¿Hay idiomas superiores e idiomas inferiores?
Por Liliana Bellone (*) |
Las lenguas son convenciones sociales y no organismos vivos como sostenían los evolucionistas positivistas de fines del siglo XIX que consideraban que las lenguas nacen, cambian,
se ramifican y mueren. Siguiendo las enseñanzas de la nueva lingüística desde De Saussure en adelante, la calificación de lengua como organismo vivo que nace y muere quedaría superada. De
este modo se invalidan las calificaciones de “lenguas vivas” y “lenguas muertas”.
El griego y el latín, provenientes del indoeuropeo, se continúan hablando, por razones culturales a través
del griego moderno como ocurre con el latín que pervive en las lenguas romances o neolatinas : el castellano, el francés, el italiano, el rumano, el portugués , el catalán, el gallego, etc. Esto
lleva a hablar del plurilingüismo en España, lo que no ocurre, por ejemplo, en América, donde la unidad es intensa. El castellano por cuestiones políticas pasó a ser la lengua oficial de España.
De todos modos, es importante señalar que las teorías evolucionistas en materia lingüística adquieren un sesgo dialéctico cuando se considera la genealogía
de las lenguas y su permanencia a través de transformaciones que no son precisamente voluntarias. Así, del antiguo tronco indoeuropeo, llegan a nuestros días los idiomas que se dispersaron en Europa y Asia como las lenguas germánicas septentrionales (lenguas escandinavas: noruego,
sueco, danés, islandés) las germánicas occidentales (anglosajón y alto alemán y bajo alemán, etc. que darán origen al inglés y al alemán moderno),lenguas celtas
como el galés, bretón e irlandés, las ramas orientales del indoeuropeo que dan el persa, el kurdo, el sánscrito, el indoario, etc. las lenguas eslavas (ruso, polaco, esloveno, ucraniano, croata,
bielorruso, búlgaro, checo, etc.), las lenguas griegas y las lenguas itálicas que darán por resultado el griego moderno y las legua neolatinas : español, o con su nombre originario de castellano
ya que era la hablada en la región de Castilla y que los Reyes Católicos convirtieron en idioma nacional (necesidad de unidad cultural e idiomática para asentar la hegemonía política de España),
italiano( sobre la base del toscano, la lengua de Dante Alighieri), provenzal, gallego, catalán, navarro, rumano, etc.
Hay otras ramas o familias de lenguas no indoeuropeas, como las lenguas amerindias de los pueblos originarios de toda América, las japonesas y coreanas, las semíticas como el hebreo y el árabe, altaicas como el mongol y el turco, las lenguas
polinesias, las lenguas bantúes del África, las dravídicas en la India, las ugrofinesas como el lapón, etc. Algunas son lenguas aglutinantes o sea no poseen inflexión silábica, son
sintéticas, ya que con una palabra pueden englobar toda una frase.
En este punto debemos aclarar que la síntesis de un idioma (por ejemplo el inglés o el alemán que son más sintéticos que el español o el italiano
por ejemplo) no implica superioridad alguna. Los matices, las formas de una lengua tienen que ver con las formas culturales de las sociedades. De este modo, no podemos decir que haya lenguas superiores y lenguas inferiores.
Hay lenguas que dicen mejor sus aspectos específicamente culturales. Por ejemplo, las lenguas originarias como el quechua o el maya están más dotadas para nombrar lo intraducible de su propia cultura.
Pensemos en la poesía azteca y su cosmovisión de la vida y la muerte, o en los textos de Miguel Ángel Asturias, cuya sintaxis tiene más que ver con el maya quiché que con el castellano.
¿Cómo decir el huracán, los cielos, la luna, el todo donde árboles, animales, montañas, ríos, mares y humanos se complementan y reúnen en una armonía sin par? “Lenguaje
vegetal” señalan los críticos para explicar la obra del escritor guatemalteco. Los pueblos escandinavos que invadieron Roma y toda la romania dejaron su legado en nombres como Elvira, Rodrigo y vocablos
que aluden a sus características sociales y de organización: feudo, cofia, guerra, yelmo, etc.
Las lenguas nacionales europeas (español o castellano, francés, italiano, portugués, inglés, alemán, ruso, etc.) se sustentaron en los valores culturales
del renacimiento y posteriormente del iluminismo con el propósito de construir estados modernos. Era necesaria la unidad idiomática y cuidar la lengua como institución del poder. Por eso Felipe V de
Borbón, crea principios del siglo XVIII la Real Academia de la Lengua Española, siguiendo el ejemplo de la Academia Francesa creada por el Cardenal Richellieu en 1635, durante el reinado de Luis XIII.
