo mejor posible, considerando la crisis que provoca la pandemia” de coronavirus.
Sin embargo, nada menos que el 68,3% sostiene que “el gobierno nacional hizo un desastre con la economía” y “lo podrían haber hecho mucho mejor”.
El mayor desafío en términos de sociología electoral para el oficialismo pasa por los sectores sociales medios y medios bajos. Dentro de ellos, las capas de monotributistas y cuentapropistas que no tienen un empleo estable, sufren la falta de trabajo y mayoritariamente no reciben beneficios de planes sociales.
Buena parte de ese segmento de la sociedad votó en 2019 al Frente de Todos, descontenta con la gestión de Mauricio Macri, pero hoy se encuentra desencantada con el gobierno de Alberto Fernández.
Las penurias de este sector ayudan a explicar otros números. Por ejemplo, que el 60,7% de los argentinos haya tenido que endeudarse para afrontar gastos cotidianos que antes podía afrontar con sus ingresos habituales, de acuerdo con la última encuesta de Management & Fit. Ese porcentaje de la población se eleva al 65% si se toma el interior del país y se excluye a la Capital Federal y al Gran Buenos Aires.
Este estudio también señala que el índice de confianza en el Gobierno se encuentra hoy en niveles similares a los registrados en las elecciones legislativas de 2013, en las que el kirchnerismo fue derrotado en la provincia de Buenos Aires. En aquellos comicios, la aprobación de la gestión de la entonces presidenta Cristina Kirchner rondaba el 34%, un nivel parecido al que exhibe hoy el gobierno de Alberto Fernández, y el kirchnerismo obtuvo algo más del 32% de los votos en el distrito bonaerense (contra casi el 44% que cosechó el Frente Renovador de Sergio Massa, en su pico de crecimiento) y poco más del 31% en el orden nacional. La diferencia entre aquellas elecciones y las de este año radica en que ahora la coalición oficialista concurrirá más unida y compacta que en 2013, con la excepción del sector encabezado por Florencio Randazzo.
Intención de voto
A la hora de auscultar la intención de voto en la provincia de Buenos Aires, sede de la gran batalla electoral, la consultora que dirige Jorge Daniel Giacobbe distinguió entre el voto por espacios políticos y el sufragio por candidatos. En el primer caso, con 9,5% de indecisos, el Frente de Todos proyecta el 37,5% y Juntos por el Cambio, el 38.4%. Las terceras agrupaciones en discordia parecen encaminarse a realizar elecciones dignas por más que no puedan romper la polarización: así, los liberales podrían sumar el 7,1% y el peronismo no kirchnerista, el 6,2%, en tanto que la izquierda solo cosecharía el 1,3%.
Pero cuando se analiza la intención de voto por los eventuales candidatos que competirían en las PASO, se advierte que todas las internas suman menos votos que las decisiones genéricas. Según Giacobbe, los indecisos crecen entonces al 21,8%. Dentro de Juntos por el Cambio, Diego Santilli obtiene las preferencias del 19,3% de los encuestados y Facundo Manes, el 15,4%, lo cual suma el 34,7%; en el Frente de Todos, la suma de los votos de los precandidatos medidos alcanza al 27,9%, mientras que Florencio Randazzo obtiene el 5,1% y el liberal José Luis Espert, el 6,8%.
En la ciudad de Buenos Aires, el Frente de Todos suma el 26,8% contra 41,5% de Juntos por el Cambio, con un 14,3% de indecisos, cuando se pregunta por el voto por espacios políticos. En cuanto a la intención de voto por candidatos, la suma de los apoyos a María Eugenia Vidal (27,5%) y a Ricardo López Murphy (14%) duplica los votos de Leandro Santoro, del Frente de Todos (25,5%), en tanto que el liberal Javier Milei llega al 8,7%.
© La Nación
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