Por Carlos Ares (*) |
Desagote los intestinos, apague esa acidez, el fuego que arde en sus tripas. Rompa el vidrio en caso de incendio. Tome el hacha, el martillo, el extinguidor de personas que no piensan
como usted. Arroje su balde de mierda. Sin censura, sin límite. Adelante, su ira no molesta. Podemos autopercibirnos como necesite. Putos, negros, judíos. Una vez que se asumen, las etiquetas con las que se pretende
descalificar, despreciar, rebajar o estigmatizar, ya no ofenden.
Elegimos llamarnos “gorilas” para activar sus fanáticos reflejos condicionados. Puede optar por cualquier otro apodo. Chetos, runners, antipatrias. Si tiene un súbito
ataque de cólera a causa de derrotas futboleras clásicas, o un incidente en la calle, añada odio extra al insulto. Ejemplo: gallina puta y/o bostero puto/canalla/leproso/amargo, etc., o ¡qué
hacés, pelotudo, no ves que voy a doblar!, seguido siempre de “la concha de tu madre”.
Si quiere iniciar un tratamiento para dejar, marque dos. Un momento, por favor. Todos nuestros voluntarios están ocupados. La demanda de personas cansadas de sí mismas,
que se quieren pasar por el forro dogmas, consignas, discursos, mandatos, es mayor cada día. Aguarde, será atendido como corresponde. El solo hecho de que se niegue a seguir consumiendo la misma dosis de relato
diario, cortado con polvo de hornear mitos, es ya un buen comienzo. Siempre se está a tiempo de modificar la configuración del disco rígido en el que fuimos formateados.
Si se le para. Es decir: si se le anima al Minotauro bifronte, Fernández-Fernández, que asusta con su poder de daño en el centro del laberinto, la bestia recula.
Se come los mocos. Confrontado con el pasado, el monstruo se ovilla, se envenena, se revuelve en bicho bolita. Las criaturas alimentadas a fábula épica son de calzón flojo. En cuanto les escarban las cuentas
sindicales, rastrillan de pobreza las provincias feudales, revisan las ambulancias faloperas, los matones quedan con las vergüenzas al aire.
Coraje. Le canta las cuarenta, o entona “Devórame otra vez” a coro con Dady Brieva, Tinelli, Rial y Brancatelli. Mientras tanto, recuerde cómo llegó
hasta aquí. Hágase preguntas. La memoria, como el hilo de Ariadna, ayuda a encontrar la salida. Durante la espera, puede arrojarle cajas de seguridad, bolsos con millones de dólares, hoteles, estancias,
Lázaros Báez, fascistas Aníbales, nazis Biondinis, asesinos López Regas, cómplices de golpes militares, buchones de la dictadura, Verbitsky, Gerardo Martínez, capos mafia, Moyanos,
Patas Medinas, Caballos Suárez.
Los parásitos del Estado, Massa, Scioli, Pino Solanas, Felipe Solá, Aníbal Fernández, sin el carguito no aguantan un round. No resisten un video de YouTube.
Es de ver ahí a Néstor y Cristina cómo se ajustan las esposas. Cuentan la que hicieron en Santa Cruz. “Terrenito”, “departamentito”, dice Néstor. “Veintitrés
propiedades, depósitos por tres millones y medio de dólares”, admite ella, “más otros plazos fijos”.
Vamos, banque la abstinencia de tóxicos. Inicie una terapia casera. Cruel, pero barata. Desnúdese de la capa de versos con los que se inviste, encubre, justifica. Despegue
de la mente los eslóganes, las babosas consignas chupasangre. Raje mentirosos a escobazos. Balconee el mundo a su alrededor. Goce el placer de ser, pensar, decir lo que se le cante. Aspire pura libertad. Más
en estos días de encierro, cuando en las redes sociales se condensa el mal aliento de los vendedores de humo que se fumaron atados de Jaime, Boudou, Milani, De Vido,Si quiere anotarse como voluntario, deje sus datos
a continuación. Van a ser necesarios muchos cerebros descosidos para consolar tantos corazones rotos.
(*) Periodista
© Perfil.com
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