Por Fernando Savater |
Yo soy un espectador
poco escrupuloso de la exactitud puntillosa en los relatos, aunque agradezco la verosimilitud narrativa. En cuanto a esa advertencia, “basada en hechos reales”, lo cierto es que no me intimida: ni siquiera mi propia
vida me parece tan respetablemente fundada.
De modo que he disfrutado sin remilgos con dos excelentes muestras de ese género discutible. La primera es J’accuse, titulada en español El oficial y el espía solo para fastidiar. Unas más y otras menos, todas las películas de Polanski me han gustado: nunca he sentido con él que estaba perdiendo el tiempo. Su visión del caso Dreyfus, es sobria, pero intensa, elegante, inteligente... Mientras la veía, recordaba el fervor de Sabino Arana por los militares que condenaban al judío.
¡Cómo no!
La otra es Mientras dure la guerra, de Amenábar, a la que unos se han entretenido en afear inexactitudes mientras los demás disfrutamos la película sin mayores preocupaciones. Tiene ritmo y equilibrio narrativo. Karra
Elejalde es un creíble Unamuno; Eduard Fernández, un Millán Astray divertido y espectacular, pero sobre todo Santi Prego hace un Franco fabuloso en su minimalismo, una interpretación que ayuda a
pensar mejor al siniestro personaje. Para documentarse más hay que ir a la biblioteca, no al cine.
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