Por Alberto Valdez
Tal como lo adelantamos en MDZ, la relación del papa Francisco con el presidente Alberto Fernández y su vice, Cristina Fernández de Kirchner está cortada desde hace varios meses. Además, a Jorge Bergoglio le cayó muy mal no haber recibido un mensaje del jefe de Estado cuando fue intervenido quirúrgicamente, pese a que los colaboradores del jesuita se lo hicieron saber al secretario de Culto, Guillermo Olivieri, a pocas horas de la operación, según fuentes confiables del Vaticano.
El Sumo Pontífice viene fastidiado con la administración del Frente de Todos desde la aprobación del aborto. El vínculo se fue deteriorando a partir del inicio de la pandemia, no sólo por la mala administración de la cuarentena, sino además por el pésimo manejo de la compra de vacunas para evitar mayor cantidad de muertes. Francisco, que tiene una excelente relación con el presidente de los Estados Unidos, se ofreció para facilitar la llegada de las vacunas de ese país. Pero desde la Casa Rosada, por influencia del Instituto Patria, optaron por ignorar esas gestiones.
Voceros eclesiásticos dejan trascender que el malestar es tal que el Papa le trasmitió al ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Solá, que el presidente no insistiera en decir públicamente que suelen conversar porque el diálogo está roto. “Alberto se sigue jactando públicamente de sus charlas con el Papa cuando la relación hace tiempo que está cortada”, sostienen allegados al Vaticano. Tampoco hay contactos con Cristina desde hace tiempo. Con el único funcionario que sostiene la relación es con el ministro de Economía, Martín Guzmán, quien encima parece estar en la cuerda floja. “Jorge está decepcionado por lo que pasa en la Argentina en materia sanitaria y social, de acuerdo a los informes que recibe periódicamente de los obispos”, agrega un vocero.
En las últimas horas se conoció una respuesta diplomática de la Secretaría de Estado de la Santa Sede en respuesta al mensaje de deseos de recuperación que le envió el presidente argentino una semana después de su operación. “La reacción de la Casa Rosada y del Ministerio de Relaciones Exteriores fue excesivamente tardía”, comentan con fastidio en el entorno de Bergoglio. Esas fuentes revelan que el Papa fue intervenido hace dos domingos y horas después no había partido del oficialismo ninguna carta de preocupación por su salud. A posteriori un intermediario se comunicó con Olivieri para expresar su queja de la falta de timing de la Casa Rosada. La respuesta del secretario de Culto fue que se trataba de “una cuestión de tiempo pero que se iba a encargar de tramitar la misiva".
Concretamente las autoridades argentinas tardaron una semana en enviarle deseos de recuperación a Francisco, cuando a las 24 horas ya había recibido una carta de su amigo Biden y otros líderes mundiales. La relación con el titular de la Casa Blanca con Bergoglio es tan intensa que tiene su cuadro con su foto en el Salón Oval. Por eso la respuesta del Vaticano, conocida ayer, fue fría y diplomática a cargo de la Secretaría de Estado y sin la firma del Pontífice.
Más allá de las cuestiones protocolares, que nunca fueron del agrado del jesuita, estas situaciones dejan entrever una crisis inédita entre el Papa y la administración del Frente de Todos que quedó en evidencia en la frialdad con que recibió a Fernández en el Vaticano hace unos meses atrás. Y, además, Francisco no disimula su molestia con las permanentes invocaciones de Alberto a los diálogos que mantienen, cuando eso es absolutamente falso, según los voceros del Vaticano. Esta tensión creciente va a comenzar a tener su correlato en la actitud del Episcopado frente al oficialismo.
El otro dato que resaltan los voceros del Papa es que fueron apenas una minoría en la clase política quienes le enviaron una misiva o se comunicaron él después de la intervención quirúrgica. Llamó la atención que el expresidente Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta se hayan sumado a la misma actitud del oficialismo. Paradójicamente quienes sí mandaron sus buenos deseos fueron Patricia Bullrich y su primo y senador Esteban Bullrich, quien tiene una relación muy intensa con Bergoglio.
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