Gustavo Sáenz y Alberto Fernández
Por Sergio Crivelli
En política tener el poder une; perderlo o tener la expectativa de perderlo, divide. Ese conocido fenómeno comienza a verificarse en el oficialismo. Los indicios, en ese plano, se acumulan. El gobernador peronista de Salta, Gustavo Sáenz, decidió desdoblar las elecciones. No quiere unir su boleta con la nacional. No le parece buena idea.
Es probable que coincida con el diagnóstico del foro económico de Davos, muy crítico de cómo Alberto Fernández gestionó la pandemia. Sus técnicos aseguran que el gobierno argentino perjudicó la economía por encima de la media mundial sin reducir el número de muertos.
Después de que Sáenz dio el primer paso, comenzaron a circular versiones sobre otros jefes del PJ con intenciones de desdoblar. Córdoba y Misiones estarían evaluando esa posibilidad.
Esta diáspora incipiente se da en el marco de otro enfrentamiento, el de los gobernadores con Cristina Kirchner por las PASO. Los gobernadores quieren suspender las primarias y la vice, no. Es paradójico: quieren dejar de votar en las PASO con la excusa del Covid, pero algunos evalúan simultáneamente ir dos veces a las urnas.
Los gobernadores pidieron la suspensión con una excepción: Axel Kicillof. El preferido de la vice dijo con todas las letras: "Hoy no es mi prioridad".
El cristinismo quiere las primarias porque le sirven para presionar a los gobernadores e intendentes del PJ por lugares en las listas. Si el poder distrital se los niega, lo amenazan con presentar boleta propia y dividir el voto peronista.
Como Fernández tira con cebita, resolvió apartarse de esa batalla que escalaba. Habilitó el tratamiento del tema para las sesiones extraordinarias y dejó la cuestión en manos del Congreso. Que se arreglen entre ellos.
Igual que con el indulto de los procesados por corrupción. Acá el choque se produjo sin pudor. Sergio Massa dijo que una amnistía para corruptos no pasaría por Diputados y Julio De Vido le contestó que investigara sobre la venta de Edenor a Vila-Manzano. Touchée.
Massa no quiere hacerse cargo de los De Vido, José López, Jaime, etcétera, en tiempos de campaña. Ya bastante ventaja dan los peronistas a la oposición con el colapso económico y la errática gestión sanitaria.
Las disputas en el oficialismo obedecen en apreciable medida a la falta de liderazgo. El gobierno por delegación de Alberto Fernández no tiene volumen para mediar entre los sectores enfrentados. De la misma manera en que no puede manejar como le parece la economía, tampoco puede definir las candidaturas o la campaña.
En realidad, puede manejar bastante poco. Por solidaridad con los sindicatos docentes peronistas le regaló a la oposición un poderoso tema de campaña: el cierre perpetuo de las escuelas. Fernández comete errores con soltura, pero hay algunos que son responsabilidad de sus aliados. Y como no tiene autoridad para enmendarlos terminan oscureciendo el escenario electoral para todo el oficialismo.
© La Prensa
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