Por Carlos Ares (*) |
Mendigar, lamentar, callar, recortar, pegar, manipular, ocultar, denunciar, acusar, exigir, llorar, mentir, seducir, vender, cobrar, pagar, entregar, traicionar, simular. Lo que sea
necesario. La que haga falta. Es de ver con qué vanidad se encubren las partes pudendas. Es de escuchar en qué tonito se ejerce la autoridad que se supone. ¡Soy periodista! Ese dedito de voz alzada en el
momento de anunciar: atención, ¡cuidado!, ¡exclusivo!, ¡somos independientes!, ¡ojo con esto!, ¡aquí esta “la verdad”!
¿Independientes? Formado, educado, recibido, no se sobrevive de esto instalado en un ambiente, apto consultorio, con una chapa en la puerta que diga “Periodista”. A
la espera, de brazos cruzados, que caiga un paciente sin obra social, deprimido, bajoneado, abusado, golpeado por el poder, para sonreír, facturar, ¿efectivo o tarjeta?, calmarlo, decirle: tranquilo amigo, a ver,
cuénteme qué le pasa, dónde le duele.
Las historias, las relaciones, las trampas, el tráfico, los conflictos, la trama de las miserias, la pasión, el crimen, la codicia, se escribe de viaje en el tren fantasma.
Entre confidentes, buchones, testaferros, mirando por la ventana, parando en prostíbulos, paraísos fiscales, cuevas financieras, políticas, gremiales, judiciales. El deslumbrante parque de diversiones
de la actualidad no cierra nunca.
La montaña rusa de Diputados. El museo de cera del Senado. La casa rosada del horror. Los dinosaurios de la CGT. La vuelta al mundo de Grondona a Tapia. El tiro al pichón
indefenso en Tribunales. Hay que domar el caballo mecánico de los hechos. Montar, y caer. Retreparlo, y caer. Volver a intentarlo, y caer. Clavar las espuelas. Embocar una data. Pegar alguna primicia
¿Independientes? Ser, estar, pertenecer. Pantalla, micrófono, sitio, blog, portal, audiencia, seguidores, marido, esposa, amantes, mecenas cariñosos con derecho a
ponerla. “A ver qué hacés, que escribís, qué decís, no me toques a mí”. ¿Quién le daría bola a un tal Garompa? ¿Quién, si no tuviera atrás
un medio, un doble apellido que le permitiera presentarse como: “Hola, buenas tardes, soy Garompa, de La Poronga News”?
Si bien nos miramos, colegas, en soledad, de cara al espejo donde se ve también la realidad, y asumimos la cuotaparte de responsabilidad que nos toca en el continuo fracaso de
este país, tal vez lleguemos a entender, más allá de nosotros, de orgullos y derrapes, en un sentido algo más profundo, de qué se trata, por qué, para qué, a quién debe
servir lo que hacemos. ¿Cuáles son los límites?
Al amparo de una copa, después de desensillar el pony, con la conciencia en bolas, cabe reconocernos, en modo condescendiente, el mejor perfil, la expresión de Gioconda,
de Mona Lisa, en la imagen de nosotros mismos. Aceptar, al fin, que hacemos, como todos, lo que se puede dentro de lo que nos dejan. Hasta ahí. Eso no justifica convertirnos en meros correveidiles, encubridores de ladrones,
vendedores de falopa adulterada. Tanta mierda indigesta, enferma, corrompe la convivencia, afecta a la democracia, envenena. Directa o indirectamente, mata.
No da subir con los pies sucios de barro al bondi solicitado, dando grititos como vedettes en gira, para reclamar persecuciones que millones de a pie sufren a diario. Con las pruebas,
a la Justicia. Los riesgos que se corren son los propios de la profesión elegida. El periodista ejerce una libertad consagrada en la Constitución. Tiene el derecho a la información en representación
de la opinión pública. Honremos ese privilegio haciendo, dentro de lo que sea posible, un trabajo decente.
(*) Periodista
© Perfil.com
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