Por Gustavo González |
La pregunta que se hacen es si Pichetto es Pichetto. Esto es: ¿el candidato a vice de Macri se incorpora él solo al oficialismo o viene con sorpresas? ¿Quedará subsumido como un peronista más
de los tantos que ya integran Cambiemos o será la punta de lanza de más incorporaciones y el jefe de una nueva corriente interna denominada Peronismo Republicano que adquiera un peso similar al que tienen la
Coalición Cívica y el radicalismo?
La duda de fondo es si la incorporación de Miguel Angel Pichetto a la fórmula es apenas una estrategia electoralista o es una señal de que, si hay reelección, vendrá una nueva etapa en la que las
ideas de este peronismo aportarán una apertura conceptual al macrismo y una mayor gobernabilidad.
¿Alianza antigrieta? Nadie verbaliza que Pichetto es solo el resultado de una elucubración duranbarbista para sumar votos. Pero conociendo la histórica repulsión del macrismo hacia la “vieja política”,
la sospecha parece razonable. Algo parecido se podría suponer de una Carrió que supo enfrentarse directamente con el senador.
Pero más allá de los supuestos, lo que los cerebros macristas dicen es que, una vez derrotada Cristina, el kirchnerismo quedará reducido a poco más que
La Cámpora. Y que, entonces sí, será el momento de comenzar a cerrar la grieta argentina, tender puentes hacia un “peronismo racional” y sumar a una parte de éste al Gobierno. Mencionan
a Urtubey y a gobernadores como Schiaretti, Uñac y Bordet.
Pero primero deben ganar, después entender que ya no tendrán cien días de gracia para mostrar resultados y por último, convencerse de que, para apurar
cambios, van a necesitar acuerdos amplios. Hablan del verdadero fin de la grieta. ¿Lo será?
“Los escenarios que manejamos son muy distintos según los resultados electorales –señala uno de los altos funcionarios que habita la Rosada desde 2015–,
aunque uno probable es que con esta nueva alianza logremos quórum en el Senado y quizás en Diputados. Sí estamos seguros de que nada va a ser igual que ahora”.
Riesgos. En el Gobierno también aseguran que el diálogo fue habitual en estos años y que por
eso sancionaron las leyes que sancionaron pese a actuar en minoría en el Congreso.
Es cierto, pero esas fueron negociaciones de corto plazo más vinculadas con el toma y daca que con acuerdos políticos y sociales estratégicos.
Tanto los radicales como el ala peronista del PRO vienen reclamando por esta ausencia.
Ponen como ejemplo de lo que no se debe repetir la reforma jubilatoria de diciembre de 2017, que se aprobó en medio de la violencia. No lo dicen, pero el oficialismo cree
que deberá volver sobre la sustentabilidad del sistema previsional.
Lo mismo piensan de una reforma laboral que facilite el ingreso de nuevos trabajadores y el blanqueo de los que están en negro.
Tienen prohibido hablar de “reforma laboral” para no recordar los graves conflictos que en el pasado generó este tema, con la llamada ley Mucci durante Alfonsín
y el escándalo de la Banelco con De la Rúa. Por eso hablan de “una sucesión de reformas paulatinas y escalonadas”. También en este punto, cuanto más rápido y a fondo decidan
ir, más necesidad tendrán de alcanzar acuerdos más amplios y duraderos.
La inflación sería otro motivo para generarlos, aunque Macri no cree en un acuerdo de precios para bajarla.
Ya acepta que no es tan fácil de solucionar, pero sigue creyendo que el remedio viene solo en recetas monetaristas. Hasta ahora no funcionó.
Alianza radical-peronista. En este tema vuelve a aparecer el reclamo del ala política. Son, de nuevo, radicales y peronistas que entienden que se requiere un acuerdo social para mediar en la puja de precios y salarios. Por eso es
pertinente la duda sobre si Pichetto refleja un cambio de opinión de los socios fundadores del PRO.
Dos días antes de que lo anunciaran como candidato, cuando PERFIL le anticipó por teléfono que él era el elegido, su primera respuesta fue preguntarse
para qué. Dudaba de aceptar si se trataba solo de una incorporación a título personal. Creía que el Gobierno debía avanzar en sumar al Peronismo Federal y sostenía que, si de verdad
Macri pretendía un acuerdo más amplio, quizás lo mejor era que no lo eligiera a él sino a Alejandra Vigo, diputada y esposa del gobernador Schiaretti.
Dos semanas después le pregunté si finalmente creía que su incorporación reflejaba un cambio de rumbo en la concepción dialoguista del Gobierno
para después de diciembre. Respondió que primero había que llegar a diciembre.
La aparición de Pichetto despierta expectativas entre quienes creen que el macrismo debe ampliar su base de sustentación. Pero son los radicales como Cornejo, Morales
y Sanz, los que están convencidos de que el tablero del poder oficial se moverá definitivamente después de diciembre.
Sienten que hoy integran una alianza triángulo: ellos, Carrió y un macrismo que la controla. “Macri y Carrió nos dejaron afuera y nosotros no supimos conseguir
centralidad, al estar abocados a gobernar nuestras provincias y no poder estar en la discusión desde la Capital Federal”, explica un radical histórico del interior.
Estos radicales piensan, junto a los peronistas históricos del PRO, que con la inclusión de Pichetto y la formación de un Peronismo Republicano como línea
interna y cuarto sector, se conformará un nuevo esquema de poder con el PRO y la CC de un lado y radicales y peronistas del otro.
Una alianza “quadrum” con una subdivisión que empareje las fuerzas: un “dos a dos”, sintetizan en tono futbolero. Entienden que Macri seguirá
controlando, pero esperan que esta “subalianza” con el peronismo les dé más poder.
El Balbín y el Perón del abrazo podrían estar orgullosos por este acuerdo.
Salvo que ellos jamás se habrían imaginado que sus descendientes serían los actores de reparto de un empresario sin partido, más acostumbrado a impartir
órdenes que a escuchar consejos.
Futuro perfecto. Si al final Macri es reelecto, sucederán dos cosas importantes. Una: se deberá comprobar
rápido si los supuestos fundamentos de una economía más sana darán frutos el próximo verano (difícil imaginar la promesa de otro segundo semestre). Otra: comenzará el tiempo
de descuento para elegir a su sucesor.
Nadie sabe qué sucederá en las PASO, pero estos radicales y peronistas ya barajan nombres con vistas a 2023.
Y repiten uno que formalmente no está en sus filas: Rodríguez Larreta.
Lo bueno del futuro es que es el tiempo en el que la economía será exitosa, gobernarán los mejores y se hará Justicia.
Porque el porvenir suele ser el lugar que las personas elegimos para guardar sueños y esperanzas.
El único problema del futuro es que, si está muy lejos, seguro llegaremos tarde.
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