Pages

domingo, 3 de mayo de 2020

Alberto y el 'dilema del pico'

Por Gustavo González
Salir de la cuarentena. Demasiado rápido es peligroso. Demasiado lento, también. Por virus o por crisis, habrá muertes. Hallar la medida justa entre unas y otras es la misión del Presidente.

Así como las crisis no deben dejarse en manos de los economistas, una pandemia no puede dejarse en manos de los infectólogos.

En un país, quien conduce es un político, más allá de que además sea economista o médico.

Si lo hace bien, se lo llama estadista, que es el político capaz de planear objetivos de Estado de largo plazo y alcanzarlos a través de las tácticas adecuadas. Con la habilidad de sopesar bien las fuerzas propias, el timing y el clima de época. Y lo suficientemente audaz para asumir el riesgo de, en determinado momento, ir en contra de la corriente para alcanzar esos objetivos.

Infectólogos. Con el avance inicial de la pandemia en Europa y aconsejado por los infectólogos, Alberto Fernández decidió muy rápido la cuarentena obligatoria. Los resultados son un crecimiento moderado de infectados y fallecidos, y el estiramiento de la llegada del pico de contagios, lo que, entre otras cosas, permitió una mejor preparación del sistema sanitario.

Los beneficios de esta cuarentena anticipada implican, por ejemplo, que el 25 de marzo los informes reservados del gobierno porteño estimaran un pico de contagios para el pasado 21 de abril de 1.800 casos. Pero el 21 de abril se registraron solo 28 nuevos casos. Hoy, esos informes señalan que el número de 1.800 nuevos contagiados en un día que antes se calculaban como un piso ahora son un techo.

En Europa, haber demorado el inicio de la cuarentena provocó que luego los muertos se contaran por miles. Fueron cuarentenas que arrancaron tarde, después de que el virus se extendiera demasiado, y que hicieron que el pico de contagiados llegara pronto.

Por eso son cuarentenas más cortas, que empezaron a flexibilizarse a los 30 o 45 días de haber comenzado y una vez que el pico de contagios había pasado.

Así, mientras que en Europa el pico de contagios quedó atrás, en la Argentina todavía está por venir. Y los epidemiólogos entienden que cuanto más se demore en alcanzar ese pico, mejor será.

Este es el gran dilema que hoy enfrenta Alberto Fernández: si espera a abrir la cuarentena recién después de que pase el pico de contagios, entonces la cuarentena podría durar el doble que en Europa. Con los beneficios sanitarios que le señalan y los perjuicios económicos que eso ocasionaría.

Economistas. Los economistas le advierten que cuanto más se extienda el aislamiento social y productivo, más profunda será la recesión que causará.

Los infectólogos están preocupados por la pérdida de vidas. Los economistas, lo mismo.

Por el coronavirus morirán muchas personas. Por la pobreza que causará, también. Ya mostramos en PERFIL los estudios que relacionan las recesiones profundas con el aumento de los decesos por enfermedades y hasta por homicidios. La cuarentena por sí misma ya genera víctimas, como los pacientes cardíacos que mueren por temor a atenderse en un hospital o por no hacerse los chequeos previstos.

El virus mata, pero quien diga que mata más que la miseria afirmaría algo que nadie sabe con certeza. Ni los infectólogos ni los economistas tienen esa respuesta.

Tampoco los gobernantes, pero son estos los que tienen la responsabilidad última de tomar las decisiones.

Este es el verdadero dilema presidencial: ¿cuándo salir de la cuarentena? ¿Esperar a que pase el pico de contagios como empiezan a hacer sus colegas europeos o, debido a la cuarentena anticipada argentina, aquí eso sería esperar demasiado?

Fernández intentó compartir responsabilidades al anunciar la extensión de la cuarentena hasta el 10 de mayo, pero dejando en manos de los gobernadores la implementación de ciertas flexibilidades. Es una responsabilidad que, al menos quienes gobiernan las provincias más pobladas, no aceptaron: no quieren cargar ellos con esos pesados dilemas.

Rodríguez Larreta, por ejemplo, está alineado con el Presidente en el tratamiento general de la pandemia, pero se niega a cualquier flexibilización de la cuarentena.

Seis días por semana se reúne con una mesa política de diez integrantes a las 8 de la mañana, y los domingos a las 19. Tampoco ahí hay certezas: esbozan un plan área por área para el día después, pero no saben bien cuándo llegará ese día. Por ahora no quieren escuchar hablar de flexibilidad alguna y le achacan a la Nación el notorio relajamiento de controles en los accesos de tránsito a la Ciudad.

En el gobierno nacional no niegan que ese relajamiento exista, aunque no sea oficial. Explican que están en la tercera fase de las cinco que plantean para regresar a cierta normalidad, y en la que se contempla una circulación mayor del virus.

Táctica y estrategia. El “dilema del pico” se transformó en una obsesión. Ahora, en la Casa Rosada estiman que el máximo de contagios llegará a mediados de junio, en pleno invierno, pero ya escuchan voces de expertos que creen que puede no haber un pico de contagios.

Fernández confiesa que duerme tranquilo y que eso se debe a que considera un éxito el amesetamiento que muestra la curva de contagios. Pero al mismo tiempo entiende que si no hay una porción importante de la población que se termine de contagiar, no habrá un muro sanitario de contención necesario mientras se espera una vacuna salvadora.

Su objetivo es llegar a la primavera habiendo dejado atrás al pico de contagios y a la cuarentena. El problema son las tácticas.

Chatea a diario con presidentes europeos e interpreta el pasado de ellos como el futuro argentino. Pedro Sánchez le viene insistiendo que en donde más se descontrolaron los contagios en España fue en el transporte público. Por eso decidió que ese será el último lugar donde aquí se relajarán los controles. Los otros espacios en los que la cuarentena se extenderá más serán los colegios y universidades, los restaurantes, estadios deportivos, aeropuertos y fronteras. Y las restricciones de tránsito para los adultos mayores.

Dos informes. Faltan dos fases para llegar a la primavera. La que viene es la apertura de ciertas actividades comerciales y empresarias.

Necesitan que el virus circule, pero de forma controlada.

Si se sale de la cuarentena demasiado rápido, el peligro es descontrolar el sistema de salud y que eso ocasione más muertos por el virus de los que de por sí se producirán.

Si se sale demasiado lento, el peligro es que la cuarentena se extienda exageradamente a la espera de un pico y que esto ocasione más muertos por la crisis económica de los que de por sí se producirán.

El Presidente tiene en su escritorio un informe de dos experiencias exitosas de control de Covid-19 de Corea del Sur e Israel. Son aplicaciones de celulares que detectan el movimiento de las personas y que permiten controlar que los infectados no se muevan de sus hogares. Usarlo en la Argentina por ahora choca con dos inconvenientes: requiere un alto nivel de testeos y una idiosincrasia muy distinta. Aunque todo puede cambiar en un segundo.

La tecnología, la medicina y la economía son herramientas esenciales en esta pandemia.

Pero es la política la responsable de decidir cuándo y cómo se usan.

© Perfil.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario