Por Almudena Grandes |
Mientras todos los sectores a los que pertenecen esos famosos, y otros muchos, reclaman ayudas específicas para lo suyo como si el dinero no se fuera a acabar nunca, siento escalofríos.
¿Y qué pasa con los inespecíficos, con los que no poseen nada, con los que no han podido ahorrar? Parados de larga duración, temporeros, trabajadores que encadenan
contratos temporales, jóvenes sujetos a la estafa de las becas y las prácticas, falsos autónomos, familias que subsistían gracias a las asistentas que ya no pueden limpiar en siete casas…
Ni siquiera sabemos cuántos miles, decenas de miles o centenares de miles de personas viven en esta situación en España, pero aunque nadie quiera preguntarse por
el precio de la factura que nos costará esta crisis, ya sabemos que la pagarán sobre todo ellos.
Si logramos que el virus no mate a los más débiles para dejar después que los más pobres se hundan en la miseria, no habremos hecho nada bueno. Para paliar
su situación, el único remedio es que cada uno deje de pensar en lo suyo y que todos empecemos a pensar en lo nuestro. En España sobran miedo y egoísmo, gente que se queja y privilegiados que se
comportan como si no lo fueran. La solidaridad no es un vídeo que se estrena esta tarde en las redes.
© El País Semanal
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