jueves, 18 de julio de 2019

El Nunca más venezolano


Por Loris Zanatta (*)

El diablo metió la cola: Vladimir Putin acababa de decir que "la idea liberal se ha vuelto obsoleta" y justo salió el informe de la ONU sobre Venezuela: un típico régimen posliberal, uno de los más queridos por el nuevo zar de Rusia, que es, entre muchos, uno de sus patrocinadores. Recomiendo leerlo; son solo dieciséis páginas, media hora.

¿Cuántos de nosotros hemos leído, con horror, el Nunca más? Este es un texto de otro tipo: seco, sintético; pero de igual sustancia: es el Nunca más venezolano. Excepto que en Venezuela no cuenta lo que pasó, sino lo que está pasando todos los días.

Quienes solo creen lo que quieren creer y se niegan a ver lo que no quieren ver se la tomarán con el dedo que se atrevió a indicar la luna. Pero el dedo no tiene culpas: Michelle Bachelet, jefa de la misión de la ONU, es un dedo poco sospechoso de conspiración antichavista; si acaso, les cae mal a muchos opositores. De todos modos, el informe explica su metodología: miles de entrevistas; son los venezolanos los que hablan.

La prensa informó al respecto, pero un breve resumen no estará de más. ¿Hay "escuadrones de la muerte" en Venezuela? ¡Por supuesto! Son las FAEN y obedecen al gobierno: entran en las barriadas, matan, roban, violan; "resistencia al arresto", explican: ¡cuántas veces ya lo hemos escuchado! ¿Serán sólo unos pocos casos? Alrededor de 2000 ejecuciones en los primeros seis meses de este año, más de 7000 en 2018. En otros lugares se llamaría "terrorismo de Estado"; ¿por qué no en Venezuela? Pinochet pasa casi por aficionado: fue responsable de "apenas" 3508 víctimas... Pero es solo el comienzo: el informe cuenta los muertos en las protestas callejeras, los desaparecidos tragados por las cárceles, los activistas asesinados, los presos políticos. ¿Y la tortura? ¿El régimen chavista tortura? ¡A todo vapor! La vieja picana trabaja a pleno régimen; las "técnicas" son siempre las mismas: "submarino", bolsas de plástico en la cabeza, violación.

Luego vienen las "cuestiones de rutina": periódicos y radios cerrados por la fuerza; periodistas y docentes perseguidos; amenazas y violencias; chantajes y represalias. El informe no usa eufemismos: el régimen siembra el "miedo", gobierna con el terror. ¿Los beneficios sociales? Solo a cambio de ser fieles al régimen. ¿Quién se opone? Echado del trabajo. Y el resto: el salario mínimo es realmente mínimo, dado que cubre el 4,7% de las necesidades alimentarias; 1,557 muertes en tres meses por falta de medicamentos e instrumentos en los hospitales; reaparecieron enfermedades dadas por erradicadas. Ya basta, paro aquí: en medio de este infierno, el mundo pulula de mentes brillantes que predican el "diálogo" entre Maduro y Guaidó como si se tratara de una pareja en crisis; que rezan por "elecciones libres" como si en estas condiciones fueran siquiera imaginables. Si no fuera tan trágico, sería para morirse de risa.

¡La culpa es de las sanciones!, gritan indignados los habituales abogados de las causas sucias y perdidas. Con Chávez había "justicia social", truenan sin vergüenza. Quién sabe si es maldad o estupidez. La una no quita la otra. La tragedia, explica el informe, viene de lejos: al menos una década; más, para ser precisos. Es bien sabido: si además de gruñir en defensa de Julian Assange sus devotos se hubieran tomado la molestia de leer los despachos de Caracas publicados por WikiLeaks, deberían ponerse de pie y aplaudir a la diplomacia norteamericana: había profetizado todo desde principios de la década de 2000; apagones, colapso de las inversiones, hiperinflación, falta de medicamentos y alimentos, persecución. ¿Unos genios? En absoluto: basta con tener una vaga noción de los populismos latinos. Siempre hacen lo mismo: el pan de hoy es el hambre de mañana; su gloria es el infierno de la posteridad; dilapidan los panes y los peces que no saben producir: "viva la muerte", gritaban los falangistas; "viva la pobreza", gritan ellos, que elevan el "pobre" a emblema de pureza moral, a buen salvaje de nuestros tiempos. "Con el mazo dando", es el nombre del programa de televisión más tóxico y violento de Maduro: "a Dios rogando", por supuesto.

Mientras esto sucede, el Papa se reunió con Putin por tercera vez en cuatro años: notable para quien todavía no visitó su país. Según los diarios, también han hablado de Venezuela. Estoy seguro de que el Papa lo habrá conminado a que abandone a Maduro a su destino, agitándole en el rostro el evangelio que suele esgrimir como un garrote contra los gobiernos europeos, cínicos y descristianizados. ¿Merecerá la tragedia venezolana al menos una décima parte de la indignación diaria por el destino de los migrantes en el Mediterráneo? No puedo imaginar que los venezolanos sean hijos de un Dios menor. ¿O la geopolítica habrá prevalecido sobre el evangelio, la famosa "adaptabilidad" de la Compañía de Jesús sobre el "pan con pan, vino con vino"? Al final, tenía ante él al hombre que "recristianizó" a la gran Rusia, salvándola del pecado liberal. Qué maravilloso sería si nos contaran lo dicho.

El punto no es que "el liberalismo esté muerto": muchos ya lo han decretado, a nadie le fue muy bien; el punto es que a Rusia aún no ha llegado y en el Vaticano no goza de buena salud. Esperemos vuelva al menos a Venezuela.

(*) Ensayista y profesor de Historia en la Universidad de Bolonia

© La Nación

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