Por Carlos Ares (*) |
Sabelo, coreano. Tal calidad de orgulloso boludo que vive en un frasco con la tradicional marca “Yo, argentino” en la frente, artesanal, premium, orgánico, sin conservantes
de memoria, no nace de un día para el otro. Atrás de cada uno de los que te miente en la cara, trata de zafar, negar y echarle la culpa a otro, hay toda una cultura nacional y popular. Masa madre que levó
lentamente durante años. Alto guiso, revuelto por cocineros sanateros que cuando no te condenan al éxito te liberan a los compañeros presos.
Un ejemplo futbolero. ¿Te acordás de Di Stéfano. ¿Kempes?.¿Ermindo Onega? ¿El Bocha Maschio? ¿Riquelme? ¿Viste a Maradona? ¿A Messi?
¿A vos te parece que esa clase de jugadores salen de casualidad? El fútbol argentino es reconocido por la crianza en potrero, gambeta y sentimiento. ¿Me entendés, papá?. Convertir en arte ese
jueguito con la pelota, que millones intentan cada día en todo el mundo, es el resultado de un saber aprendido y transmitido durante generaciones.
Mirá y escuchá, gato dinamarqués. Está en Youtube. Año 2012. Felipe Solá ya había ocupado altos cargos con Menem, Duhalde y Kirchner,
le preguntan: “¿Cómo hay que hacer para estar ocho años en el poder?”. Contesta: “Haciéndose el boludo”. El tipo siguió en carrera. Fue gobernador, se presentó
a elecciones con Macri y De Narváez “para vencer a Néstor Kirchner”, diputado y crítico duro de Cristina. Te la hago corta: ¡Ahora es canciller del gobierno de Alberto y Cristina! Un monstruo,
Felipe.
Por un billete, los capos dan clases magistrales. Hasta un preceptor como Baradei enseña a multiplicar la propia y a dividir la ajena. El empresario te dibuja precios y coimas.
Los dirigentes sindicales fríen trabajadores al óleo. Lusito Barrionuevo, empardó la teoría de la relatividad con una metáfora genial: “Hay que dejar de robar dos años”.
De qué otro modo se le podía sugerir a colegas pesados, sin ofenderlos, sin que te manden a matar: “muchachos, hagámonos los boludos un tiempito”
El ministro de Salud te dice que el virus no viene, que tiene calor, pero ojo que por ahí refresca, que no te la toques, que más de dos sacudidas es paja, que la abrigues,
que aguantá, que dame bola, que má sí, hacé lo que quieras. La Secretaría consulta a pedicuros y proctólogos hasta que al fin llama a los que saben. El ministro da el ejemplo. Se
hace el boludo y se lava las manos porque ¡eso es lo que se recomienda!.
Paragua, hermano, ¿lo tenés a Tinelli? San Lorenzo debe más de sesenta palos, deuda que acumularon él y Lammens, el ahora ministro de Turismo y Deportes. ¿Qué
hace? ¡Arregla con Chiqui Tapia!, el que nunca explica,- porque los periodistas también nos hacemos los boludos a la hora de preguntar a los que tienen algún poder-, cómo se puede ser vicepresidente
del Ceamse, donde cobra una fortuna sin ir nunca a trabajar y, a la vez, quedarse con los viáticos de la AFA y la Conmebol.
Tinelli y Chiqui recuperan el manejo del fútbol y de la guita. Alberto aprueba. Cuando el riesgo país estaba en mil puntos, Tinelli le tuiteó a Macri: “Hagan
algo por favor”, con el emoji de las manitos rogando. El riesgo está en tres mil. ¿Leíste algún tuit de Tinelli? ¿Acaso se está haciendo el boludo? ¡Sí! ¡Es uno
de los grandes en ese arte!. El “corta polleritas” ahora es feminista. Con la boca te dice “hambre” y con la nariz aspira las migas.
El fino arte de hacernos los boludos. Si se pudiera exportar, si se pagara lo que cuesta en vidas, nos salvamos.
(*) Periodista
© Perfil.com
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