Juan Ameri |
Por Patricia Patocco
El país se quedó estupefacto.
Los que seguían la sesión virtual de la Cámara de Diputados vieron la sesión sexual “involuntaria” de Juan Ameri y el resto, nos enteramos casi de inmediato.
La catarata de indignaciones, memes, chistes, juegos de palabras, la justificación del diputado por Salta de un acto íntimo, on line y para todo el país, nos envolvió en seguida.
No vamos a relatar lo sabido, de lo que todo el país habla y que tuvo la virtud de sacarnos por un rato de las cifras del Covid.
Nosotros que venimos anestesiados con tantas malas noticias de cada día sobre la crisis sanitaria y la económica.
Que tenemos a los viejos encerrados, a los niños y adolescentes deprimidos, a la gente sin trabajar, con hambre y tocando las puertas a cada rato, que tenemos a los profesionales de la salud en knock out.
Con amigos o familiares enfermos, muertos, temerosos, destruídos…
Nosotros que nos levantamos cada día a ver qué otra situación al borde de la desesperación hay que campear.
Nosotros, el pueblo.
Tenemos que soportar ver a un hombre (no me animo a decir señor) en funciones de diputado, que no es salteño, pero vive hace nueve años en Salta.
Que tuvo denuncias por acoso sexual a menores, a las que no le dieron trascendencia, salvo los grupos feministas. Que entró al recinto en lugar de otro político (Leavy) que usó la doble candidatura - como otros ¿no?- en esas mañas propias de la política de nuestro tiempo.
Hay muchas inmoralidades sueltas, así que es interesante ver con lupa las palabras en boca de cada político, de su partido y de la oposición, que lógico, está de parabienes.
Lo que queda muy claro es que Ameri estaba en horario de trabajo, en un cargo que debiera honrar a quien lo ostenta y si no puede distinguir si su computadora está encendida o no y si puede mezclar los actos íntimos con los privados en plena tarea, y si tiene antecedentes dudosos, no está capacitado para ejercerlo.
Muchos hombres – políticos o simples ciudadanos- han hecho un “pacto de caballeros”, restando la importancia que merece el tema, queriendo ver el aprovechamiento político que hace la oposición antes que la realidad. Otros han recordado a Alperovich, senador en uso de licencia por acusaciones de violación de su sobrina.
Las mujeres en cambio- y sobre todo las de su partido- han reaccionado más indignadas.
Quizás ellas entienden más profundamente la consigna del feminismo “lo personal es político” que interpela a todos.
Hay que escuchar a las mujeres, hay que dar lugar a los jóvenes. Pero a gente con formación acreditada a todo nivel, no a arribistas.
Es hora de escudriñar los antecedes de cada uno en esta democracia porque obscenidades en las Cámaras, se ven a cada rato.
Demandamos austeridad. Real, sin prótesis.
Y es tiempo de que tanta gente sin escrúpulos deje de vivir de la “teta del Estado” o del “chichi”, como se dice en el norte.
Permítaseme el penoso sarcasmo.
© periodicoartenautas.com.ar
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