Por Javier Marías |
He contado aquí que, por razones de horario, las
noticias que más veo (veía; ya no paso de los titulares) son las de TVE a las 3. Esta cadena, sufragada con dinero público y que por tanto nos “pertenece” a todos; que obedece al Gobierno con
más servilismo que nunca (y ya es decir en España), se ha convertido en uno de los espectáculos más vergonzosos que recuerdo. Omite sistemáticamente cualquier indicio esperanzador, venga
de científicos o investigadores extranjeros, de médicos españoles o de reconocidos virólogos. Tuve ocasión de ver una escena especialmente bochornosa: en un programa matinal, la periodista
conectaba con un doctor de El Escorial, y le insistía —es la tónica— en lo fatal que iba todo, en la saturación de los hospitales y el colapso que los aguardaba en cualquier instante. Como
el doctor no le daba la razón y contaba su experiencia (pocos ingresados en su centro, pocos en los otros de que tenía conocimiento), la periodista se enfurecía y le insistía una vez y mil: “¡Pero
las cifras…!” El médico, paciente, le explicaba la diferencia entre un “positivo” y un enfermo (la mayoría de los primeros no están lo segundo y no requieren hospitalización,
etc), lo cual encolerizaba aún más a la mujer y también a un compañero varón que se entrometió desde el plató: “¡Doctor, está llamándonos imbéciles
al resto de la población!”, le espetó airado. Fuera quien fuese ese médico, tuviera razón o no tanta, sabía más del asunto que quienes lo zarandeaban con malos modos por no decirles
lo que ellos querían oír y transmitir a esa población que ansiaban aterrorizar. Mucho temple tuvo el doctor para no contestarles: “No, sólo se lo llamo a ustedes dos”.
La prensa en general, y TVE en particular (luego el Gobierno Podemos-PSOE), no consienten el menor optimismo ni el menor alivio. He visto Telediarios en los que se ha destacado a reporteros
a pueblos minúsculos (de 400 o hasta 200 habitantes) para que desde allí emitieran largos minutos porque —albricias— había unos cuantos casos de coronavirus. Es decir, han rastreado como locos
dónde había algo alarmante o desalentador, para crear una psicosis —dura ya más de la cuenta— de verdadero terror, por lo que no sería exagerado afirmar que practican terrorismo informativo.
Procuran dar los datos de la manera más caótica y confusa posible, pero siempre dirigida a que la epidemia luzca más terrible de lo que sin duda es. Tanto el Gobierno central como los autonómicos
—sin excepción— contribuyen al caos, a la sensación de vacío de poder, de irresponsabilidad, vagancia, ineptitud y dejadez. Los segundos se distinguen por su absoluta insolidaridad, y se los
percibe preocupados tan sólo por su imagen y por los votos regionales futuros que puedan ganar o perder, nunca por los ciudadanos ni por el país en su conjunto. Esta epidemia ha puesto de manifiesto que, si pudieran,
serían reinos de taifas … siempre que sus gastos corrieran a cuenta del Estado. El mensaje de todos viene a ser: “Queremos ser independientes de España y que España sostenga económicamente
nuestra independencia”.
He visto a locutoras (una tal Alejandra de torpeza infinita, una tal Melanie que contaba al menos con el pretexto de su bisoñez) anunciar con una gran sonrisa y expresión
triunfal: “España lidera” (ya el verbo delataba sus intenciones) “el número de contagios en Europa, y hemos batido el récord en un solo día”. ¿Por qué esa propensión
aviesa? ¿Mero sadismo? Sí, la prensa casi no existe, la mayoría es amarillista y por lo tanto histérica y sádica. Pero ha de haber algo más, sobre todo en la cadena que, desde que está
un tal Enric Hernández al frente de Información y Actualidad, es dócil portavoz de las órdenes de Sánchez e Iglesias. (Nos han informado con profusión del ruido padecido por éste,
pero apenas nada de las vicisitudes judiciales de su partido.) Esas noticias infladas, que suscitan un pavor continuo, son las responsables de que cada vez más países desaconsejen pisar España, con el
consiguiente quebranto para una nación sustentada en el turismo y el ocio. ¿La consigna es dañar más la economía? ¿Destrozar la salud mental de la ciudadanía? Una ciudadanía
atemorizada y machacada no produce, no rinde. ¿Es eso lo que se busca? No me lo explico. Claro que hay que seguir siendo prudentes y tomándonos muy en serio la plaga. Pero ¿por qué se oculta siempre
lo medio bueno y se subraya o se inventa lo pésimo? No cabe sino pensar mal, la verdad: nuestros gobernantes, ¿son tan autoritarios que prefieren que el país se vaya a pique antes que renunciar a nuestra
mansedumbre? Sería propio de Maduro o Trump o Bolsonaro o Erdogan. Esperemos que no lleguen tan lejos. Nada amansa tanto como el miedo permanente y cerval.
© El País Semanal
Despierta España!
ResponderEliminarNos llevan al Comunismo.
GOBIERNO DIMISIÓN.
Comparto enteramente tus reflexiones sobre el pesimismo actual impuesto por las mentiras y exageraciones impuestas desde el poder político y medios de comunicación que nos está asfixiando hace largo tiempo
ResponderEliminarCierto. Algo siniestro hay tras esta tortura informativa que no se atreven o no nos quieren decir.
ResponderEliminarVaya, vaya. Se deduce de tu artículo que otras televisiones no son tan retorcidas ni manipulan tanto como TVE.
ResponderEliminarNo es así. Deberias dejarlo claro y no culpabilizar al gobierno y a una sola cadena de lo que se hace en todas. Si te quieres meter con el gobierno me parece bien, pero no por como trata TVE el tema del coronavirus, por favor, no nos trates tu también de imbéciles. No juegues a despitar a la gente, no se trata de la cadena del gobierno, ¡por favor! como se puede ser tan manipulador? ¿De verdad que no has visto un telediario de antena 3 por ejemplo?
Son todas las televisiones y es así desde hace mucho tiempo.
Son las mismas cadenas que nos estuvieron bombardeando antes de la pandemia con el independentismo catalán, presentando a personas que tienen la desvergüenza de pensar de otra manera, como un atajo de bestias, gamberros e insolidarios. Tampoco entonces había otro tema en televisión. Se manipuló aquello y se manipula esto. Todos los medios sin excepción.
No me vengas ahora con esos remilgos, que esta caca llevamos tiempo aguantándola y ya nos hemos acostumbrado a su olor.