sábado, 1 de agosto de 2020

La mirada

Por Manuel Vicent
Después de un año, al abrir las ventanas para que se oree la vieja casa de verano, te envuelve el aire dulzón que expelen los muebles, los libros, los visillos, los armarios, la cocina, con un sabor familiar que no te ha abandonado. La imagen del tiempo se halla en esa cesta donde habían quedado olvidados algunos periódicos y revistas. Sus titulares se refieren al encono político entre partidos, a algunas tragedias y escándalos, que eran noticia el verano pasado.

Este invierno ha habido duros temporales, algunos muy aciagos, que habían destruido gran parte de la costa. Sobre los titulares de esos periódicos viejos se ha posado un moho amarillo y de las catástrofes meteorológicas apenas quedan vestigios. Aquellos sucesos te parecen inanes y ligeros frente a la gran pandemia que asola hoy al mundo entero.

Así ha rodado también el tiempo sobre tu rostro. Después de un año, el espejo del cuarto de baño, testigo de cargo de tus éxitos y fracasos, guarda todavía la imagen que le dejaste al terminar las vacaciones en septiembre de regreso a la ciudad, pero ahora con la boca y la nariz tapados para que el virus no te mate, el espejo solo puede reconocerte por los ojos, como sucede también entre las personas.

Cuando alguien se acerca a hablarte te preguntas a quién pertenece ese medio rostro cubierto por la mascarilla. Recuerdas el aforismo de Antonio Machado: “El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve”. Ahora deberás adivinar en los demás la alegría, el miedo, la sorpresa que expresa su mirada, limpia o sucia, oscura, verde o azul.

Aunque las noticias de la peste un día se cubran también de moho en los periódicos olvidados en la cesta del tiempo, puede que esta tragedia nos haya enseñado a mirar con nuevos ojos la vida. El poder de la mirada será, tal vez, en el futuro la gran aportación cultural de esta pandemia.

© El País (España)

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