Por Carlos Ares |
En 1980, Les Luthiers presentaban su nuevo trabajo que se titulaba: Hacen Muchas Gracias De Nada. Pasaron 40 años y estamos detenidos todavía ahí, representados en una escena. Una sociedad atrapada por su pasado, dice Marcos Mundstock, a la vez que por detrás suyo pasa corriendo Carlos Núñez Cortés al grito de ¡Suéltame, pasado! Se dice que quien no sabe de dónde viene no sabe a donde va.
Si esto fuera así, la sociedad argentina que camina mirando para atrás todo el tiempo debería tener muy claro el rumbo a seguir.
Sin embargo, según las encuestas, la mayoría de los ciudadanos siente que, tal como vamos, este país no tiene futuro. De lo único que escuchamos hablar es del pasado. Mañana se cumplen 45 años del golpe de Estado de 1976. El próximo 2 de abril se recuerda la invasión a las Islas Malvinas hace 39 años, una acción desesperada que fue a su vez principio y fin de la dictadura militar. Son fechas que se resaltan para conmemorar el dolor y, en los hechos, son feriados que se aprovechan para dejar a un lado por unas horas las penas de hoy.
En los próximos 10 días asistiremos impasibles a la revisión parcial o partidaria de esas tragedias. Se ocultan los datos sobre los desaparecidos durante el gobierno de Isabel Perón, los crímenes de la Triple A y de la guerrilla, que a su vez, detonaron el golpe de Estado. Se justifica el apoyo político que tuvo la dictadura militar cuando decidió invadir Malvinas, aún cuando ya se sabía que habían asesinado a miles de personas.
Los que ahora dicen defender los derechos humanos en ese entonces querían aprobar la autoamnistía que se dieron los militares. El nuncio papal, en nombre de la Iglesia, amenazó al fiscales Strassera porque quería investigar a los obispos cómplices y a los curas que asistían a las sesiones de tortura. Nos contamos la historia por la mitad, digamos, la parte que nos conviene para justificar lo que hicieron, hicimos o hacemos. La cadena productiva de pasado que debería servir como aprendizaje útil en un presente que construye el futuro tiene eslabones rotos.
Cristina Kirchner y Mauricio Macri, herederos de fortuna y poder, conmovidos hasta las lágrimas, se hacen escribir el cuento en vida. Todo se hizo pensando en los que menos tienen. También pretenden que el tendal de pobres que dejaron sus gobiernos, los jubilados ajustados que viven con la mínima los compadezcan y les agradezcan por semejante sacrificio. Nunca piden perdón. La culpa fue de los otros. Si no se reconocen las vergüenzas, errores, delirios, crímenes, fracasos, es imposible reparar el cimiento del pasado para sostener algo que no se derrumbe. A poco de andar la memoria parcial de la historia convertida en relato hace más daño que el olvido.
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