Por Fernando Savater |
Ahora no creo que los populares en el Gobierno hubieran gestionado mejor la epidemia que Sánchez y sus mariachis (peor es imposible). La situación
era inédita y el país está demasiado despedazado por quienes pretenden ordeñarlo por separado como para poder ser gobernado con eficacia. Políticos torpes para lo común y hábiles
para lo propio hay en todos los partidos, virtuosos de la mentira a falta de otras virtudes también.
Quizá la diferencia estriba en que la tradición posfranquista señala las taras de los autoproclamados “progresistas” como defectos personales de individuos
indignos del ideal mientras que las de los conservadores revelan un fondo cenagoso que contamina a toda su opción política. Pueden ser nefastos unos y otros, pero solo los primeros seguirán tan ufanos...
Ya no creo que el dilema sea entre malos y buenos, ni me siento con ánimos de buscar culpables. A pesar de haber tantas víctimas, estoy dispuesto a aceptar que el problema
no es de índole moral, ni siquiera política, sino una cuestión epistemológica.
Dijo el gran historiador Robert Conquest (a Christopher Hitchens le gustaba repetirlo) que todo el mundo es de derechas en los asuntos de los que de veras entiende. Eso podría
explicar por qué son tan de izquierdas la mayoría de los ministros del actual Gobierno. Y sus corifeos y corifeas.
© El País (España)
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