Por Fernando Savater |
En 2007, cuatro conspicuos cruzados sin cruz (Richard Dawkins, Christopher Hitchens, Daniel Dennett
y Sam Harris) mantuvieron un amistoso coloquio sobre sus ideas antiteológicas, simplificando al máximo los argumentos (Los jinetes del apocalipsis, editorial Arpa).
Todos son herederos del viejo Bertrand Russell y su ¿Por qué no soy cristiano?, añadiendo meandros anecdóticos a su arsenal, pero no siempre captando bien la ironía del maestro. Conclusiones: en el campo racional, la ciencia es imbatible por cualquier teología
y los dogmas religiosos no favorecen la conducta moral mejor que una sana decencia laica, a veces todo lo contrario. Victoria por goleada del club ateo. Sin duda se lo merecen los crédulos, mejor que creyentes, que
se toman al pie de la letra las Escrituras y pretenden que la Biblia derrote en su campo a Scientific American.
Para atender a una parturienta es mejor un manual de obstetricia que Bécquer o Rilke, pero eso no quita que los líricos también enseñen verdades sobre
el amor. ¿No es más provechoso leer la religión en clave poética, como quiso Santayana, que científica o legal? Si la divinidad tiene que ser racional y los clérigos alguaciles de nuestras
costumbres, mejor prescindir de ellos y cambiar su prepotencia por profesores y policías... Pero quizá a ratos orar al vacío: “¡Dios de lo imposible, sálvanos de lo necesario!”.
© El País (España)
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