Martín Guzmán debe tratar de reducir el déficit fiscal, principal causa del endeudamiento argentino realizado por casi todos los gobiernos del país. |
El equipo financiero a cargo de autorizar ese pago aún recuerda el momento. Debían ponerle su firma a un desembolso del Estado por casi US$7000 millones. Ocurrió
en abril de 2017, en plena gestión de Mauricio Macri, y fue la erogación más grande que se recuerde de la Tesorería argentina.
El dato menos conocido es que se usó para cancelar deuda contraída
en las presidencias de Néstor y de Cristina Kirchner, incluida una parte de los bonos empleados para pagarle a la española Repsol por la estatización de YPF. Curiosidades de la continuidad estatal: una
de las medidas más aplaudidas en la gestión anterior fue afrontada bajo la administración de Cambiemos.
La discusión por la deuda pública argentina, que se encendió en la campaña presidencial del año pasado y volvió a tomar temperatura la semana
pasada por la iniciativa kirchnerista de investigar qué hizo Cambiemos, sin implicar al kirchnerismo, se apoya en números concretos, pero se discute en el impreciso terreno de la política.
¿Cuál de los últimos gobiernos endeudó más al país? La respuesta es más sencilla de lo que parece: casi todos los mandatarios que estuvieron al menos un período completo en el poder desde mediados de los 90 (primeras cifras disponibles entre las más consolidadas) hasta el año pasado se fueron con un pasivo superior al que encontraron, de acuerdo con los números oficiales del Ministerio de Economía. Un documento con fecha de diciembre del año pasado elaborado por esa cartera sostiene que entre el último mes de 1994 y diciembre de 1999 (Carlos Menem), el pasivo argentino pasó de US$80.700
millones a US$121.900 millones, es decir, subió un 51%.
Solo Néstor Kirchner avanzó en sentido contrario, en condiciones económicas muy particulares. En diciembre de 2007, cuando le cedió los atributos a su esposa, la deuda pública era de US$176.870 millones. En el medio había ocurrido una reestructuración. En 2004, un año
después de asumir -es la última entre las referencias más precisas oficiales al pasivo argentino-, era de US$192.294 millones. En su gestión se achicó US$15.424 millones.
Los números oficiales más recientes muestran que, desde mediados de los 90 hasta hoy, todos los gobiernos, salvo el de Néstor Kirchner, aumentaron la deuda pública;
el déficit fiscal fue la principal causa Fuente: Archivo
Una cuenta básica, sin embargo, desmiente el argumento kirchnerista del desendeudamiento, una de las banderas que más agita el Frente de Todos al momento de criticar a
Mauricio Macri.
Cristina Kirchner no siguió los preceptos de su antecesor. Uno de los secretos mejor guardados por sus defensores es que en sus dos períodos la deuda pública avanzó casi un 36%, hasta los US$240.665 millones. Eso se debe a un incremento sostenido
del gasto y del déficit fiscal, que llegó a niveles récord en 2015.
El matrimonio presidencial guarda otras particularidades como desendeudadores. En diciembre de 2005, Kirchner anunció que el país saldaría en un solo pago la deuda
de US$9810 millones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Uno de los mayores actos de soberanía financiera también puede ser visto como un pase de manos: el gobierno pagó con reservas del Banco Central,
pero le dejó a la entidad monetaria letras intransferibles a 10 años que vencieron en la gestión de Macri. Cambiemos repitió la jugada de Kirchner: las canjeó por otros tres bonos.
Quizá la decisión más difícil de explicar es la deuda con Venezuela. Eran épocas de sintonía entre Kirchner, Hugo Chávez y Fidel Castro.
La Argentina usaba a la gestión bolivariana como tomador primario de deuda que luego se descargaba en el mercado. La sospecha es que esas colocaciones se usaron para fugar recursos internos de Venezuela, donde regía
el control de capitales. Otra coincidencia: es el mismo motivo por el que el kirchnerismo quiere investigar las decisiones de Macri.
El tren del desendeudamiento también tuvo una parada por el Club de París. El acuerdo, que se cerró en 2014, durante la gestión de Axel Kicillof en el Ministerio
de Economía, sigue en pie. El ahora gobernador de la provincia de Buenos Aires llegó a pagar una cuota (US$1260 millones) y el macrismo, cuatro (a un promedio de US$1640 millones cada una). Quedan poco más
de US$2000 millones en dos desembolsos que debería hacer Alberto Fernández.
El saldo total vence en mayo de 2021, pero en días hay que cancelar una parte. El ministro de Economía, Martín Guzmán, decidió no hacer el desembolso,
aunque la deuda no caerá en default. Solo se activará una cláusula que llevará la tasa de interés al 9%, algo que incluso los exfuncionarios macristas reconocen como un buen número
en estas circunstancias. Guzmán debería agradecerle a Kicillof.
En la gestión de Mauricio Macri la deuda pública en términos brutos creció US$82.400 millones, según números de Economía, que representan
un salto de 34,23% con respecto a 2015, es decir, casi lo mismo que en la gestión de Cristina Kirchner en términos porcentuales. Con dos salvedades: la expresidenta estuvo en el poder el doble del tiempo que
Macri, pero recibió superávit fiscal por parte de su marido, aunque le dejó números negativos a su sucesor. Es clave: el superávit fiscal es la variable fundamental para evitar el endeudamiento.
Con una política de ajuste del gasto, Macri dejó el poder con un déficit fiscal primario de 0,6% del PBI, contra el 5,4% del último año de Cristina Kirchner.
Uno de los puntos más polémicos es el acuerdo con el FMI. Según el Frente de Todos, el organismo internacional le prestó dinero al país para solventar
"la fuga de capitales". Los documentos de Cambiemos, sin embargo, sostienen que, de los US$44.298 millones que llegaron desde Washington, US$35.344 millones se usaron para pagar intereses de deuda en moneda extranjera
y solo US$774 millones para solventar el funcionamiento cotidiano del Estado. Más aun: como el Fondo presta más barato, sostienen que el país ahorrará en el pago de intereses US$10.371 millones.
En la práctica, el endeudamiento de un país se mide en relación con el producto bruto interno (PBI). Allí hacen hincapié los críticos de Macri.
En la gestión Kirchner, ese ratio fue del 11%, saltó al 45% en diciembre de 2015 y escaló al 70% a fines del año pasado, según un informe de Cambiemos. Otros números oficiales ubican
esos porcentajes en 62%, 52,6% y 89,4%. Las diferencias se justifican según el tipo de cambio que se tome.
Además, cada uno pondrá una gran gama de peros al lado de la afirmación anterior. Entre ellos, cuál era el resultado fiscal, el nivel de reservas del Banco
Central y, precisamente, la variación del PBI.
Macri cayó en una trampa impensada. Ni el menos optimista hubiese imaginado que en su gestión la actividad económica caería tanto, algo que aumentó
la incidencia de la deuda sobre el PBI. Es una emboscada que posiblemente se le repita a Alberto Fernández. Incluso si cierra el año con un gran acuerdo con los bonistas, el desplome de la actividad terminará
mostrando un número alto en relación con las deudas.
El presidente critica al macrismo con un punto que parece certero: hasta la llegada de Macri al poder, el endeudamiento no estaba en la agenda pública. Claro que en la vereda de enfrente sostienen que, en parte, la crisis se aceleró por el regreso del kirchnerismo,
que le cerró los mercados a la Argentina. Sería otro éxito de la fórmula presidencial: su triunfo electoral sirvió para sostener su discurso.
© La Nación
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