Los Reyes Católicos, en España, impusieron como idioma nacional el castellano, ya que Castilla era la región políticamente más importante de España,
luego de la Reconquista. Isabel I de Castilla unió su reino al de Fernando de Aragón y de esa manera se logró conformar el Reino de España. No es casual que la primera Gramática española
(1492) de Antonio de Nebrija sea contemporánea al descubrimiento de América por Cristóbal Colón. Pero ya el idioma castellano (heredero del latín vulgar que hablaban los soldados romanos
y formado sobre los sustratos griegos, fenicios, iberos y celtas de la península) había recibido el aporte germánico y árabe en su léxico.
T. Todorov ha señalado muy bien en La conquista de América que sin duda el español o castellano, por ser un idioma moderno, habituado a los cambios y a la adecuación, podía explicitar la novedosa cuestión del descubrimiento y la conquista,
un evento para nada contemplado en la comunicación mítica y animista de los sistemas lingüísticos de los pueblos originarios americanos, preparados para referirse a un mundo estático y no dotados
para dar cuenta de acontecimientos inesperados. Un sistema, capaz de la lógica de la ciencia europea moderna que ya despunta, el otro, cercano a la religión y al mito. Ninguno es superior, son distintos, ricos
y diversos en sus diferencias y en sus alcances.
Unidad idiomática y mestizaje
Intensamente relacionadas con el poder y la política, con las culturas y con las etnias, nuestro “castellano hispanoamericano”, llegó por cierto en los barcos
de los descubridores, conquistadores y colonizadores, se mixturó con las lenguas originarias. Nadie ignora la procedencia de pampa, vincha, cancha, guanaco, poncho, piragua, tomate, papa, mate, yuyo, yapa, maní,
canoa, mandioca, papaya, yacaré, humita, maíz (algunos del taíno, del quechua, del guaraní, del maya, del araucano) o de la rica onomatología y toponimia: Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca,
Uruguay, Paraguay, Chile, Guayaquil, Lima, Neuquén, Chubut, Humahuaca, Tilcara, Cafayate, Tolombón, etc.
La mixtura que resulta del mestizaje se acrecienta en nuestra América, desde México, a Tierra del Fuego. Los González, Los Pérez, Los Sánchez, los
García, ¿de dónde vienen? O los nombres de muchas ciudades y países que denuncian su origen hispánico, ¿no son también parte del mestizaje? Pensemos en Córdoba, La Rioja,
Santiago del Estero, Buenos Aires, Santa Cruz, y, por supuesto, Argentina, Venezuela, Colombia… El Amazonas, el Río de La Plata, e l Bermejo, el Magdalena, vienen del léxico español-latino- griego,
en cambio el Paraguay, el Uruguay, el Paraná de los idiomas indígenas. Mestizaje que apresará la literatura de América Latina. Recordemos a José Martí, a Sarmiento, mestizo, gaucho
e indio también, a pesar de sus galicismos expresivos y su admiración hacia los EEUU. Y qué decir de Asturias, Carpentier, Rulfo, Arguedas, Vargas Llosa, García Márquez, entre el quechua
y el maya, entre los guajiros y los conquistadores, entre Europa y el Caribe. Y por supuesto de Cortázar, entre el lunfardo, los galicismos y los italianismos de su mundo argentino con una parte del corazón en
Buenos Aires y otra en Paris al mismo tiempo, y después en Cuba y en Nicaragua, en el territorio de la humanidad, que fue su territorio.
En consecuencia, se infiere que la unidad del idioma en América surge del mestizaje.
(*) Liliana Bellone: Salta, Argentina. Ha publicado numerosos libros de poesía, novela, cuento y teatro. Es graduada en Letras. Entre
sus novelas figuran: Augustus, Premio Casa de las Américas de Cuba, 1993, editado ese año por la Casa de las Américas, La Habana, Fragmentos de siglo (1999), Las viñas del amor (1999), Eva Perón, alumna de Nervo (2010) y Puccini. La biografía americana, editado por Verbum de Madrid en 2019. La Editorial Oèdipus, Salerno-Milán, tradujo y editó tres novelas suyas con los
títulos de Eva Perón allieva di Nervo (2014), Frammenti di un secolo (2016) y Sulle tracce di Elena (2018), textos que fueron presentados en universidades y centros culturales de Italia. Publicó textos críticos
y poéticos en la Revista Casa de las Américas de Cuba y otros medios de difusión de Italia y América Latina. Dio cursos de grado y posgrado, en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de
La Habana.
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