Por Fernando Savater |
El gran tenor se porta mal con las mujeres, le falta comedimiento y puede que humildad. Se considera irresistible y a muchas les resulta inaguantable (no es el primero al que le pasa).
Podemos creer hoy en la sinceridad de su arrepentimiento, dada la que le ha caído encima... y su edad, ya apaciguadora.
Invocando esos malos hábitos, el Ministerio de Cultura, que rige el teatro de la Zarzuela y el Real, ha rescindido los compromisos que tenía para próximas actuaciones.
Sorpresa: no contrataban a Domingo por su voz, sino también por su moralidad.
Quizá para La traviata dudaron entre él y el padre Ángel, que canta algo peor, pero se porta mejor con
las chicas. ¡Qué Ministerio más completo, de Cultura, Deportes y Buenas Costumbres! ¿Se centrará su vigilancia solo sobre temas galantes o se extenderá a otras formas de impiedad religiosa,
estética o higiénica? ¿Se husmeará también la bragueta de los futbolistas o se ceñirán al género lírico... masculino, claro?
Algunos lamentan que acabe así la trayectoria del tenor más genial del último siglo. Lo que a mí me abruma es que el cretinismo puritano de sacristanes y
petardas alcance definitivamente estatura universal.
© El País (España)
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