Este 25 de abril, Italia celebra el 75º aniversario de su liberación de las garras del fascismo
Grupo de partisanos , tras la liberación de Italia del fascismo, en 1945. |
Por Alessandro Leone
Cupello (Italia)
Bella ciao (en la letra en español Adiós bella) es una canción anónima y no existe ningún dato que aclare definitivamente su procedencia, sino semejanzas con antiguas composiciones, textualmente y musicalmente. Es el resultado de un largo viaje que ha ido definiendo este himno a la libertad hasta la versión que todos conocen y que se canta en alrededor de 40 idiomas.
En Italia, no resuena solo en las manifestaciones de las sardinas, el heterogéneo grupo que hasta hace unos meses protestaba en las plazas de todo el país especialmente contra la retórica de Matteo Salvini; también lo hace cada 25 de abril, el día que celebra la liberación del fascismo en 1945.
“Es un himno partisano”, afirma con seguridad Carlo Ghezzi, del ANPI, la Asociación Nacional de los Partisanos de Italia. La resistencia estaba formada por las diversas almas del antifascismo: había democristianos, comunistas, socialistas, anarquistas, monárquicos y republicanos, entre otros. Un conglomerado de ideas diferentes que superaron sus discrepancias ante la necesidad de combatir contra “el invasor”. “El comandante de la resistencia era Raffaele Cadorna, un monárquico, y su vicecomandante Luigi Longo, comunista. El antifascismo ha representado la página más importante de este país y Bella ciao da voz a todo esto”, dice Ghezzi.
Por esta razón, Bella ciao acabó convirtiéndose en la canción de la resistencia, la banda sonora que celebra la heterogeneidad reunida que llevó Italia a la liberación. De hecho, en su texto no hay ninguna referencia ideológica como, en cambio, en Fischia il vento (Sopla el viento), cantada sobre todo por los partisanos garibaldinos y comunistas. La que hoy es considerada a menudo en el país una canción de izquierdas, fue entonada en muchas ocasiones públicas por políticos de la Democracia Cristiana (DC), como Benigno Zaccagnini o Franco Marini. Además, durante las protestas de 1968 los manifestantes no la cantaban, como explica Carlo Pestelli, autor del libro Bella ciao: la canzone della libertà: “Les parecía una canción para los que no se querían manchar las manos”. En su lugar preferían otros himnos reivindicativos como Per i morti di Reggio Emilia (Para los muertos de Reggio Emilia), de Fausto Amodei, compuesta durante las protestas contra el Gobierno formado por la DC en 1960 con los votos de la extrema derecha; o Contessa (Condesa), de Paolo Pietrangeli, dedicada a Paolo Rossi, estudiante asesinado en 1966 tras un choque con un grupo de jóvenes extremistas.
Pestelli cree que existió un módulo musical sobre el que se plasmó el texto de Bella ciao. Los ancestros más reconocibles son dos canciones populares del norte de Italia del siglo XIX: Fior di tomba (Flor de tumba) y La bevanda sonnifera (La bebida somnífera). De la segunda, entre otros aspectos, procede la reiteración del “ciao”; pero la primera, heredera de Complainte de la dame a la tour et du prisonnier, una canción francesa de 1536, en las versiones de Novara (Piamonte) y Venecia (Véneto) empieza y termina exactamente como Bella ciao. En ambas composiciones, el tema central es el amor.
Según algunos testimonios recogidos por Cesare Bermani, uno de los mayores expertos de música popular italiana, una de las primeras versiones reivindicativas de Bella ciao se remonta a la Primera Guerra Mundial. Se trataba de una suerte de protesta contra el sistema militar después del fracaso de la batalla de Caporetto, concluida con una victoria de los ejércitos austro-húngaro y alemán en 1917. De hecho, la palabra “invasor” es sustituida por “desertor”.
Sin embargo, las dos variantes más importantes se difundieron en el período del segundo conflicto mundial. Una de ellas, aunque el texto apareciese solo en 1951, es narrada por la voz de las arroceras (mondine), las trabajadoras estacionales que cosechaban el arroz. La otra, es decir, la partisana, es probable que se cantara sorpresivamente en tres zonas de Italia distantes entre ellas: en Montefiorino (Emilia Romaña), donde un médico, cuyo nombre de batalla era Fiore, podría haber escrito el texto original; en los Abruzos, donde la Brigada Maiella podría haber entonado también la versión mondina gracias a la vuelta de las mujeres locales que habían trabajado temporalmente en el norte como arroceras; y en Alba (Piamonte), según un testimonio recogido por Pestelli, que afirma haberla cantado en 1944 a la edad de 11 años. Las tres localidades vivieron una situación de estancamiento y de aislamiento del combate. Esto explicaría, de acuerdo con la teoría de Pestelli, que se interpretase una canción que infundía alegría y que para los niños de Alba servía de contraposición con el mundo adulto.
Estas dos almas se encontraron por fin en el Festival dei due mondi, de Spoleto (Umbría) en 1964, donde la exarrocera Giovanna Daffini presentó el texto femenino (“Esta mañana me he levantado, al arrozal debo ir [...] y entre los insectos y los mosquitos un trabajo duro nos toca hacer”), seguido por el partisano. El espectáculo, que llevaba el nombre de Bella ciao, se replicó 10 veces entre el 21 y 29 de junio y representó un punto de partida para el renacimiento de la canción popular. El éxito fue tan grande que también hubo intentos de apropiarse de su autoría, como en el caso de un carabinero, Rinaldo Salvatori, que sostenía haber escrito Bella ciao inspirándose en otra composición que dedicó a una cantante francesa de la que se había enamorado.
Pero nadie ha podido resolver el misterio que envuelve este himno tan célebre: “Las diferentes utilizaciones que se han hecho de Bella ciao son porque es una canción popular. Es contra un invasor y a favor de algo que gusta a todos, la libertad”, afirma Pestelli. Cada año se escucha en un contexto diferente, como en las manifestaciones tras el atentado de Charlie Hebdo en 2015, en los estadios bajo la forma de cántico o en series como La casa de papel. Además, varios artistas la han interpretado, como Manu Chao, Woody Allen o Tom Waits.
Es la consecuencia de un éxito internacional que nunca se ha acabado y que probablemente empezó cuando un grupo de jóvenes de la región de Emilia Romaña presentó la canción en el Festival de la Juventud de 1947 en Praga y que se confirmó con el disco de Yves Montand (seudónimo de Ivo Livi) de 1963, un italiano de espíritu francés que cantaba Bella ciao con el título de Chant des partisans cambiando la pronunciación original.
En las últimas dos décadas, Bella ciao se ha convertido en un símbolo de la izquierda comunista, sobre todo desde la perspectiva de la derecha. Matteo Salvini, líder de la Liga, y su compañera de coalición, Giorgia Meloni, de Hermanos de Italia, han criticado a menudo su representación. Por ejemplo, cuando algunos comisarios socialistas la entonaron en el Parlamento de la Unión Europea. Meloni escribió en Twitter que el hecho era “escandaloso”, “ridículo” y habló de “Unión Soviética Europea”. Sobre esta cuestión, para Ghezzi no hay duda: “Está claro que a la derecha no le gustan los valores del antifascismo en absoluto, pero estas polémicas empezaron el día después de la liberación. Nosotros no discutimos sobre esto desde el 25 de abril de 1945”.
© El País (España)
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