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martes, 19 de noviembre de 2019

Sombras, nada más

Lúcido. Espert a Fernández y Macri: “Muchachos, dejen de pelearse y dense
un abrazo”. (Foto/Télam)
Por Sergio Sinay (*)

Quizás las sutilezas psicológicas no sean uno de sus fuertes, pero lo cierto es que José Luis Espert produjo uno de los momentos más lúcidos y agudos de los recientes y patéticos debates entre los candidatos presidenciales cuando, dirigiéndose a Alberto Fernández y Mauricio Macri, les dijo: “Muchachos, dejen de pelearse y dense un abrazo, si finalmente ustedes son lo mismo”.

Espert había entrado, sabiéndolo o no, en el territorio que el psiquiatra y pensador suizo Carl Jung (1875-1961), padre de la psicología profunda y señero estudioso de los símbolos, abrió y exploró a fondo. El de la sombra, el lado oscuro de toda persona, el lugar en donde depositamos y ocultamos aquello que no aceptamos de nosotros, aquello que negamos, que descalificamos o que nos avergüenza. Eso que descartamos al construir nuestra personalidad, la máscara con que nos presentamos en el mundo.

Sin embargo, lo negado no deja de existir, sigue en nosotros, pugna por salir. Y suele hacerlo mediante la proyección. Lo depositamos en otros. En ellos lo vemos con claridad, pero lo registramos como ajeno. Esas cualidades negativas son del otro, no son mías. De manera que, ahora sí, puedo criticarlas, rechazarlas y despreciarlas abiertamente. Es así como se construye a menudo un enemigo. Pintándolo con nuestras peores características, a las que desconocemos como propias. Por supuesto, este proceso se da en el ámbito del inconsciente, cuyo estudio, tanto en lo personal como en lo colectivo, fue uno de los extraordinarios aportes del médico suizo al conocimiento de los misterios humanos.

Estudiada a fondo por Jung y sus discípulos, la sombra puede ser detectada en el plano de las relaciones amorosas, del trabajo, de los vínculos intrafamiliares, en el modo en que las naciones se relatan a sí mismas, en la religión, en la sexualidad, en el arte y, desde ya, en la política. Queda en evidencia cuando, por ejemplo, tanto el presidente saliente como el entrante hablan de “pesadas herencias”, culpando al otro por lo que fueron, o serán, sus propias limitaciones, su incapacidad, sus errores de diagnóstico, de cálculo o de ejecución. La sombra cubre a ambas orillas de la grieta cuando unos y otros, enfrentados desde los bordes del precipicio, se enrostran mutuamente soberbia, autoritarismo, insensibilidad, clientelismo, corrupción, ineficiencia, etcétera. “No somos lo mismo”, se gritan. Quizás no lo sean en lo aparente, en las formas, pero, puestos a desentenderse del destino y del bien común de la sociedad, puestos a privilegiar intereses facciosos por sobre los colectivos, puestos a negarse a cualquier tipo de consenso o aceptación de los aportes del otro, puestos a rechazar sus propios pasados (o a intervenirlos grotescamente para reconfigurarlos), tanto ellos como sus seguidores y colaboradores tienen más parecidos de los que sospechan o de los que estarían dispuestos a aceptar.

La sombra se manifiesta cuando, como ocurría durante el gobierno anterior, se tildaba de “destituyente” a cualquier expresión crítica, pero esos mismos que censuraban a la disidencia no se vieron a sí mismos como “destituyentes” cuando buscaban acelerar por cualquier medio el final del gobierno actual. O cuando lo que se ve como “Golpe de Estado” en Bolivia (“Golpe” protagonizado en buena medida por sectores indígenas, trabajadores mineros y otros colectivos populares) se considera en Chile (donde pareciera que las manifestaciones solo podrían finalizar con la renuncia del presidente Piñera) como justa rebelión popular. Según lo que cada uno esconda en su sombra, se verá rebelión o represión.

No se puede consolidar un Yo integrado y funcionalmente sano si no se acepta y reconoce la propia sombra y se la integra a la personalidad, explicaba Jung. Negarla es abonar el campo de la paranoia y de la esquizofrenia. Llevado esto al nivel de lo político y lo colectivo, podría decirse que no hay posibilidad de construir puentes en donde hay grietas si no se empieza por preguntar qué aspectos de mi adversario/enemigo me pertenecen. Expresado en otros términos: dime bajo qué luz te presentas y te diré cuál es tu sombra.

(*) Periodista y escritor

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