Por Manuel Vicent |
A continuación, en una revista del corazón contempló princesas en sus mansiones y a unos niños
rubios retozando en praderas de esmeralda y también fiestas en popas de fastuosos yates, bodas y divorcios de famosos, funerales de lujo en los que apetecía ser el muerto.
Los titulares de la primera página del periódico traían el nauseabundo mercadeo que se llevan los políticos con sus pactos. Se negó a que semejante
obscenidad le añadiera más angustia a la que ya sentía y para ello escogió una revista de divulgación científica donde el paciente leyó que en el año 2045 la inteligencia
artificial habrá sobrepasado a la de nuestro cerebro y a partir de entonces el ser humano podrá ser inmortal, pero ahora todavía era junio de 2019 y, llegado el momento, la enfermera pronunció en
voz alta su nombre y el paciente se vio sentado ante el doctor, quien tenía el resultado de la biopsia sobre la mesa.
En el silencio neumático que se produjo entre los dos el paciente pensó que ese informe convertía en pura idiotez todo cuanto había leído en la sala
de espera. El doctor abrió el sobre y antes de pronunciar el veredicto miró fijamente al paciente a los ojos y sonrió de forma ambigua, equívoca, enigmática.
Dentro del silencio esa sonrisa contenía el pasado y el futuro, el bien y el mal, la vida y la muerte. Formaba parte de la materia oscura con la que está construida el
alma humana.
© El País (España)
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